Renacimiento y Barroco: la modernidad leva anclas

Mientras Italia florecía a la luz de poderosos clanes familiares y de una exuberante producción artística, España y Portugal se repartían el botín del comercio marítimo, que por siglos fue potestad de la costa mediterránea. De ahí que la época comprendida entre los siglos XV y XVI reciba el nombre de Renacimiento.

(Le recomendamos: Habla Patricia Tamayo, la protagonista de 'El olvido que seremos').

De la mano de los Albizzi –millonarios mercaderes de lana–, Florencia adquirió visibilidad en el mapa; no obstante, el poder de esta familia fue arrebatado por el linaje Medici, que se inició con Cosimo de Medici como banquero de la Santa Sede (lo cual le dio ciertos ‘privilegios’ a la hora de manipular los altos cargos florentinos) y acaparó dos siglos hasta completar tres papas, dos reinas de Francia, innumerables príncipes y mecenas de los genios de la época Miguel Ángel, Donatello y Fra Angelico.

(Lea además: El año 1000 y el resurgir de las ciudades, en Grandes Temas de la Historia)

Paradójicamente, Roma despertaba gracias a los enfrentamientos por el papado entre los Corsia y los Orsini; pero su relucir como ciudad-Estado fue legado de los Borgia, nobles originarios de Aragón que se convirtieron en leyenda por su atribulada trayectoria como extranjeros que rompieron el monopolio aristocrático sobre la apetecida corte papal, a punta de nepotismo.

Con el desarrollo de la navegación por los exploradores españoles y portugueses, nuevos horizontes comerciales, culturales y coloniales levaron anclas. La ruta de las especias orientales sedujo el olfato de Enrique de Portugal, quien solo llegó a recorrer África.

(Además: Edad Media: una época en medio del oscurantismo)

Por su parte, Cristóbal Colón tomó el testimonio del pionero de la navegación, Enrique –quien hasta el siglo XIX fue apodado el Navegante– de Portugal y se aventuró a buscar las Indias orientales, viajando en dirección hacia el oeste, basándose en la teoría de la esfericidad de la Tierra de Paolo dal Pozzo Toscanelli, que, debido a ciertas imprecisiones de cálculos, llevó sus carabelas a las costas del continente americano.

Se desencadenó, entonces, la consecuente repartición territorial entre las dos potencias de la circunnavegación.

“El Tratado de Tordesillas fue el primer acuerdo para dividir el mundo descubierto y por descubrir”, narra la séptima entrega de la colección Grandes Temas de la Historia.

“Hacía tiempo que España buscaba encontrar una ruta hacia Asia sin entrar en los límites portugueses. Pues en la línea imaginaria trazada por ambos Estados en el Tratado de Tordesillas (1494), a España le correspondía la parte oeste del océano (América) y a Portugal, el este (África y el Índico)”, se añade.

(Además: Roma: de aldea latina a potencia mediterránea).

Entre sangrientas e indolentes campañas de expoliación, las antiguas civilizaciones americanas vieron su ocaso mientras que los ingleses, ses y holandeses se apropiaban –mediante barcos piratas– de algunas mercancías extraídas por los españoles y se repartían las regiones del norte del continente descubierto.

Finalmente, el siglo XVII les retornaría un nuevo esplendor a la Iglesia y a la monarquía. Mientras la primera usó el arte como su medio de propaganda para hacer sus ritos más atractivos para los fieles (dándole forma al ornamentado estilo barroco), la segunda hizo del absolutismo en Francia (bajo el mando de Luis XIV, Rey Sol) y del parlamentarismo, en Inglaterra, métodos de control social.

(Le puede interesar: Personajes y civilizaciones que cambiaron la historia).

Edad Moderna I. Siglos XVI y XVII llegará este jueves con EL TIEMPO y tendrá un precio de $ 24.900. La colección completa, de 12 tomos, tiene un costo de $ 214.900 para suscriptores del Club Vivamos y de $ 269.000 para los no suscriptores. Podrá adquirirla llamando al 426 6000 opción 3 en Bogotá o al 01 8000 110 990 a nivel nacional, o a través de la tienda virtual tienda.eltiempo.com/historia.

EL TIEMPO