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Qué revelan los discursos de Biden tras cumplir tres meses de gobierno

El presidente de EE. UU. llegó a la Casa Blanca para unir a un pueblo estadounidense fragmentado.

La labor de unir a un país polarizado no ha sido fácil para Joe Biden, que este 30 de abril cumple 100 días como presidente de los Estados Unidos

La labor de unir a un país polarizado no ha sido fácil para Joe Biden, que este 30 de abril cumple 100 días como presidente de los Estados Unidos Foto: SCOTT APPLEWHITE. EFE / EPA

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Durante cuatro años y con el apoyo de una parte del Partido Republicano, Donald Trump llevó al extremo la radicalidad de su ideología conservadora e irrumpió en la escena internacional con acciones irresponsables, de carácter extremista y racista.
Un artículo del diario francés Libération, poco antes de la posesión del actual presidente Joseph Biden, aseguró que varias fueron las “marcas indelebles” de la istración Trump. En enero de 2017, dio vida al conocido programa Muslim Ban cuyo objeto era impedir el a territorio norteamericano de los ciudadanos provenientes de siete países musulmanes acusados de albergar terroristas: Irak, Irán, Siria, Somalia, Sudán y Yemen.
Siete meses más tarde, los enfrentamientos entre grupos extremistas armados contrarios a la eliminación de la estatua del general Robert E. Lee, calificado de esclavista, y manifestantes antirracistas terminó en un acto de violencia. Las declaraciones de Trump, frente a los actos de Charlottesville, asegurando que había “gente buena” en ambos bandos, sería determinante en la candidatura de Biden, como se desprende de sus declaraciones en la Convención Nacional Demócrata de 2020: “Fue una llamada de atención para nosotros como país. Y para mí, un llamado a la acción. En ese momento, sabía que tendría que correr. Mi padre nos enseñó que el silencio era complicidad. Y no podía permanecer callado ni cómplice. En ese momento, dije que estábamos en una batalla por el alma de esta nación”.
En el 2017, Trump firmó un decreto para salir del Acuerdo de París, un pacto en el que 195 países se comprometieron a reducir sus emisiones de gas para evitar el calentamiento global. Un año después, en el marco de su política migratoria, se conocieron las imágenes más sombrías de su cuatrienio, con la separación de las familias migrantes y su insistencia en la construcción de un muro entre los Estados Unidos y México. Su mandato en 2020 languideció frente a la poca reacción y gestión de la pandemia del covid-19.
El balance adverso le abrió las puertas del triunfo a Joe Biden, un político curtido del Partido Demócrata conocido por su larga trayectoria como senador desde 1972 y, más recientemente, como vicepresidente de Barack Obama.
Los discursos de Biden se centran así en valores éticos como: el amor, la empatía, la esperanza, la decencia y la dignidad.
Ad portas de cumplir los 100 primeros días (el 30 de abril), un plazo clave en la política estadounidense para evaluar el estilo de liderazgo y el poder de influencia de los nuevos presidentes, ¿qué nos revelan sus discursos?
Un análisis de estadística textual que recoge un grupo de 11 textos incluyendo los discursos como presidente electo, su investidura, ante el Departamento de Estado, en la Conferencia virtual de Seguridad en Múnich, el primer discurso sobre la pandemia y las declaraciones de la primera rueda de prensa, entre otros, revela tres voces: la del ritual, el vocabulario de la política exterior y, finalmente, el discurso pragmático para responder a la triple crisis: sanitaria, económica y social que enfrenta hoy el mundo.

El ritual

Varios estudios sobre la alocución presidencial han dado a conocer el estilo de los presidentes norteamericanos. Luc Benoit à la Guillaume, profesor de la Universidad de Rouen, destaca el concepto del elogio en los discursos de investidura. A través del ritual se resaltan las raíces históricas y la visión de futuro del proyecto de sociedad. Es así como los presidentes son insistentes en los valores fundamentales, la estabilidad de las instituciones y la legitimación del sueño americano.
Ante el grado de violencia, mentiras e insultos en el discurso de Donald Trump se da inicio a una nueva narrativa que busca cerrar las heridas de la extrema radicalidad. Los discursos de Biden se centran así en valores éticos como: el amor, la empatía, la esperanza, la decencia y la dignidad. Expone también conceptos centrales del sueño americano a través de las oportunidades, el liderazgo mundial, la esperanza por encima del miedo y la justicia sobre los privilegios.
Como lo recuerda el profesor Guillaume, Ronald Reagan reestableció las dimensiones rituales y protocolarias en la presidencia y multiplicó su aparición en público. Esto lo hizo para colmar la ruptura entre gobernantes y gobernados de dos eventos mayores en la política estadounidense del siglo XX: la guerra de Vietnam y el escándalo de Watergate.
Biden sigue este estilo al querer acercarse a toda la nación y comunicar con un vocabulario del americano del común. En su discurso como presidente electo no dudaba en afirmar: “Seré un presidente que una y no divida” (…) “busqué esta oportunidad para restaurar el alma de América” (…) y “espero reconstruir la columna vertebral de la nación”.
Como lo hizo Kennedy en 1961 al referirse a Dios, Biden también incluye en el ritual el aspecto místico. El 7 de noviembre de 2020 afirmó en Wilmington: “La Biblia dice que en cada temporada hay una época para construir, cosechar y sembrar. Y también tiempo para curar. Este es el momento de curar a América (…). Los americanos nos han llamado a reunir las fuerzas de la decencia y de la justicia”.
En su discurso de investidura insiste en los referentes religiosos. Recuerda a San Agustín, el santo de su iglesia, quien define a la comunidad a través de elementos de unión. En el caso de la nación americana recuerda los elementos centrales: el respeto, el honor y la verdad. Siguiendo el carácter ceremonial, Biden en su discurso de investidura puso en el centro del mensaje a los padres de la patria. Nombró a Lincoln como salvador de la Unión en 1860, a Franklin Delano Roosevelt, quien propuso en 1932 el New Deal ante un país en crisis; a John F. Kennedy, quien solicitó en 1960 el nuevo pacto ‘la Nueva Frontera’, y concluyó con Barack Obama recordando su mítico lema ‘Yes, we can’ (sí podemos).

El léxico de la política exterior

En los discursos de política exterior aparecen de manera preponderante tres ejes: el multilateralismo, el desafío del cambio climático y los temas relativos a seguridad y defensa. Cambiando el registro de Trump, Biden no duda en repetir con insistencia: “América está de regreso” y desea reconquistar el liderazgo de entonces. En su vocabulario, a diferencia de su antecesor, describe a sus pares como nuestros socios y nuestros aliados. En este escenario hace una mención especial: “Necesitamos fortalecer nuestras capacidades colectivas con amigos democráticos más allá de los Estados Unidos y Europa reinvirtiendo en nuestras alianzas de tratados con Australia, Japón y Corea del Sur, y profundizando las asociaciones desde la India hasta Indonesia para promover valores compartidos en una región que determinará el futuro de los Estados Unidos”.
A diferencia de la escueta declaración que dio en una entrevista sobre Putin, hace hincapié en la labor de la diplomacia y el trabajo conjunto con los aliados. Sobre Rusia y China insiste: “Los desafíos con Rusia pueden ser diferentes a los de China, pero son igual de reales. Y no se trata de enfrentar al Este contra Occidente. No se trata de que queramos un conflicto. Queremos un futuro en el que todas las naciones sean capaces de determinar libremente su propio camino sin una amenaza de violencia o coacción. No podemos ni debemos volver a los bloques rígidos de la Guerra Fría”.
No esconde las dificultades con China sobre la competencia en la innovación tecnológica, la propiedad intelectual y la normatividad en campos como la inteligencia artificial o la biotecnología. Alerta y rechaza con firmeza la estrategia de Putin de debilitar el proyecto europeo y poner en marcha “la piratería en las redes informáticas”.

El discurso pragmático

El último grupo de discursos, relativos a la política interna, está centrado en el tema de la pandemia. El vocabulario así lo denota: vacunas, dosis, virus, millón de vacunas, familias, los americanos y esta pandemia. Nuevamente, esta temática se antepone al discurso de Trump pues los mensajes se centran en dos ejes: verdad y ciencia. Si la meta era la de aplicar 100 millones de vacuna en los 100 primeros días, esta fue sobrepasada a los 58 días.
De manera pedagógica, el presidente, en su primera rueda de prensa, dio una rendición de cuentas exponiendo el manejo de la pandemia. Para acelerar la entrega se negoció con los laboratorios una fabricación histórica para tener suficientes dosis antes del mes de mayo. A esto se suma un amplio suministro gracias a los más de 600 sitios de vacunación comunitaria, el apoyo para la vacunación de 14.000 farmacias, más de 500 clínicas móviles y más de 6.000 efectivos federales en servicio para lograr una masiva vacunación antes del 4 de julio. Biden no ahorra en imágenes y metáforas asegurando en su discurso que “detrás de cada inyección, hay una dosis de esperanza”.
Como lo señalaba un editorial del diario Le Monde, el sleepy Joe (el Joe dormido), así era denominado por Trump, ha sorprendido por la rapidez como ha definido tres planes de gasto de gran envergadura: relanzar la economía y desarrollar una efectiva transición verde, renovar la infraestructura y ayudar a la clase media y popular.
Mientras el plan de reconstrucción de la infraestructura vial tiene un consenso bipartidista, el Green New Deal es menos efectivo pues no propone aún acciones concretas para acelerar la revolución verde, como, por ejemplo, con un impuesto a los carburantes, entre otros.
La verdadera revolución de Biden se sitúa en las preocupaciones sociales de las clases populares y la clase media. Si Trump quiso responder a estas franjas con el proteccionismo, Biden está tejiendo los hilos para lograr una verdadera protección social que fue desmantelada por la revolución conservadora desde la istración Reagan.
A diferencia de Obama o Clinton, quienes fueron unos gerentes, sostiene Le Monde, la era Biden se caracterizará más por una transformación como la de Franklin Delano Roosevelt o Lyndon Johnson, quien, a pesar de haber renunciado por la difícil gestión con la guerra de Vietnam, logró dos programas de avanzada en el ámbito social: el Medicare, legislación de la seguridad social, y el civil rigths act, ley que puso fin a la segregación racial.
Si bien América Latina no aparece en dicho espectro, podría inferirse que la istración Biden está analizando las acciones por tomar en la región.
MARÍA FERNANDA GONZÁLEZ
Especial para El Tiempo
*Con el apoyo de la constitución del corpus: Lucie Elzière.

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