A una conclusión devastadora llegó la Organización Mundial de la Salud en un estudio cuyos resultados preliminares fueron publicados en octubre en el marco de la celebración del Día de la Salud Mental: los servicios de salud mental en el mundo se paralizaron o disminuyeron por cuenta de la pandemia, en tanto la demanda de atención se multiplicó por ese mismo motivo.
Según el estudio, que abarcó a 130 países, el 93 por ciento de ellos afectó sus servicios por la crisis de covid-19.
Aunque no hay datos específicos por países, se sabe que en Colombia durante las cuarentenas se redujo la atención presencial en servicios médicos no urgentes, aunque se dispusieron otros mecanismos como la línea 192 y la App Way de teleorientación en salud mental.
Y es que como lo ha dicho el mismo Ministerio de Salud, hubo un incremento de los problemas asociados a la ansiedad, reacciones al estrés, la depresión y las exacerbaciones de trastornos mentales previos por la pandemia, y evidencia de ello es que para mayo las líneas telefónicas territoriales de atención en crisis ya habían incrementado sus registros de llamadas hasta en un 30 por ciento.
Pero si bien la crisis del covid-19 ha encendido las alarmas por los efectos que en salud mental pueda crear –hay expertos que dicen que los trastornos mentales podrían ser la segunda pandemia–, lo cierto es que los trastornos que afectan el bienestar emocional ya venían siendo un problema grave en el país.
Según el Ministerio de Salud, la depresión representaba antes de la pandemia la segunda causa de carga de enfermedad en Colombia.
Por eso al analizar los programas de atención telefónica en crisis con énfasis en prevención del suicidio que hay en el país, la conclusión de los expertos es que son útiles pero insuficientes.
Según el directorio en la página web del Minsalud, solo 20 entes territoriales, entre departamentos y ciudades, tienen líneas. Y de esas, como lo confirmó este diario, hay varias cuyos números fueron desactivados o cambiados.
Y es que aunque psicólogos y psiquiatras consultados señalan que las líneas son un mecanismo de contención importante en ideación suicida, y la Organización Mundial de la Salud y el mismo ministerio colombiano lo reconocen, en el país no hay un programa que garantice el funcionamiento de estas.
La razón fundamental es que los entes territoriales tienen autonomía para decidir sobre sus programas de salud. Así, mientras las líneas de Bogotá y Medellín tienen personal y vehículos para asistir presencialmente a quienes están en mayor riesgo, como el servicio Código Dorado, en la capital antioqueña, en gran parte del territorio nacional ni siquiera hay líneas, más allá de la activada por la contingencia de la pandemia.
De acuerdo con Nubia Bautista, subdirectora encargada de enfermedades no transmisibles del Minsalud, la justificación para que las líneas sean de carácter territorial es que “es en lo local donde se activan las rutas de atención tanto del sector salud como de los demás sectores que deben articularse para responder a las necesidades” de las personas.
Pero lo más grave no es la inexistencia de las líneas, el problema es que los programas de prevención son diseñados normalmente por las mesas departamentales de salud mental y hoy hay instaladas menos de diez, de 32 departamentos, según Paulo Daniel Acero, psicólogo especialista en tanatología y miembro del equipo de respuesta del Colegio Colombiano de Psicólogos para la conducta suicida.
En consecuencia, afirma Acero, es difícil que haya mecanismos de prevención “si ni siquiera se cumple lo fundamental de ley”.
Los servicios telefónicos han demostrado ser un mecanismo de contención eficaz en crisis de salud mental
Según cifras de Medicina Legal, la curva de suicidios en el país experimentó una caída entre los años 2008 y 2013, pero volvió a tomar una dirección ascendente a partir de ese año. En el 2019, se registraron 2.643 suicidios; es decir, en promedio cada día perdieron la vida por esta causa siete personas. Y la tasa por 100.000 habitantes se ubicó en 6,08 personas, muy por encima de la 3,84 del 2013. Este año, hasta octubre se habían registrado 1.927 decesos por este motivo, 177 menos que el mismo mes del año pasado.
Al cruzar la información sobre la incidencia del suicidio a nivel departamental con la de existencia de líneas de atención, se encuentra, por ejemplo, que de los seis departamentos con tasas más altas, cuatro no tienen líneas: Vaupés, Tolima, Caldas y Quindío.
Risaralda, el tercero con la tasa más alta, sí tiene línea, pero esta funciona de lunes a viernes y en horario de oficina. Y esto es preocupante si se tiene en cuenta que, según Medicina Legal, el domingo es el día con mayor incidencia de suicidios. Además, por temas de contratación estuvo suspendida entre el 25 de diciembre del año pasado y el 24 de marzo de este año.
Jaime Restrepo, psicólogo de la Línea Amiga-Ámate y Vive de Risaralda, enfatiza en que además de garantizar la continuidad y ampliación de estos servicios para que tengan un impacto, es necesario que al ser derivadas al sistema de salud las personas con ideación suicida accedan de forma oportuna a tratamientos.
“Cuando identificamos una persona con alto riesgo, le decimos que vaya por urgencias al hospital que les corresponda por su EPS o al más cercano, y el centro tiene máximo 72 horas para prestarle la atención de salud mental, el problema es que después de las urgencias, si no hay hospitalización, las citas con psiquiatría y psicología pueden tardar meses”.
El psicólogo, especialista en drogodependencia y director científico de la corporación Buscando Ánimo, Leonardo Aja, coincide al respecto. De acuerdo con Aja, “las líneas pueden ayudar a las personas a estabilizarse, a ver soluciones, pero en algún momento será necesario derivarlas al sistema de salud y es ahí donde está el cuello de botella, pues la atención en salud mental en Colombia es deficitaria”.
Aja, quien ha sido asesor de servicios de asistencia telefónica para crisis, afirma que se ha demostrado que son una estrategia de abordaje que ayuda no solo en la prevención del suicidio sino también en otras situaciones como el abuso de sustancias psicoactivas y que por eso es “absurdo que no existan hoy cuando hay herramientas tecnológicas que harían más sencilla y económica su operación”.
‘Es posible prevenir detectando a tiempo a quienes están en riesgo’: Cástulo Cisneros
El psiquiatra Cástulo Cisneros, quien se ha desempeñado, entre otras cosas, como presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, coordinador de la sección de suicidio de la Asociación Latinoamericana de Psiquiatría y coordinador del Congreso Internacional de Suicidio que se realiza cada dos años en Pasto y este año llegó a su sexta edición, habló con EL TIEMPO sobre el impacto de los programas de atención en crisis en fenómenos como el suicidio y la deuda que tiene el país en el fortalecimiento de la atención en salud mental.
¿Qué tan efectivas son las líneas de atención en crisis para prevenir el suicidio?
El 90 por ciento de las personas con conductas suicidas presentan algún tipo de trastorno mental. Y estas personas no han buscado ayuda porque hay un estigma hacia la salud mental, porque buscan atención y quienes los atienden minimizan sus problemas y porque los servicios de salud mental son escasos, ni siquiera existen en varios lugares del país. Esto hace que muchas veces el primer o de las personas con el sistema de salud sea después de un intento de suicidio. Por eso necesitamos una atención integral.
El 90 por ciento de las personas con conductas suicidas presentan algún tipo de trastorno mental. Y estas personas no han buscado ayuda porque hay un estigma hacia la salud mental...
Las líneas telefónicas son sumamente importantes porque una persona que está pensando en quitarse la vida necesita ayuda, ser escuchada y hablar. Y las líneas les permiten manifestar el momento emocional en el que se encuentran; pero, en todo caso, son útiles en la medida en que puedan remitir a las personas a un servicio adecuado de salud.
¿Qué debería hacer el país para responder a esas necesidades?
Cumplir la política nacional de salud mental generando equipos de trabajo en prevención, atención y rehabilitación. Y sería adecuado tener una política pública en relación con el suicidio. Los programas no pueden depender de la sensibilidad que tenga el gobernante de turno hacia el tema.
¿Cómo es el proceso de atención ideal?
Hay estudios que dicen que en nuestro país entre un 20 y 25 por ciento de la población tendría ideación suicida, es decir, no es algo raro. Y ¿qué se necesita? Detectar esas personas a tiempo e intervenirlas terapéuticamente. ¿Y dónde detectarlas? En el sistema educativo, por ejemplo.
Usted trabaja en Nariño y allí no hay línea telefónica de atención, ¿qué herramientas de prevención tienen?
Hace unos 12 o 14 años, Ipiales presentó una de las tasas más altas de suicidio en el país y esa fue la razón por la que yo decidí dedicarme a este tema y hacer los congresos. En ellos hemos hablado ampliamente sobre la prevención, pues el suicidio es una muerte prevenible y eso se hace detectando a tiempo a quienes están en riesgo, buscando una valoración integral, determinando si hay una patología mental asociada y dándole tratamiento psicoterapéutico. Para ello es muy importante el trabajo que se hace desde la educación, la salud y los líderes comunitarios.
¿Qué otras herramientas son efectivas?
Hay que quitar el mito de lo que es la enfermedad mental, y no es la locura. En muchos casos es depresión, ansiedad, problemas intrafamiliares, consumo de alcohol, temas que se pueden atender.
VALENTINA OBANDO JARAMILLO
EL TIEMPO