Flamengo tuvo piedad de Millonarios, que se salvó de una vergüenza histórica en la Libertadores

Millonarios, desdibujado desde el inexplicable uniforme con el que salió a la cancha, planteó un partido para que no lo golearan. Defensa de cinco, cuatro mediocampistas adelante y Émerson Rivaldo Rodríguez como único delantero, en teoría. Pero de nada sirve amontonar gente si el equipo comete errores impresentables para competir en un torneo internacional.

El equipo de Alberto Gamero jugaba de camiseta amarilla, pantaloneta azul y medias blancas. Flamengo, con su tradicional uniforme a rayas rojas y negras. La memoria empezó a volar: en suelo brasileño ya se había dado, en el Mundial 2014, que los rojinegros aplastaron a los amarillos, el 7-1 de Alemania a Brasil…

En un error entre Daniel Giraldo, que hizo una terrible devolución, y Álvaro Montero, que les dio la razón a todos los que critican al técnico Néstor Lorenzo por su llamado a la Selección a pocos días de la Copa América, llegó el primer gol de Flamengo, a los siete minutos. El portero mostró cero reacción y Pedro, que estaba muy lejos de la jugada, tuvo tiempo de correr, ganar la pelota, dejar en el camino al arquero y anotar el primer tanto.

Millonarios se veía superado por la situación, por una debilidad mental increíble y por un equipo que aprovechó todos los errores para seguir de largo. El segundo gol también fue producto de una serie de fallas terribles de la zaga: David Luiz, un defensa de 37 años, con toda la experiencia del mundo pero que no se caracteriza precisamente por su velocidad, desbordó a Rodríguez, de 23 y en teoría uno de los más rápidos del visitante. Tras un toque atrás, Gerson tiró un centro que se desvió en Juan Pablo Vargas y se metió en el arco de Montero.

Antes de terminar el primer tiempo ya había goleada en el Maracaná. Matías Viña, que entró por Ayrton Lucas, lesionado, filtró un balón entre Delvin Alfonzo y Andrés Llinás y Pedro aprovechó para celebrar su doblete. Con suspenso, porque el VAR tuvo que revisar un fuera de juego que no existió. Antes de terminar el primer tiempo, ya Millonarios masticaba su vergüenza. Efectividad total de los brasileños: cuatro tiros al arco, tres goles.

Con la victoria y la clasificación asegurada, se esperaba que Flamengo levantara un poco el pie del acelerador. Todo lo contrario: los brasileños generaron cuatro aproximaciones en los primeros seis minutos y Millonarios no agarraba la pelota ni con la mano.

Ya con tres adentro, Gamero se decidió a mover el equipo. Acabó con la defensa de cinco, sacó a Jorge Arias y metió a Yuber Quiñones. Y metió a Juan Esteban Carvajal en lugar de Ruiz, que se fue inédito del Maracaná. Y ahí, al menos, ya Millonarios pudo hacer varios pases seguidos y hasta hacer el primer tiro al arco del partido, un remate de Silva que hizo volar al portero Rossi.

Flamengo tuvo compasión y, ahora sí, bajó revoluciones. Al único al que se le fue la mano, o mejor, la pierna, fue a Bruno Henrique, que le hizo una terrible entrada a Luis Paredes, que había entrado por Mackalister. El VAR le avisó al árbitro Facundo Tello y los brasileños se quedaron con 10, a nueve minutos del final de los 90 reglamentarios.

Se acabó la peor Copa Libertadores de la historia de Millonarios, en fases de grupos de cuatro equipos. De lo que se construyó localmente en cuatro años no se vio nada internacionalmente este semestre. Habrá que replantear muchas cosas para lo que viene, porque la participación no pasó de ser una vergüenza. 
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​José Orlando Ascencio
Subeditor de Deportes
@josasc