EN EL RÍO SAJAU, Indonesia — Alguna vez se rumoró que el pueblo punan de la isla de Borneo tenía cola, así de esquivo les parecía a sus vecinos en el siglo 19. Los punan vagaban por la selva tropical del norte de la isla en grupos familiares, cazando cerdos barbudos, cosechando plantas con almidón y recolectando productos forestales para el comercio.
Con el paso de las décadas, el Gobierno indonesio despojó a los punan de sus tierras ancestrales y los exhortó, a veces por la fuerza, a establecerse en aldeas construidas. En el 2002, un censo de los punan en el este de Borneo se centró sólo en las aldeas, porque se creía que existían muy pocos nómadas.
Y así, en el 2018, cuando Stephen Lansing, antropólogo en el Instituto Santa Fe en Nuevo México, y Pradiptajati Kusuma, genetista en el Instituto Mochtar Riady de Nanotecnología en Tangerang, Indonesia, dijeron que se habían enterado de un clan de unas 30 familias punan que se refugiaban en cuevas de piedra caliza y rara vez emergían del bosque, muchos expertos se mostraron escépticos. Pero los científicos se pusieron en o con el grupo nómada en el 2018 y comenzaron a recopilar datos con el objetivo de garantizar su salud y bienestar.
Lansing regresó con fotografías de un hombre que llevaba un taparrabos hecho de fibra de corteza, junto con grabaciones de un idioma canturreado que creía no guardaba parecido con ningún otro. Su descripción inicial de estas personas, que se autodenominan los punan de cuevas o punan batu, se publicó el año pasado en la revista Evolutionary Human Sciences. Los reportes en los medios de comunicación indonesios impulsaron al Gobierno local a declarar a los punan batu s habituales de su bosque, un primer paso hacia la obtención del derecho a manejarlo según las leyes nacionales.
“Lo que quieren desesperadamente es detener la destrucción de sus bosques”, dijo Lansing.
Algunos expertos siguen dudando de que este grupo haya podido permanecer aislado durante tanto tiempo. Bernard Sellato, un especialista punan del Centro Nacional Francés de Investigación Científica, se refirió a los punan batu y a otros grupos costeros como punan “falsos”. Con base en relatos históricos y etnografías, sigue convencido de que sus antepasados no eran nativos de la isla, sino personas esclavizadas importadas de Nueva Guinea y el este de Indonesia hace varios siglos.
Sin embargo, un nuevo estudio centrado en el ADN de los punan batu, aceptado recientemente por una revista científica, descubrió que parecen haber estado aislados durante más de 20 generaciones, con base en la limitada diversidad revelada en sus genes.
En un viaje a la región en el 2019, Lansing y su equipo escalaron la mitad de una pequeña montaña y llegaron a una caverna del tamaño de un anfiteatro. La cueva es un lugar sagrado para los punan, quienes la consideran la fuente de todas las cosas. Una vez adentro, un hombre llamado Ma’ruf se sentó en el piso de tierra. Tenía poco más de 40 años, pero parecía tener la mitad de esa edad.
Ma’ruf empezó a tararear, una vocalización profunda y potente que surgió de su pecho y resonó por toda la cueva. Las palabras tomaron forma en un idioma que sólo los patriarcas entendían. “Soy como un puercoespín que viene a la cueva a descansar”, cantó, de acuerdo con una traducción de una grabación realizada por Lansing.
El siguiente cantante fue Bo’odon, un hombre descamisado de unos 60 años. “Soy un verdadero amigo suyo”, le cantó a Lansing. “Me pregunto cuándo podría rendir fruto esto. Que nuestra relación nos traiga la devolución de nuestras tierras”.
El estudio de ADN de los investigadores encontró que los punan batu están más estrechamente relacionados con los punan tubu y los punan aput que se encuentran en otros ríos. Al comparar los genes de los punan con los restos antiguos de una cazadora-recolectora de una isla en el Estrecho de Taiwán, Kusuma ha llegado a la conclusión de que los punan se separaron de las poblaciones continentales hace más de 7 mil años.
Los hallazgos descartan la posibilidad de que fueran agricultores dayak que recientemente hubieran vuelto a un estilo de vida de caza y recolección. (Se cree que los grupos indígenas contemporáneos, conocidos colectivamente como los dayak, llegaron por mar desde Taiwán hace 4 mil a 6 mil años).
El estudio ha sido aceptado para su publicación en la revista Cell Reports, dijo Kusuma.
Sellato, del Centro Nacional Francés de Investigación Científica, ha sostenido durante mucho tiempo que los punan no eran, en sus palabras, “agricultores venidos al monte”, pero se mantuvo escéptico sobre la importancia de los punan batu en ese debate centenario. itió que no tenía la experiencia para evaluar los datos genéticos, pero argumentó que “cualquier punan sensato y que se precie desaparecería rápidamente al interior lejano” antes de convertirse en un “esclavo”.
Aunque la regencia de Bulugnan reconoció recientemente a los punan batu como s tradicionales del bosque, sus tierras no han recibido protección formal. Tres empresas tienen derechos para talar árboles allí, aunque ninguna ha actuado aún.
Más preocupantes para Lansing son las crecientes plantaciones de palma aceitera, una de las cuales ha estado invadiendo desde el norte, según mapas satelitales.
The Nature Conservancy y la Fundación Leakey están trabajando para que el paisaje escarpado sea declarado un parque para evitar la extracción de cemento de las montañas de piedra caliza, que tiene demanda al tiempo que Indonesia construye su nueva capital, Nusantara, 400 kilómetros al sur.
No está claro cuánto tiempo más durará el estilo de vida de los punan batu. Una mañana, Edi, un hombre de unos 20 años que se ha vuelto hábil con la motosierra, dio un recorrido por su casa de una sola habitación en medio del bosque. Estaba elevada sobre pilotes. La vegetación circundante había sido quemada recientemente, en preparación para la siembra de camote y caña de azúcar.
Lansing y Kusuma expresaron sorpresa ante este acontecimiento, que había ocurrido más abruptamente de lo que habían imaginado. Las únicas otras casas que quedaban río arriba habían sido construidas por Abdul Karim, un hombre ahora de sesentaitantos años, como refugios temporales para facilitar el comercio.
Edi dijo que seguiría cazando y recolectando miel, pero que necesitaba pensar en sus hijos y su futuro. Un hogar permanente era un comienzo.
Por: BRENDAN BORRELL
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