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Lego, ingeniería para cualquier edad
Más que un juguete, los ladrillos de Lego Technic son una pieza de ingeniería.
Estos tiempos de fiestas y encuentros familiares nos dan la oportunidad de salirnos de los temas usuales de este espacio, aunque no de los fierros, los cuales adquieren para la Navidad el nivel de potenciales regalos, y más si se trata de elementos para todas las edades.
Estos tiempos de fiestas y encuentros familiares nos dan la oportunidad de salirnos de los temas usuales de este espacio, aunque no de los fierros, los cuales adquieren para la Navidad el nivel de potenciales regalos, y más si se trata de elementos para todas las edades.
Saltamos hoy a un juguete, ante todo una pieza de ingeniería, que captura el interés de todas las edades, cuya genialidad trasciende las vitrinas y ahora reside en los departamentos de diseño y estudio de grandes fábricas, empezando por citar a Ferrari y desglosando el andar de sus ladrillos por miles de posibilidades creativas.
Hablamos de Lego, el mayor fabricante de juguetes del mundo que vende cada año 70.000 millones de componentes de sus maquetas en 130 países, generados por 17.000 empleados y que se ufana de no haber recibido reclamo alguno por la calidad de los “ladrillos”, desde 2009, de los cuales hay más de 3.400 piezas diferentes en colores y encuadres.
Es una larga ruta industrial que empezó en los años 30 en la mente y habilidad de un carpintero danés, Ole Kirk Kristiansen, quien ideó los objetos ensamblables en madera y los puso en el mercado bajo el nombre Lego, derivado de las palabras leg godt, que significan “juegue bien”
Los incendios que arruinaron dos veces sus instalaciones lo llevaron a trabajar con plástico en vez de madera desde 1949, y desde entonces la firma avanza a los pasos de las leyendas, aunque no ha estado exenta de riesgos financieros que la tuvieron cerca de la bancarrota, de la cual los herederos la sacudieron con nuevas dimensiones de las piezas, absoluta perfección y el ajuste de cada una de estas, que permiten que el juguete, cualquier que sea, se pueda desarmar más de 1.000 veces sin que los componentes pierdan apriete y, además, algo clave, que en la construcción de los modelos los conjuntos no se desbaratan.
En 1999, el ladrillo de Lego fue calificado como el “juguete del siglo”, a tal punto que ya fue parte de estudios con universidades como el Massachusetts Institute of Technology (MIT) para agregarle más inteligencia y posibilidades.
Quien ha tenido un Lego en sus manos inmediatamente aprecia el ingenio para agrupar las piezas, la absoluta precisión de las instrucciones y las posibilidades enormes que han abierto al proponer kits de arquitectura, automóviles, camiones, aviones y elementos de construcción, así como asociaciones con los grandes movimientos de mercado del entretenimiento como Disney.
Con la línea Technic, creada en 1977, el horizonte creativo pasó de las piezas planas a piñones, ejes, crucetas, diferenciales, acoples de motores eléctricos, mecanismos neumáticos, control remoto, rios y réplicas, y propuestas tan originales como un piano que reproduce canciones o una espectacular máquina de escribir.
Por estas propuestas y soluciones han pasado grandes gurús de la ingeniería del automóvil real, quienes han simulado con los ladrillos muchos mecanismos que luego se desarrollaron en la realidad.
Por ejemplo, Volvo tomó las propuestas de la retroexcavadora LX03 que traía el juguete genérico de Lego (el primer Technic) para hacer el prototipo real de este aparato eléctrico de conducción autónoma.
Cuando Renault lanzó su vehículo eléctrico en 2010 necesitaba organizar la posibilidad de hacerlo híbrido con un mecanismo de integración de las energías de los dos motores que fuera “accesible, liviano para vehículos de todos los tamaños, con un rango eléctrico mínimo de 50 kilómetros”.
Nicolas Fremau, experto en la arquitectura híbrida de la marca, se imaginó un mecanismo radical y diferente para acoplar los motores térmico y eléctrico, sin caja de velocidades ni sincronismos intermedios.
Cuando vi a mi hijo jugando con los piñones de Lego en la casa intuí que ahí estaba la solución y salí a comprar muchos kits para trabajarlos y pensar en una maqueta” representativa
“Cuando vi a mi hijo jugando con los piñones de Lego en la casa intuí que ahí estaba la solución y salí a comprar muchos kits para trabajarlos y pensar en una maqueta representativa”, dice en la página oficial de prensa de Renault.
Pegando, recortando, modificando los elementos Lego, después de 20 horas, tenía un mecanismo con una caja de tres velocidades y un enganche entre los motores con el sistema Lego, llamado “Dog clutch”, que es un acople rápido con dientes muy robustos, tal como se usa en los autos de competencia.
El modelo fue a una evaluación final a cargo de los ingenieros Rémi Bastien y Gerard Detorubet (padre de la familia actual de los Dacia), para quien este prototipo mecánico –hecho con cinco centavos, lo cual encajaba con su filosofía de diseño de esa marca minimalista y barata– fue una revelación.
La demostración con el aparatico doméstico motorizado fue tan contundente que de inmediato pasó a la ingeniería real, una extrapolación que ya usan a diario miles de personas en sus carros. “Si lo podemos hacer con un Lego, funcionará en la vida real”, fue el veredicto.
Lo más reciente es un espectacular kit de un tamaño ocho veces más pequeño que el Ferrari Daytona SP3, un deportivo de competencia que se hará en una serie exclusiva de 599 ejemplares, que consta de 3.778 piezas con las cuales se forma una caja de velocidades secuencial que se opera desde manecillas en el timón, con ocho cambios, lo cual es mejor que el auto verdadero, que solo tiene siete, por el cual pagan 2,5 millones de dólares.
El “motor” está fielmente representado y se mueve rítmicamente con sus doce pistones, que, cuando son los reales, cubican 6,5 litros y erogan 830 caballos. Se agregan suspensiones activas con los amortiguadores y resortes perfectamente calibrados y operativos, así como los rines, hechos especialmente para este modelo y fiel copia de los originales, inclusive la orientación de aspas para el lado izquierdo o derecho del carro para que sean más eficientes en la extracción del aire caliente de los frenos.
Muchos componentes de este kit son comunes con otros de las maquetas de gran tamaño de Technic, en especial las cajas de velocidades, pero claramente para darles formas comparables aparecen algunos ladrillos novedosos que son presa de los coleccionistas y diseñadores.
Porque, paralelamente al mundo oficial Lego, muchas personas hacen sus propios diseños, venden los planos por pocos dólares, pero los aficionados deben proceder a comprar uno por uno los elementos, que están todos ofrecidos separadamente por Lego en sus sitios oficiales.
Asimismo, existen réplicas no oficiales de muchos de los conjuntos a raíz de que los derechos de exclusividad de las patentes de Lego se vencieron hace unos años y de inmediato muchos “falsificadores” aparecieron, aunque es evidente que no logran la calidad, el ajuste ni los resultados de un Lego oficial.
En el mercado externo hasta se ofrece un kit que simula un dinamómetro o tapete móvil en el cual se pueden motorizar estos modelos y ver su aguante, que es por supuesto limitado a ese nivel. Así es el mundo de estos juguetes que no tienen edad, salvo por el precio elevado de cualquiera de ellos, así sea primario.
La salida de este Ferrari al mercado de los juguetes hace ya más de un año se gesta luego de seis años de colaboración discreta y secreta entre Ferrari y Lego, a tal punto que este último fue supervisado por el director general de diseño de la marca italiana, Flavio Manzoni, y desarrollado bajo la tutela del genial Uwe Sabra, conceptor sénior de todos los Lego.
Este modelo es la continuación de una serie de sets de gran tamaño, miden más de 65 centímetros de largo en la mayoría, que comprende un Porsche 911 GT3, los Lamborghini Sian y Huracán, el Bugatti Chiron, el Peugeot 9X8 de Le Mans o la espectacular moto BMW 1000 RR, entre otros. Pero existen también en escalas más acomodables en las estanterías y los presupuestos caseros, que les permiten a los aficionados hacer sus series de vehículos o enfilarse en las variantes de otros temas que pueden significar su contagio con la epidemia Lego.
Que se puede propagar casi sin cura a piezas de arquitectura como la Torre Eiffel, que mide 1,5 metros de alto luego de encastrar 10.001 piezas; el Titanic, compuesto por 9.090 ladrillos, que lo extienden a 1,35 metros de largo; el reciente avión Concorde, cuyos 117 centímetros de largo se logran luego de armar 2.083 partes, y llegar hasta el mapamundi, que requiere la paciencia y disciplina sumadas para organizar 11.695 partes hechas en plástico ABS y con una exactitud controlada de una milésima de milímetro en todas sus dimensiones.
Hay para todos. Pero así sea en la caja más primaria, la ingeniería, el diseño y la calidad de las partes son el sello de Lego, que, de paso y para surtir sus creaciones, fabrica más llantas que cualquier productor, hablando de las grandes casas que surten al automóvil en el mundo.