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Rusia: ¿cuáles son los futuros frentes de guerra de Vladimir Putin?

Expertos creen que, de ganar en Ucrania, el presidente ruso activará nuevos conflictos.

Periodistas se encuentran frente a la pantalla con los resultados preliminares de las elecciones presidenciales durante una sesión informativa en la Comisión Electoral Central en Moscú

Elecciones en Rusia. Foto: EFE

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ANALISTA SÉNIORActualizado:

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“Larga vida a Rusia”, gritaba el lunes, con emoción apenas contenida, el reelecto presidente Vladimir Putin, de 71 años, ante una plaza Roja inundada de seguidores congregados para celebrar la tercera victoria electoral consecutiva de su líder, que obtuvo esta vez más del 87 % de los votos según los boletines oficiales, tras una campaña de la que fueron borrados todos los opositores reales, y durante la cual proliferaron las amenazas a los votantes que querían abstenerse o votar en blanco.
Si completa este nuevo mandato que va hasta 2030, Putin habrá permanecido en el poder más de 31 años, batiendo así el registro de José Stalin, el sanguinario dictador que sometió a la extinta Unión Soviética durante 30 años y seis meses, entre 1922 y 1952. En los últimos 300 años, solo la emperatriz Catalina la Grande ha gobernado más en ese país: 34 años y 4 meses, en la segunda mitad del siglo XVIII.
Putin ganó la presidencia por primera vez en 1999 y desde entonces ha estado a la cabeza del Ejecutivo, aunque para eludir una norma constitucional, entre 2008 y 2012 dejó la Presidencia a su aliado y títere Dimitri Medvedev, y ejerció el mando como primer ministro, antes de regresar a la Presidencia tras imponerse en las elecciones de 2012, en las de 2018 y, ahora, en las que concluyeron este domingo.
“Este personaje (...) está ebrio de poder y hace todo lo que puede para reinar eternamente”, dijo este domingo el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, cuyo país fue parcialmente invadido por las tropas rusas hace 26 meses. El frente de guerra, que se ha mantenido estable desde el otoño de 2022, comienza a tambalear del lado ucraniano en una docena de puntos en el este y el sureste, ante la falta de constancia del apoyo occidental en armas y municiones.
Putin juega
con el tema
de la seguridad de Rusia y de su entorno, y argumenta que quiere proteger a los rusos que viven fuera de sus fronteras
Aparte del amañado triunfo electoral y de algunos avances de sus tropas en el frente, Putin tiene varios motivos más para mirar el futuro con optimismo. El estallido de la guerra en Gaza –tras el feroz ataque terrorista de Hamás a territorio israelí el 7 de octubre y la respuesta de tierra arrasada de Israel, bajo el liderazgo de su primer ministro Benjamin Netanyahu, que mantiene una vieja relación con Putin–, ha distraído a Occidente de su interés y solidaridad hacia Ucrania.
Y en materia política, las elecciones al Parlamento Europeo, a inicios de junio, auguran un avance de las fuerzas de la derecha radical, en gran medida enemiga de la Unión Europea, un resultado que puede agrietar aún más la solidez del apoyo del Viejo Continente a Zelenski.
Algo similar puede ocurrir en noviembre en Estados Unidos si Donald Trump, otro viejo conocido de Putin, gana la presidencia y hace valer su promesa de romper la Otán, la alianza militar que une desde hace 75 años a Washington con las potencias europeas, y cuyo apoyo a Ucrania ha sido fundamental para contener hasta ahora la invasión rusa.
El reelecto presidente ruso Vladimir Putin se reúne con los medios de comunicación en su sede de campaña en Moscú.

El reelecto presidente ruso Vladimir Putin se reúne con los medios de comunicación en su sede de campaña en Moscú. Foto:AFP

El apetito de Putin

“Debemos actuar antes de que sea literalmente demasiado tarde, porque, como nos recuerda Polonia, Rusia no se detendrá en Ucrania y Putin seguirá adelante, poniendo en riesgo a Europa, a Estados Unidos y a todo el mundo libre”, declaró la semana pasada, en Washington, el presidente estadounidense, Joe Biden, en el marco de la visita a la Casa Blanca del presidente y el primer ministro polacos, Andrzej Duda y Donald Tusk.
Tras revisar documentos de la inteligencia europea, y hablar en París con varias fuentes diplomáticas, EL TIEMPO pudo establecer, más allá de Ucrania, un cuadro general de los principales focos en la mira del Kremlin, algunos de ellos ya activos en cuanto a tensiones militares se refiere.
Todas las fuentes coinciden en que Moldavia, un pequeño país de 33.000 kilómetros cuadrados y poco más de dos y medio millones de habitantes, es el próximo bocado que Putin se quiere tragar. En sánduche entre Ucrania y Rumania, no lejos del mar Negro pero sin costas en él, tiene ya un enclave de 1.700 soldados rusos instalados en Transnitria, una franja al este que desde 1992 reclama su autonomía, con apoyo de Moscú.
Cuando la presidenta de Moldavia, Maia Sandu –en el poder desde diciembre de 2020– inició las negociaciones para la adhesión de su país a la Unión Europea, Putin disparó las provocaciones. Piensa que, al igual que Ucrania, Moldavia debería volver a quedar integrada a Rusia, como cuando hacía parte, al igual que el territorio ucraniano, de la Unión Soviética. “Un triunfo de las tropas rusas en Ucrania –dice un detallado informe de inteligencia europeo– abriría las puertas a una rápida invasión de Moldavia por el ejército de Putin”.
La guerra en Ucrania se ha vuelto un reto especial para Putin.

La guerra en Ucrania se ha vuelto un reto especial para Putin. Foto:Getty Images

Al este del mar Negro, en el Cáucaso, está Armenia, otro pequeño país que hizo parte de la Unión Soviética. Enfrascada en un viejo conflicto con su vecina Azerbaiyán –que produce 1,4 millones de barriles de petróleo al día, y eso le da mucho poder–, Armenia contaba con 3.000 soldados rusos en su territorio, para apoyarla ante la amenaza azerbaiyana.
Pero cuando Azerbaiyán desató y ganó una guerra relámpago en 2020, los rusos nada hicieron y Armenia se inclinó por acercarse a la Unión Europea, motivo más que suficiente para que la portavoz diplomática de Putin, Maria Zajarova, amenazara hace pocos días con “daños irreparables” en las relaciones entre los dos países, si Armenia se aleja del Kremlin y se acerca a la UE.
Al norte de Armenia está Georgia, con una frontera de 723 kilómetros con Rusia que incluye dos regiones, Osetia del Sur y Abjasia, que declararon su independencia del gobierno de Tiflis, capital georgiana, en 2008, con apoyo de 4.000 soldados rusos que invadieron esas zonas ante los rumores del ingreso de Georgia a la Otán, y con la excusa de proteger a la población rusófona.
A lo largo de sus 24 años al frente de Rusia, Putin ha acumulado un gran poder.

A lo largo de sus 24 años al frente de Rusia, Putin ha acumulado un gran poder. Foto:Reuters

Georgia solicitó su ingreso a la Unión Europea el 3 de marzo de 2022, días después de la invasión rusa a Ucrania. Putin quiere evitar ese paso y, en caso de imponerse en Ucrania, llevaría a cabo las acciones militares necesarias para devolver a Georgia a la órbita del Kremlin.
Dos mil kilómetros al norte están los tres países bálticos –Lituania, Letonia y Estonia– que también se independizaron de Moscú tras la disolución de la Unión Soviética en 1991. En todos ellos hay población de origen ruso que Putin se ha comprometido a proteger “por todos los medios necesarios”.
El lunes, el diario parisino Le Figaro recordó cómo, en enero, “el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, un centro de pensamiento basado en Washington), que sigue el conflicto de Ucrania a diario, aseguraba que Rusia moldeaba su discurso para justificar una posible escalada sobre los países bálticos”.
Al igual que Adolfo Hitler hablaba hace noventa años del “espacio vital de Alemania” (el Lebensraum, en alemán) para justificar la expansión de sus fronteras, y aseguraba querer proteger a los alemanes que vivían en los países vecinos, Putin juega con el tema de la seguridad de Rusia y de su entorno, y argumenta que quiere proteger a los rusos que viven fuera de sus fronteras.

África y el Ártico

Pero el apetito de Putin no termina en Europa. El Kremlin también está a la ofensiva en el centro-oeste de África, donde sus mercenarios del grupo Wagner prestan servicios a los gobiernos de Mali, Níger, Burkina Faso y la República Centroafricana.
Esos regímenes de facto han venido expulsando a las tropas sas, presentes en la zona para combatir a los terroristas islámicos. Y hace pocos días, la junta militar de Níger rescindió los acuerdos de cooperación militar con Washington, lo que implicará la salida de 1.100 militares estadounidenses.
Rebautizado en esta región como Africa Corps –lo que recuerda a las tropas nazis del mariscal Erwin Rommel–, Wagner “está en una lógica de predación”, le dijo a Le Figaro una fuente militar sa: apoya a las juntas militares de la región, a cambio de poder explotar los recursos naturales de esos países, que incluyen oro, diamantes y uranio.
Otro punto en la mira de la estrategia de expansión de Putin es el Ártico. Con la aceleración del deshielo del casquete polar norte, Rusia prepara desde hace muchos meses un plan militar para hacerse fuerte en aguas que ahora, por causa del cambio climático, serán mucho más navegables tanto para submarinos como para naves de superficie.
La guerra que Rusia inició en febrero de 2022 en Ucrania ha hecho que el gobierno ruso acalle las voces antibelicistas.

La guerra que Rusia inició en febrero de 2022 en Ucrania ha hecho que el gobierno ruso acalle las voces antibelicistas. Foto:HO vía EPA

La Otán está inquieta. La preocupación es especialmente grande con las nuevas bases de submarinos nucleares en la región de Múrmansk, no lejos de la frontera rusa con Finlandia y Noruega.
El jefe de la Otán, Jens Stoltenberg, lo advirtió desde agosto de 2022. “En los últimos años –dijo entonces– Rusia ha intensificado sus actividades militares en la región, estableciendo un nuevo comando para el Ártico, reabriendo cientos de viejas bases militares de la era soviética y construyendo nuevas, en especial aeropuertos y puertos de aguas profundas, y utilizando la región para probar sus sistemas de armas más innovadores”.
Occidente y sus aliados no se han quedado quietos. Alemania duplicó su gasto militar y lo elevó hasta el 2 % del PIB. Francia se ha convertido en el segundo fabricante de armas del mundo. Japón (el gran aliado en Oriente) dejó atrás su política pacifista con un aumento anual de más de 6.000 millones de dólares del gasto en defensa. Suecia –otro antiguo pacifista– hizo lo propio al duplicar el gasto militar y dar pasos para casi triplicar su pie de fuerza entre activos y reservistas.
Hace dos semanas, el alto representante de la UE para la política exterior, Josep Borrell, urgía un mayor apoyo de Occidente a Ucrania: “Si Rusia gana esta guerra, Europa estará en peligro porque (Putin) no se va a parar ahí”. Habría que agregar que, con los focos de conflicto en la mira del reelecto presidente ruso, tanto Europa como buena parte del planeta estarán en peligro si Putin derrota a Ucrania.
MAURICIO VARGAS
ANALISTA
EL TIEMPO
[email protected] / Instagram @mvargaslinares

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