Durante la mayor parte de sus 40 años de trayectoria, Carlos Moreno, científico y profesor de negocios en París, trabajó en relativa paz.
Muchas ciudades del mundo adoptaron un concepto que él comenzó a desarrollar en el 2010. Llamada la ciudad de 15 minutos, la idea es que los destinos cotidianos, como escuelas, tiendas y oficinas, deben estar a poca distancia a pie o en bicicleta del hogar. Casi 100 alcaldes de todo el mundo lo adoptaron como una forma de ayudar a recuperarse de la pandemia.
Quienes acogen las teorías de conspiración llegaron tarde, pero súbitamente.
Una avalancha de rumores y distorsiones han apuntado a la idea de Moreno. Impulsados en parte por los negadores del cambio climático y los partidarios de la teoría de conspiración de QAnon, han circulado afirmaciones falsas en línea, en protestas e incluso en audiencias gubernamentales de que las ciudades de 15 minutos eran precursoras de “confinamientos por cambio climático” —”campos penales” urbanos en los que los movimientos de los residentes serían vigilados y fuertemente restringidos.
Muchos atacaron directamente a Moreno, de 63 años. El profesor, que imparte cátedra en la Universidad de París 1 Panthéon-Sorbonne, enfrentó acoso en línea y vía correo electrónico. Fue acusado de ser un agente de un gobierno mundial totalitario invisible. Fue comparado con criminales y dictadores. Y comenzó a recibir amenazas de muerte.
“Ya no era yo un investigador, era Pol Pot, Stalin, Hitler”, dijo Moreno. “Me convertí, en una semana, en el Enemigo Público Número 1”.
Para figuras de alto perfil, la desinformación y la hostilidad que puede causar han sido parte del trabajo. Pero cada vez más, hasta los profesores e investigadores enfrentan intimidación de los teóricos de la conspiración.
Muchas amenazas han sido dirigidas a los científicos que estudian Covid-19. En una encuesta de 321 de esos científicos que habían dado entrevistas a los medios, la revista Nature encontró que 22 por ciento había recibido amenazas de violencia física o sexual y 15 por ciento había recibido amenazas de muerte. El año pasado, un médico austriaco que era partidario de las vacunas y blanco reiterado de amenazas se suicidó.
Moreno no enfrentó acoso hasta que los teóricos de la conspiración equipararon por error las ciudades de 15 minutos con la idea de barrios de poco tráfico en Gran Bretaña. Los esfuerzos para adoptar áreas de bajo tráfico, aprobadas para pruebas el año pasado en Oxford, han generado preocupaciones sobre si las medidas de reducción del tráfico podrían provocar que la congestión se derrame a las áreas circundantes. Pero algunos se centraron en otros elementos del plan, como las cámaras de monitoreo de placas.
El resultado: un escenario de pesadilla en el que los residentes estarían confinados en prisiones al aire libre cercadas en zonas aisladas. El 18 de febrero, cuando unas 2 mil personas protestaron en Oxford, algunos portaban carteles que afirmaban que las ciudades de 15 minutos se convertirían en “guetos” creados por el Foro Económico Mundial como una forma de “control tiránico”.
El año pasado, la Asociación Estadounidense de Psicología sugirió que las universidades crearan oficinas de seguridad para ayudar a los profesores a filtrar mensajes amenazantes, limpiar su información personal en línea y recibir terapia.
“Es totalmente increíble que podamos recibir una amenaza de muerte sólo por trabajar como científicos”, dijo Moreno.
Por: Tiffany Hsu
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