La controversia sobre la antropofagia antigua, o canibalismo, tiene más de un siglo de librarse en el mundo académico. Hoy, las afirmaciones de canibalismo son sometidas a exigentes estándares de evidencia.
Es por ello que más de una ceja se levantó recientemente ante un estudio en Scientific Reports. El estudio afirmó que un fragmento de hueso de espinilla de 1.45 millones de años —encontrado hace 53 años en el norte de Kenia y escasamente documentado— era una indicación de que nuestros ancestros humanos no sólo sacrificaban a los de su propia especie, sino que probablemente también los consumían.
Un comunicado de prensa describió el hallazgo como la “evidencia decisiva más antigua” de ese comportamiento.
Briana Pobiner, paleoantropóloga en el Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian y primera autora del artículo, es una autoridad en marcas de corte. Ella había visto el fósil de la mitad de la tibia hace seis veranos mientras examinaba los huesos de un homínido en la bóveda de un museo de Nairobi. Estaba inspeccionando el fósil en busca de marcas de mordeduras cuando notó 11 cortes delgados, todos inclinados en la misma dirección y agrupados alrededor de un punto donde un músculo de la pantorrilla se habría adherido al hueso —el trozo más carnoso de la parte inferior de la pierna, dijo Pobiner en una entrevista.
Envió moldes de las cicatrices a Michael Pante, paleoantropólogo en la Universidad Estatal de Colorado y un autor del estudio, quien hizo escaneos en 3D y comparó la forma de las incisiones con una base de datos de 898 marcas de dientes, pisoteos y destazamientos. El análisis indicó que nueve de las marcas coincidían con el tipo de daño causado por herramientas de piedra.
En el estudio, Pobiner escribió que el canibalismo era una posible explicación del hueso descarnado. Pero sus citas en el comunicado de prensa sonaron más definitivas y, para disgusto de sus colegas, inspiraron titulares como “Hombres de las cavernas se mataban y comían unos a otros hace 1.45 millones de años, dicen científicos”.
Algunos expertos elogiaron los hallazgo, mientras que otros dijeron que su argumento de canibalismo era exagerado, aunque sólo porque no ofreció ninguna prueba de que la carne se hubiera comido.
“Morbo”, dijo Tim D. White, paleoantropólogo en la Universidad de California, en Berkeley, mejor conocido por liderar el equipo que descubrió Ardipithecus ramidus, un probable antepasado humano de 4.4 millones de años. “La simple presencia de rasguños ambiguos en un hueso fósil aislado no es evidencia suficiente de canibalismo”.
Los académicos han debatido durante mucho tiempo si aceptar el canibalismo habitual y rutinario en la prehistoria humana. La primera confirmación se descubrió en 1994 en el sitio de la cueva Gran Dolina en la Sierra de Atapuerca en España. Los restos de 11 individuos que vivieron hace unos 800 mil años mostraban señales distintivas de haber sido comidos, con huesos que mostraban cortes, fracturas donde habían sido abiertos para exponer la médula y marcas de dientes humanos.
Respecto al fragmento de hueso de Pobiner, “¿había otros huesos con marcas de corte?”, dijo White. “¿Había herramientas de piedra presentes?”.
¿Cuándo indican canibalismo las marcas en un hueso?
“Nunca en un solo hueso”, dijo White.
Por: FRANZ LIDZ
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