Medidas para frenar la inflación tardarán en surtir efecto, dicen expertos

Las acciones que anunció el Gobierno para frenar el alto ritmo de la inflación, entre estas la reglamentación de la ley de insumos agropecuarios, la reducción de aranceles para insumos claves en la producción de alimentos y los créditos a los productores agrícolas, entre otras, hacen parte de las alternativas que están a la mano para contener la fuerte alza del costo de vida, pero no tendrán un efecto inmediato por razones estructurales.

Así lo señalan analistas consultados por EL TIEMPO, quienes explican que el impacto en los precios al consumidor tomará tiempo en verse, principalmente porque, por ejemplo, la materialización de ajustes en los aranceles tiene procesos istrativos.

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Según expertos consultados, los principales problemas que tiene hoy el índice de precios al consumidor tienen que ver con la indexación y las alzas de comienzo de año, pero también el efecto del aumento del 10 por ciento en el salario mínimo.

Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria, señala que las medidas anunciadas para tratar de minimizar la subida de precios, especialmente de los alimentos, toman algún tiempo en especial porque debe hacerse la reglamentación en aranceles.

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“El resto de la inflación tiene problemas de indexación, por ejemplo la educación sube este mes de febrero, los arriendos suben con la inflación pasada y otro tipo de cosas que definitivamente van a hacer que la inflación siga estando alta durante el primer y segundo trimestre del año”, aseguró el analista.

Al respecto, Camilo Herrera Mora, director de la firma Raddar, especializada en el análisis del consumidor, explica que en enero y en febrero van a subir todas las cosas que no subieron el año pasado, que en su mayoría son servicios que en su mayoría suben una vez al año, como la salud, la educación y los arriendos, entre otros.

“Contener eso es casi imposible y lo que toca es reducir el precio de los alimentos. Una solución podría ser la importación, que ayudaría, pero esto políticamente es difícil porque afectaría el empleo y la producción local”, explica Herrera.

Por su parte, Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research en Colombia, sostiene que el desarrollo y el despliegue de las medidas pueden tomar un tiempo en sus trámites istrativos y luego estos productos serán la base de costos para la producción que se entregue al mercado en los próximos 4 a 6 meses, y por ello tardará un tiempo en manifestarse.

Sobre otras acciones de rápido funcionamiento y de control a las tarifas, Olarte señaló que, al tener una economía de mercado, distorsionar los precios al decirles a unos agentes económicos que no pueden subir sus precios mientras que los insumos o su mercado sí están subiendo precios, puede hacer que la solución resulte más perjudicial que el problema.

Por esto, en su concepto lo mejor que se puede hacer es tener siempre una economía abierta, de mercado, para que las fricciones y estas subidas de precios exageradas se minimicen en tanto exista competencia.

Otro factor que sí está incidiendo en el aumento de la inflación es el reajuste del 10 por ciento en el salario mínimo, ya que, por ejemplo, los restaurantes son intensivos en mano de obra indexada al salario mínimo, lo que hace que siga impactando la inflación en el mediano plazo.

Por ello, de acuerdo con Herrera, el Banco de la República busca con el aumento de las tasas recoger dinero en el mercado y quitarles presión a los precios, porque entre menos plata la inflación va a caer. Pero explica que la idea de subir el salario mínimo un 10 por ciento tuvo como implicación obvia anticiparse al aumento inflacionario y a una caída en la capacidad de compra de los hogares, que afecte el ritmo de reactivación.

De hecho, la capacidad de compra ha subido en términos reales un 2 por ciento, lo cual muestra una contención de la situación de forma importante.

“El incremento entre 5 y 10 por ciento en los salarios puede haber causado un ajuste en los costos de producción de manera importante. El índice de precios al productor de bienes para consumo final tuvo en diciembre un aumento del 15 por ciento anual y en enero pasó al 19 por ciento”, añade Herrera. En otras palabras, los costos ganaron casi cinco puntos y es posible que las industrias estén transmitiendo parte del aumento de salario y de los costos al mercado, pero no la totalidad.

Los analistas creen que sería aconsejable que el Dane y la Superindustria retomen el seguimiento semanal a los precios para evitar brotes de especulación, algo que ya se hizo al comienzo de la pandemia de covid-19, ya que el país está en un momento de incremento de precios bien importante, especialmente de alimentos, y habría que analizar exactamente en qué mercados la competencia y la política promercado no se están cumpliendo, para aplicar las medidas adecuadas.

Según Herrera, si bien se deberían retomar estos controles para ejercer una defensa férrea del consumidor ejerciendo un rol clave en evitar la especulación, algo que funcionó muy bien durante la pandemia, la especulación que podría estarse dando es marginal.

“Será difícil identificar si existe y en qué grado la especulación. Por lo que no resultaría muy útil. Adicionalmente, en esta coyuntura el riesgo de controles o seguimientos que fallen es una caída en la producción por temas istrativos, y esto solo empeoraría la inflación”, indicó por su parte Reyes.

El Tiempo