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Paul B. Preciado les habla a los psicoanalistas

El filósofo español cuestiona el discurso freudiano en Yo soy el monstruo que os habla.

Preciado convirtió en libro el texto que presentó en 2019 ante La Escuela de la Causa Freudiana.

Preciado convirtió en libro el texto que presentó en 2019 ante La Escuela de la Causa Freudiana. Foto: Catherine Opie

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Abucheos. Gritos que traían insultos y la siempre fácil comparación con Hitler. Aplausos. Miradas cómplices y gestos de aprobación en silencio. Si algo quedó claro durante el discurso que Paul B. Preciado dio el pasado 17 de noviembre de 2019, en París, ante 3500 psicoanalistas fue que sus palabras no pasaron desapercibidas. Incomodaron, sí, pero también llevaron a la reflexión. Pero el eco de las palabras no terminó allí, fue tal el poder de dicha conferencia que se volvió viral y, como muchas cosas en la red, empezó a perder su contexto, su sentido. De ahí que Preciado decidiera convertir su “informe para una academia de psicoanalistas” en un libro que tomó el nombre de Yo soy el monstruo que os habla.
Este texto nació porque algún miembro de La Escuela de la Causa Freudiana pensó que escuchar la historia del tránsito, o del cambio de género, de Paul B. era importante para hablar de la “mujer y el psicoanálisis”. En un primer momento Preciado creyó que lo mejor era mandarlos al carajo, pero después de reflexionar un poco se dijo a sí mismo: ¿por qué no? Porque más allá de contar los efectos que ha tenido la testosterona en él, de contar las mil trabas burocráticas que tuvo que enfrentar para cambiar su género ante el Estado, más que contar su nueva faceta como hombre disidente lo que Paul B. vio fue una oportunidad de debatir y cuestionar a uno de los discursos que ha legitimado el poder y la violencia del sistema sexual. Sabía que no era una tarea fácil, pero ¿cómo desaprovechar un momento para replicar a Freud y al psicoanálisis?
Por eso su discurso trae afirmaciones como: “[…]puedo decir, muy rápidamente, que, al atribuir a Edipo un supuesto «deseo incestuoso», Freud y sus seguidores han contribuido a la estabilidad de la dominación masculina, culpando a la víctima de la violación y transformando en una ley psíquica el ritual social de violación y abuso infantil que subyace en la cultura patriarco-colonial” o “No estoy pidiendo a los psicoanalistas homosexuales que salgan del armario. Son los psicoanalistas heterosexuales los que tienen que salir urgentemente del armario de la norma”. Esas fueron algunas de las palabras que hicieron que más de un psicoanalista se moviera incómodo por su silla.
A Preciado le han colgado varios rótulos: “el filósofo del futuro”, “el revolucionario filósofo trans”, “el filósofo disidente sexual” o “el monstruo”; como él mismo se definió. Pero más allá de estas “categorías” o “jaulas” conceptuales si hay algo que ha hecho de Paul B. uno de los intelectuales más influyentes en el mundo Occidental es que no huye del debate, y si es necesario, pone cada centímetro de su cuerpo como medio para confrontar, explorar y crear ideas: “Sé que he convertido mi cuerpo en una sala de exposición, pero prefiero hacer de mi vida una leyenda literaria, un show biopolítico, que dejar que sean la psiquiatría, la farmacología, el psicoanálisis, la medicina o los medios de comunicación quienes me representen como un transexual educado y conforme, como un monstruo cultivado capaz de hablar con la lengua de la norma frente a ustedes, señores y señoras universitarios y terapeutas de la academia psicoanalista”. Así, con esas palabras, Preciado incendió la psique de sus oyentes y ahora de sus lectores.
Portada del libro de Preciado, editado por el sello Anagrama.

Portada del libro de Preciado, editado por el sello Anagrama. Foto:Archivo particular

El gran motivo que ha impulsado la escritura y el pensamiento de Paul B. ha sido una crítica al sistema de género, a esas políticas que nos identifican como hombres y mujeres. En esta separación binaria de los humanos, Preciado ve una de las formas más elaboradas de violencia, exclusión y colonialismo. Esto lo ha denunciado en varios de sus libros, pero su trabajo no se limita a señalar al poder, también propone formas de combatirlo como lo hace en Manifiesto contrasexual: “La contrasexualidad es, en primer lugar, un análisis crítico de la diferencia de género y de sexo, producto del contrato social heterocentrado, cuyas performatividades normativas han sido inscritas en los cuerpos como verdades biológicas.
En segundo lugar: la contrasexualidad apunta a sustituir este contrato social que denominamos Naturaleza por un contrato contrasexual. En el marco del contrato contrasexual, los cuerpos se reconocen a sí mismos no como hombres o mujeres sino como cuerpos hablantes, y reconocen a los otros como cuerpos hablantes”. Y, sin embargo, es un filósofo que tampoco teme a contar sus dudas y a exponer sus contradicciones, para la muestra Yo soy el monstruo que os habla.
“Pues bien, académicos del psicoanálisis  [...] yo soy el monstruo que os habla. El monstruo que habéis construido con vuestro discurso y vuestras prácticas clínicas.
Si bien Preciado ha reflexionado sobre las políticas trans, sobre la teoría queer y sobre el feminismo otro de sus grandes campos de pensamiento ha sido el lenguaje. Se ha preguntado cómo, a partir de este, podemos crear nuevas realidades, cómo se puede subvertir el orden establecido y cómo este es uno de los mejores caminos para fabricarse la libertad propia, por eso creó la metáfora de Un apartamento en Urano; que después fue el título bajo el que se recogieron sus textos publicados en varios medios de comunicación, donde mostraba el poder revolucionario de su escritura.
Tal vez fue por ese convencimiento que Preciado se subió sobre los hombros de uno de los escritores que mejor entendió el tránsito, la transformación, la metamorfosis para dirigirse a ese auditorio de psicoanalistas, en apariencia hostil. El apoyo de Paul B. fue Kafka. Imitando el cuento Informe para una academia –donde un mono aprende el lenguaje de los humanos y se dirige a una comunidad de científicos para contarles su experiencia– Preciado hace una analogía con su propia experiencia y muestra cómo aprender el lenguaje del poderoso, sus códigos, su ciencias y sus formas de conocimiento es una de las mejores formas para denunciar sus excesos, su violencia y su mezquindad: “Pues bien, académicos del psicoanálisis, como el simio Pedro el Rojo [personaje del relato de Kafka] se dirigía a los científicos, yo me dirijo hoy a ustedes desde la jaula del «hombre trans». […] Yo soy el monstruo que os habla. El monstruo que vosotros mismos habéis construido con vuestro discurso y vuestras prácticas clínicas. Yo soy el monstruo que se levanta del diván y toma la palabra, no como paciente, sino como ciudadano y como vuestro semejante monstruoso”.
Su acto de subversión: apoderarse de su lenguaje y transformarlo. Llamarnos a dejar las jaulas y como un grito –ahora desde el otro lado– decir: “Ha llegado el tiempo de sacar los divanes a las plazas y colectivizar la palabra, de politizar el inconsciente”. Un grito de todos nosotros: los monstruos.
DIEGO FELIPE GONZÁLEZ GÓMEZ

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