A raíz del llamado que hice en mi pasada
columna para denunciar la contaminación
sonora, me llegaron varios correos con casos que incluyo a continuación.
Rosa Cristina de Andreis dice: “Yo resido en Chapinero y es muy frecuente ‘padecer’, a altas horas de la noche y en la madrugada, el ruido insoportable de bicicletas de domiciliarios y algunas motos que han instalado motores terriblemente ruidosos”.
Por su parte, Carlos Fernández envía una larga lista de la que destaco lo siguiente: aquellos que no esperan al cambio de semáforo para empezar con su concierto de pito, o la instalación de cornetas de tren en vehículos de servicio público que activan a la madrugada. También menciona las chivas rumberas en Bogotá a altas horas de la noche.
Sigo con las denuncias de Adriana Ortiz: “Locales comerciales a lo largo de la carrera 15, que al abrir lo primero que acomodan es el amplificador hacia la calle con un volumen exagerado. Las cigarrerías actuando como bares en la tarde-noche y fines de semana desde el mediodía y sin horario de cierre fijo”.
La lectora Myriam Rodríguez de Sánchez menciona los gimnasios que deciden ambientar con música a todo volumen y los centros comerciales, entre ellos el Santa Fe y supermercados Colsubsidio, almacenes que ponen música que se vuelve una tortura para el cliente. María Lucía Roa nos cuenta que “... se volvió casi imposible pasar un rato agradable en los restaurantes de Bogotá. La música es, generalmente, creada por algoritmos, lo que la hace repetitiva y cansona, destacando el ruido de los bajos... ¡Insoportable!”
Julio César León nos dice: “Quiero incluir el ruido que producen los hoteles y restaurantes aledaños a zonas residenciales, la música la colocan muy fuerte.
También nos habla del “vendedor de mazamorra en motocarro, con parlante y mugido de vaca incluido”.
Rebeca Milwer vuelve a mencionar las bicicletas con motor, y añade: “No hay derecho, Por favor, ¡NO MÁS!”.
Por último, Eliana Cárdenas aporta varias fuentes de contaminación sonora: la corneta de los vehículos que venden papa en los barrios, los carros recolectores de basura en horas de la noche y los cantantes callejeros.
Le pregunto a la alcaldesa Claudia López: ¿tiene alguna idea para mejorar la convivencia en Bogotá? Sus electores le imploran que controle el ruido.