La Tierra no es el único lugar en el sistema solar con impresionantes espectáculos de luces. Nueva investigación muestra que también se pueden ver auroras en las lunas galileanas de Júpiter: la hipervolcánica Io, la gélida Europa, la peculiar Calisto y la gigantesca Ganímedes.
En dos artículos publicados en The Planetary Science Journal, dos astrónomos reportan que si estuvieras parado en Ganímedes y Calisto (satélite de Júpiter), auroras visibles estarían bailando sobre tu cabeza.
Los investigadores capturaron las auroras mirando a través de telescopios en Hawai, Arizona y Nuevo México. El equipo pasó años observando cómo la sombra de Júpiter se tragaba los satélites y luego resurgían.
Captar resplandores escurridizos en las lunas puede ser difícil. Pero “las auroras siempre están ahí cuando observas un eclipse”, dijo Katherine R. de Kleer, astrónoma planetaria en el Instituto Tecnológico de California y una autora de ambos estudios.
Las auroras son diferentes a las de la Tierra. Los campos magnéticos y las partículas energéticas expulsadas por el Sol llegan a la Tierra y son atrapadas por la burbuja magnética de nuestro planeta. Esas partículas se precipitan hacia los dos polos magnéticos y chocan contra las moléculas de gas en la atmósfera superior, energizándolas brevemente y liberando diversos tonos de luz visible.
Pero aparte de Ganímedes, las grandes lunas de Júpiter carecen de burbujas magnéticas. Su atmósfera nociva —en parte cortesía de las épicas erupciones volcánicas de la luna— regularmente derrama al espacio.
Las atmósferas extremadamente delgadas de las lunas hacen que sus auroras rojas brillen mucho más intensamente que las verdes. El satélite galileano más extraño, tiene un resplandor amarillo anaranjado similar al de un farol. Este espectáculo de luces se atenúa poco después de que entra en la sombra de Júpiter. Tras reemerger y bañarse durante unas horas a la luz del Sol, este enfermizo resplandor ámbar vuelve a arder intensamente.
El objetivo subyacente de este trabajo era revelar las composiciones y los comportamientos de las atmósferas de estas lunas.
Los colores de las auroras de las lunas proporcionan pistas sobre los ingredientes en la atmósfera de cada mundo. El componente atmosférico dominante de Calisto, Europa y Ganímedes es el oxígeno molecular, lo que explica sus tintes aurorales verdes y rojos recién descubiertos. El naranja enfermizo de Io proviene de compuestos de sodio, mientras que una luz carmesí descrita por primera vez en uno de los artículos nuevos proviene del potasio.
Por: ROBIN GEORGE ANDREWS
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