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Cómo oír desde Colombia las ideas sobre hipocresía y petróleo del presidente de Guyana
Las reflexiones del mandatario suramericano, en entrevista con la BBC.
El consumo mundial de petróleo en 2023 superó los 102 millones de barriles diarios. Foto: Larry W. Smith. EFE
¿En la vaca planetaria para frenar el cambio climático, cada nación está aportando proporcionalmente lo que le corresponde? La pregunta se desprende de las airadas palabras del presidente de Guyana, Irfaan Ali, en una entrevista con la BBC. En ella, incluso le pregunta a su entrevistador si él estaba en “la nómina de quienes han dañado el ambiente”.
Ali encabeza el gobierno del principal exportador emergente del momento de petróleo. Guyana produjo ya en el 2022 300.000 barriles de petróleo al día, que por ahora son algo menos de la mitad de lo que produce Colombia, pero se espera que para el 2028 ya esté produciendo un millón de barriles y para el 2040 1,9 millones.
Guyana se destaca como productor y exportador emergente, y ha llegado a esa condición luego de enormes descubrimientos que ahora están en pleno desarrollo, lo que ha permitido que su producto interno bruto (PIB, el valor de toda su producción económica) haya crecido hasta 62 por ciento sólo en el año 2022. Este año se espera que crezca 26 por ciento, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero entre el 2019 y el final del presente año habrá crecido 390 por ciento. Quintuplicó su tamaño en 5 años.
El informe de perspectivas al 2045 de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) señala que la producción de Guyana crece constantemente, gracias a la operación de Liza Fase 1, desde 2019, al que se sumó Liza Fase 2, en el 2022, mientras se espera en el mediano plazo la entrada de los proyectos Payara, Yellowtail, Uaru y Whiptail.
Al ver el impacto que puede tener ese auge petrolero en un pequeño país como Guyana, se puede comparar con Colombia. La producción petrolera en el año 2028 en Guyana será de 1,2 barriles diarios por habitante, mientras que en Colombia no pasará de 0,015 barriles por habitante.
Eso lleva a que medios como la BBC busquen hablar con el presidente de esta república suramericana, como en la entrevista de Semana Santa, en la que el presidente Ali sorprendió al periodista con unas palabras que además terminan conectándose con la forma en la que el propósito global de llevar a cabo la transición energética ha sido asumida en países como Colombia.
En el país, uno de los temas que ha venido generando incertidumbre es el propósito de una transición energética radical, independientemente de cómo se esté asumiendo el proceso internacionalmente. Por ese motivo ya se decidió no firmar más contratos petroleros, lo que lleva a que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) en su informe de perspectiva mundial diga que sin nuevas licencias, sin otorgar nuevos bloques y la prohibición del fracking “pese al enorme potencial de esquistos en Colombia”, vendrá un declive de los cerca de 800.000 barriles diarios actuales a 700.000 en 2028; cerca de 500.000 a mediados de la década de 2030, y 400.000 en 2045.
BBC Mundo: Petroleo Foto:Getty Images
Este panorama contrasta con las proyecciones de demanda de petróleo de la misma Opep, que muestran que en el mundo habría un crecimiento de hasta 16 por ciento hasta el año 2045, mientras que Colombia podría dejar enterradas posibles reservas.
La actitud ante el cambio climático es justamente el hilo conductor de la intervención del reportero de la BBC ante el presidente de Guyana, país que por ahora ofrece el 0,3 por ciento de la producción mundial de petróleo. En su entrevista, el periodista no pregunta sino que hace una extensa intervención en la que señala a ese país porque “más de 2.000 millones de toneladas de emisiones de CO2 vendrán de su lecho marino”.
Desde la perspectiva de Colombia, si en un hipotético escenario extremo, el país parara de tajo la producción de petróleo, bastaría con que en Estados Unidos se intensificara la actividad en el equivalente a una hora y 50 minutos más de operación diaria, para compensar la reducción de la oferta global. O también bastarían dos horas y 10 minutos adicionales en Rusia, o dos horas y media extras en Arabia Saudita. O 53 minutos de más en el conjunto de países de la Opep. En resumen, la producción colombiana se sustituiría con 14 minutos de actividad petrolera adicional al día en todo el mundo.
El escenario extremo es, pues, renunciar a lo que hoy genera la tercera parte de los ingresos externos del país mientras todavía crece la demanda global, y si ese desprendimiento se hace a un ritmo superior al del resto del mundo y al del aumento de las energías alternativas, en las que Colombia no tiene injerencia ni aporta nada a los avances. El país terminaría descartando sus ingresos y asumiendo los costos de ser importador de combustibles fósiles porque los seguirá necesitando para su propio funcionamiento.
En su mensaje, el presidente de Guyana retoma una idea que otras voces han advertido antes, y es el contraste en las magnitudes de uso de los combustibles en las economías industrializadas y, por lo tanto su contribución a la emisión de gases de efecto invernadero, frente a lo que emiten economías en desarrollo. También, el contraste entre los esfuerzos de defensa y conservación de pequeñas economías, como la suya, frente a los esfuerzos y compromisos de las industrializadas. Afirma, por ejemplo, el presidente Ali que Guyana captura 19,5 gigatoneladas de carbono mediante la conservación en su territorio, lo que hace que su país, en medio del auge petrolero, sea carbononeutral.
El bloqueo puede tener "enormes ramificaciones para el comercio mundial", advierten los expertos. Foto:Getty Images
Y esto último pone de presente un tercer contraste, el discurso desde los países ricos para exigir a los pobres, en donde están los bosques que aun se pueden conservar, para que los cuiden, en contraste con el apoyo material para cumplir ese propósito.
“Esta es la hipocresía que hay en el mundo”, dice el mandataria, al referirse a la incongruencia entre el moralismo con que desde las economías desarrolladas reclaman conservación mientras disfrutan del confort en sus vidas obtenido en su fase de acumulación de riquezas a costa de sus propios bosques y de prácticas laborales que involucraron trabajo infantil en sus revoluciones industriales.
A comienzos de marzo, Anna Bjerde, directora gerente de Operaciones del Banco Mundial, le decía a EL TIEMPO que los aportes desde esa entidad para proyectos relacionados con la Amazonia llegaban a más de 4.000 millones de dólares para “la gestión del paisaje forestal, la planificación del uso de la tierra, la agricultura inteligente, el entorno empresarial propicio y la infraestructura básica en proyectos que tienen impacto en los países amazónicos”.
Asumiendo que los recursos que canaliza esta entidad multilateral provienen principalmente de los mayores accionistas, las economías avanzadas, esta suma reflejaría parte de esos esfuerzos. En este caso, equivale a una hora y cuarto de la producción económica de Estados Unidos. Habría que ver cuál es el total de esas contribuciones, canalizadas por otros medios.
Para ser justos, hay hechos concretos que se destacan, desde los países avanzados. Por ejemplo, la advertencia de la Unión Europea (UE) a productores del campo que surten de comida a ese bloque del Viejo Mundo -principalmente productores de países pobres o en desarrollo. Les anuncian que no podrán vender sus productos en Europa si no certifican que no han deforestado en sus territorios.
Los productores del campo en naciones que exportan alimentos, como Colombia, ahora corren para cumplir el llamado Pacto Verde de la UE. Claramente con esta decisión se defienden los recursos y las reservas naturales, la integridad de los paisajes y la biodiversidad. Para ello, los productores deben asumir el esfuerzo con enormes externalidades en favor de quienes viven más allá de estos territorios. Externalidades positivas para habitantes de los países ricos. Externalidad es un efecto, en este caso bueno, que recibe alguien gratis por el esfuerzo de otro. “En los últimos 50 años -dice Ali- el mundo ha perdido el 65 por ciento de su biodiversidad. Nosotros mantuvimos la nuestra. ¿Cuánto pagará por ello el mundo desarrollado”.
Los productores del campo en los países exportadores asumen tareas que impactan sus costos de producción, lo que el sentido común dice que debería tener un efecto en los precios. ¿Hay mecanismos paralelos de la UE que apunten a precios justos? “Los términos en los que las empresas llevan a cabo estas relaciones comerciales, incluidos los precios, no son objeto de intervención”, le comentó en enero a EL TIEMPO Pablo Neira, jefe de la sección comercial de la delegación de la UE en Colombia.
Y mientras la UE avanza hacia la aplicación del Pacto Verde, los supermercados de sus países se disponen a pagar menos por un producto típico de estas naciones en desarrollo, el banano.
Con el Pacto Verde, los europeos muestran que están dispuestos a intervenir en los mecanismos del mercado para corregir posibles efectos nocivos para las poblaciones de aves o de plantas silvestres. Pero simultaneamente consideran que no deben intervenir esos mecanismos del mercado libre, en la dimensión que afecta a los seres humanos trabajadores y el valor económico reconocido al fruto de su labor.