Las
cajas de compensación familiar nacieron del corazón de los empresarios colombianos, en beneficio de los trabajadores con menores ingresos y sus familias, con el objetivo de cerrar brechas sociales en un país marcado por la desigualdad.
De esta manera, los servicios y beneficios que prestan son mecanismos eficientes que garantizan la distribución de la riqueza y el retorno al sector empresarial en términos de productividad y consumo. Sin duda, y sustentado por su impacto positivo, este Sistema, a través del Fondo de Vivienda de Interés Social (Fovis), es uno de esos mecanismos que más ha aportado a que millones de colombianos puedan tener casa propia; aspecto clave para el desarrollo económico y social del país.
Si evaluamos la historia reciente del Fovis (del 2010 al 2017) las cifras de la Superintendencia de Subsidio Familiar son contundentes: cerca de 6 billones de pesos entregados, subsidio promedio de 17,5 millones y 383.000 familias beneficiadas.
Además, el 96 por ciento de los recursos se destinaron para compra de vivienda nueva, 3 por ciento para la construcción en sitio propio y 1 por ciento a mejoramiento estructural y locativo.
Sin embargo, estimaciones de la Gran Encuesta Integrada de Hogares del 2017 del Dane, muestran que actualmente el déficit cualitativo de vivienda suma cerca de 1,2 millones. Las razones: falta de alcantarillado (32 por ciento), hacinamiento (21 por ciento) y ausencia de acueducto (13 por ciento). Variables que, junto con las paredes y pisos de materiales inadecuados, permiten medir la pobreza multidimensional. Esto significa que
Un alto porcentaje de los subsidios de las cajas se destinan
a la compra de vivienda
La concentración de los recursos en el 1 por ciento de la población y la falta de herramientas para el mejoramiento de las condiciones de vida y bienestar, hacen que la labor de las cajas sea pertinente y necesaria, por su alcance, focalización e impacto en los trabajadores de menores ingresos.
Conscientes de esta responsabilidad, uno de los principales desafíos del sistema es la coordinación y la concertación de un desarrollo normativo, entre los actores del ecosistema de vivienda, que genere un modelo de intervención más flexible, con mayor capacidad de adaptación a las realidades de los territorios y que fortalezca los esquemas operativos, así como la focalización de las poblaciones objetivo.
Además, que vaya más allá de la asignación de subsidios para la construcción y el mejoramiento de edificaciones. En esto han trabajado organizaciones como ONU hábitat y Cepal, y el resultado es la ‘Nueva agenda urbana 2016 - 2032’ que plantea retos en materia de urbanismo y habitabilidad que deben asumir América Latina y el Caribe: una hoja de ruta para las cajas, tras el camino hacia la consolidación de capital social.
ADRIANA GUILLÉN ARANGO
Presidenta de la Asociación Colombiana de Cajas de Compensación Familiar (
Asocajas).