'Antes que anochezca', la vida de Reinaldo Arenas de nuevo en librerías

'La concertación de los relojes atlánticos”, así llamó Ángel Rama a ese momento extraordinario de la historia y del tiempo en el que todo confluyó para que el boom de la literatura latinoamericana sucediera. Todo se organizó de una manera que parecía imposible. En el caso de 'Antes que anochezca', autobiografía del escritor cubano Reinaldo Arenas (Aguas Claras, 1943-Nueva York, 1990), esa “concertación de los relojes” funcionó de una manera extraña. Publicada de manera póstuma, en 1992, su aparición coincidió con el final del campo socialista y el comienzo del “período especial” en Cuba.

El mundo asistió –asistimos– atónito al “desmerengamiento” (como lo llamó irónicamente Fidel Castro) de una utopía que se creía inmortal e invencible. Historiadores y analistas políticos aguardaban “la hora final de Castro” (como la bautizó el periodista argentino Andrés Oppenheimer). En ese momento histórico es publicado este libro. No en otro. Lo que ocasionó que se leyera no solo como obra literaria, que lo es, sino como un libro político, que también lo es. Y en muchos casos esta segunda lectura opacó y borró a la primera.

Arenas pertenece a esa generación inicial de escritores jóvenes que se vincularon de manera entusiasta al proceso revolucionario que comenzaba. Su infancia transcurrió en el campo cubano en medio de una pobreza muy grande, pero recordada después como una época feliz, plena de tiempo y libertad. “(…) ¿Cuál fue la influencia literaria que tuve yo en mi infancia? Ningún libro, ninguna enseñanza, si se exceptúan las tertulias llamadas ‘El Beso a la Patria’. Desde el punto de vista de la escritura, apenas hubo influencia literaria en mi infancia; pero desde el punto de vista mágico, desde el punto de vista del misterio, que es imprescindible para toda formación, mi infancia fue el momento más literario de toda mi vida. Y eso se lo debo en gran medida a ese personaje mítico que fue mi abuela, quien interrumpía sus labores domésticas y tiraba el mazo de leña en el monte para ponerse a conversar con Dios”, se lee en su autobiografía.

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Arenas estudió contaduría agrícola. En 1963 pasó a trabajar en la Biblioteca Nacional, donde tuvo la oportunidad de conocer a los poetas y autores cubanos Eliseo Diego, Cintio Vitier y Fina García Marruz, entre otros, quienes lo apoyaron en su carrera literaria que comenzaba: “(…) Veía cómo destellaba desde cada libro la promesa de un misterio único”. Separar vida y obra en su caso es imposible. Su obra se nutre vorazmente de la primera, por un lado, y fue una existencia tan atribulada, vertiginosa y pública que se convierte, por otro, en una novela de aventuras. Las dos forman un solo cuerpo. Se realiza, entonces, en su obra literaria una constante. Se vive en dos planos. Una realidad inmediata, cotidiana, sórdida y desgraciada por lo general. La otra es la que crea el personaje para poder sobrevivir. Resistir. No ahogarse.

Esta conjunción hace su obra fascinante. Cuando el autor descubrió esta posibilidad literaria, nació Celestino antes del alba, su primera y única novela publicada en Cuba. Su vida personal y opción sexual entraron en conflicto constante con las leyes del nuevo gobierno hasta volverse irreconciliables. Por este motivo, Arenas sufrió persecución y marginación. “Tres fueron las cosas maravillosas que yo disfruté en la década del setenta: mi máquina de escribir, ante la cual me sentaba como un perfecto ejecutante se sienta ante un piano; los adolescentes irrepetibles de aquella época en que todo el mundo quería liberarse, seguir una línea diferente a la línea oficial del régimen y fornicar; y por último, el pleno descubrimiento del mar”.

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En 1973 fue acusado de abuso sexual y terminó arrestado. Arenas huyó al interior del país y luego regresó a La Habana y se escondió en el Parque Lenin. “Allí comencé a escribir mis memorias, en las libretas que Juan me traía. Bajo el apropiado título de 'Antes que anochezca', escribía hasta que llegaba la noche, y en espera de la otra noche que me aguardaba cuando fuera encontrado por la policía. Tenía que apurarme en hacerlo antes de que oscureciera, definitivamente, para mí; antes de que fuera a parar a una celda”. Fue detenido y encarcelado en la prisión del Castillo del Morro. En 1980 logró salir del país en medio del éxodo del Mariel.

Se instaló en Nueva York. En medio de las dificultades y las enfermedades, continuó escribiendo su obra literaria. Diagnosticado con sida, comenzó a dictar y grabar su autobiografía. Esta manera de escribir es la que precisamente hace que sea tan cautivante leerla. La oralidad la dota de un sentido de familiaridad y cercanía. Allí residió hasta su suicidio, el 7 de diciembre de 1990.

'Antes que anochezca' es más que una autobiografía. Es un libro furioso en el que se funden las dos maneras de contar y narrar de Reinaldo Arenas. La vida privada y la Historia se transforman en una sola. Es la novela de una vida. Un triunfo de la memoria sobre la adversidad. ¿Dónde empieza una y termina la otra? No importa saberlo. Este es el libro de una existencia turbulenta y dramática. La vida de un “ser extravagante”. Un libro que vale la pena leer y releer. Porque, como diría Reinaldo Arenas, “mi memoria enfurecida fue más poderosa que cualquier nostalgia”.

ÁLVARO CASTILLO GRANADA