En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
‘Me salvé de morir, pero perdí a 22 amigos’: sobreviviente al atentado
Se cumplen dos años del ataque terrorista a la Escuela de Cadetes. Testimonio de una sobreviviente.
El edificio empezó a moverse. Los vidrios, fragmentados tras el estruendo, le alcanzaron a cortar la mano izquierda a la entonces cadete de la Policía Eliana Martínez Duarte, pero ella lo notó mucho después.
Al salir del cuarto percibió un olor que no pudo identificar. Caminó por los pasillos aún consternada por un ruido que precedió al desastre del que era testigo y que aún rechinaba en sus oídos. Afuera se encontró con una nube negra.
Eliana tardó varios minutos en enterarse de que ese humo era producto de los 80 kilos de pentolita que llevaba el viejo campero Nissan Patrol, de placas LAF- 565, que por órdenes de la guerrilla del Eln había explotado a las 9:32 a. m. en la Escuela de Cadetes General Santander, ubicada en Bogotá, el lugar donde ella llevaba un año y medio preparándose para convertirse en subteniente de la Policía.
Luego vino lo peor. “Cuando comenzamos a concentrarnos en el punto de encuentro para emergencias, empecé a ser consciente de los ausentes”, cuenta Eliana. Varios de sus compañeros del curso 102 no llegaban. En el lugar todo era desespero.
Mientras algunos comandantes formaban a sus compañías, para identificar quiénes hacían falta, varios cadetes se turnaban los pocos celulares que había para llamar a sus familias y avisar que estaban bien. O mejor, que habían sobrevivido al ataque de ese jueves 17 de enero del 2019.
Pero no todos corrieron con esa suerte. La explosión del carro bomba acabó con la vida de 22 cadetes, todos compañeros de Eliana, y dejó a otras 68 personas heridas. El hecho, que hoy cumple dos años, pasó a la historia como el peor ataque terrorista contra una unidad de la Fuerza Pública en una gran urbe.
Este fue el cráter que dejó la explosión del carro bomba en la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander. Foto:Cortesía de Caracol Noticias
La noche anterior, Eliana planchó la falda, la guerrera y la camisa de su uniforme número 3, uno de los más elegantes de la institución. Lo dejó listo para la ceremonia de ascenso de brigadieres que tuvo lugar poco antes del atentado terrorista. Como pertenecía a la banda de guerra, luego del evento le pidieron cambiarse para los ensayos de otra ceremonia. Eso la salvó de morir junto a sus compañeros.
El hombre que conducía el carro bomba, un veterano eleno conocido con el alias del Mocho, murió en el sitio. Sus antecedentes criminales y su plena identidad (se llamaba José Aldemar Rojas) fueron confirmados con las huellas dactilares recuperadas de la mano izquierda, la cual fue encontrada a más de 15 metros del lugar de la explosión.
Cuando comenzamos a concentrarnos en el punto de encuentro para emergencias, empecé a ser consciente de los ausentes
El ‘Mocho’ entró en el campero por una puerta auxiliar de la escuela con poca vigilancia, que además tenía dañada la reja, sobre las 9:29 de la mañana. Por casi un minuto, nadie pareció ocuparse del vehículo, que logró avanzar hasta la avenida Santander, la vía interna más importante del campus.
Tras la primera alerta, el terrorista inició una acelerada carrera en la que atropelló a varios uniformados y que terminó, poco después, con la mortal explosión en una plazoleta ubicada en las inmediaciones de los dormitorios femeninos.
Allí, los cadetes que hacían parte de la guardia de honor de la escuela se preparaban para acompañar las honras fúnebres de un general retirado.
En uno de esos dormitorios, a menos de 30 metros, estaba cambiándose el uniforme Eliana, precisamente para participar en el acto solemne del alto oficial.
Para identificar a la mayoría de las víctimas fueron necesarias pruebas de ADN, debido a los destrozos provocados por los explosivos.
La noche de ese 17 de enero, la General Santander quedó casi desierta. Los casi mil jóvenes que estaban en la escuela, y que se salvaron de morir tras el bombazo, tuvieron que salir ante los destrozos que causó la onda expansiva en la infraestructura del lugar.
El día después de atentado, vecinos del sector dejaron flores frente a la Escuela de Cadetes para conmemorar a las víctimas del atentado. Foto:Rodrigo Sepúlveda. EL TIEMPO
Menos de 24 horas después, las autoridades detuvieron en Bogotá a Ricardo Andrés Carvajal Salgar, quien –según interceptaciones telefónicas– reconoció haber participado en el atentado. El hombre, señalado de haber pagado el arrendamiento de la bodega donde guardaron el carro bomba y desde donde salió el día del ataque, permanece recluido en la cárcel La Picota, y su juicio arrancó el viernes pasado.
En la actualidad, hay 13 personas capturadas vinculadas al proceso penal por el atentado en la Escuela de Cadetes.
El 23 de diciembre de 2019, en un acto presidido por el jefe de Estado, Iván Duque, los 22 cadetes fallecidos fueron ascendidos póstumamente al grado de subtenientes. A mediados de 2020, Eliana y varios de sus compañeros del curso 102 recibieron ese mismo grado. Su promoción estuvo incompleta por la execrable acción terrorista que sacudió al país hace dos años.