En Estados Unidos, algunos propietarios de camionetas modifican sus vehículos con ruedas de gran tamaño, suspensión altamente resistente y sistemas de escape que arrojan hollín, convirtiéndolos en los monster trucks que acechan eventos como carreras de demolición y lodazales.
En México, los cárteles de la droga están llevando el concepto de monster trucks a otro nivel, modificando camionetas populares con arietes, placas de acero de 10 centímetros de espesor soldadas en el chasis y torretas para disparar ametralladoras.
Algunos de los grupos criminales más temidos de México, incluyendo el Cártel Jalisco Nueva Generación, están usando los vehículos en tiroteos con la policía. Otros, como el Cartel del Golfo y el Cartel del Noreste, usan los vehículos para pelear entre sí.
Las fuerzas de seguridad mexicanas llaman a estos vehículos monstruos, pero también se les conoce como rinocerontes y narcotanques. Los cárteles adornan los exteriores con sus iniciales o los últimos patrones de camuflaje, lo que a veces hace que sea difícil distinguirlos de los vehículos militares oficiales. Los interiores cuentan con una variedad de botones y luces similares a las de una cabina de piloto, asientos de metal desde donde los pistoleros pueden apoyar sus rifles a través de agujeros y, al centro, una escotilla similar a la de un tanque.
A medida que más de estos vehículos circulan por las calles mexicanas, los vehículos sirven como un prisma para ver la evolución de las guerras contra las drogas en el País, ya sea con temor por la capacidad de los cárteles para superar los esfuerzos de las autoridades o un reconocimiento sombrío de la vibra postapocalíptica de la película “Mad Max” de los vehículos.
La propagación de los gigantes es una prueba más de que los cárteles harán todo lo posible “para tratar de imponer por medios violentos su dominio contra pandillas adversarias y contra la autoridad”, dijo Jorge Septién, un experto en balística y armamento con sede en la Ciudad de México.
También destacan los esfuerzos flaqueantes del País contra los brutales grupos criminales que operan con aparente impunidad en muchas partes de México. Figuran entre las mejoras más visibles e intimidantes al arsenal letal a disposición de los cárteles más poderosos de México, de acuerdo con Romain Le Cour, analista de seguridad.
“Los monstruos son la forma de enviar el mensaje: ‘Yo mando y quiero que todos vean que yo mando’”, dijo Le Cour, experto principal de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, con sede en Suiza. “Estos son grupos estilo comando que buscan replicar las fuerzas especiales en cómo están armados, cómo están entrenados, cómo lucen”.
Si bien se cree que estos vehículos surgieron en México hace poco más de una década, parecen estar multiplicándose y volviéndose más sofisticados. Su avance ha seguido el flujo de soldados élite hacia los cárteles, comenzando con el reclutamiento en la década de 1990 de las fuerzas especiales del Ejército Mexicano en una operación paramilitar que se convirtió en el cártel de los Zetas.
La incautación de camiones blindados ayuda a arrojar luz sobre las regiones donde florecen las operaciones de los cárteles, como en los Estados de Michoacán y Jalisco, en la costa del Pacífico de México o a lo largo de la frontera con EU. En junio, la oficina del fiscal general federal en el Estado de Tamaulipas, en la frontera con Texas, anunció que había destruido 14 camiones monstruo.
Tan sólo en Tamaulipas, más de 260 camionetas blindadas fueron destruidas por las autoridades desde 2019.
La modificación de los vehículos emplea las habilidades de los mecánicos del cartel que desde hace mucho tiempo se han centrado en alterar automóviles para el contrabando de drogas. Blindar un camión con lo básico, como placas de acero, lleva de 60 a 70 días, la labor de cinco a seis soldadores y mecánicos y cuesta aproximadamente dos millones de pesos, o unos 120 mil dólares, reportan los expertos.
Aunque blindar un vehículo sin autorización se castiga con hasta 15 años de prisión, la ley ha hecho poco para hacer mella en su producción. Los camiones monstruo a menudo se fabrican a partir de camionetas populares como la Ford Lobo o la Ford Raptor. Pero las pandillas también usan vehículos utilitarios deportivos, así como camiones de volteo o camiones pesados.
Algunos soldados mexicanos ahora llevan lanzacohetes que se disparan desde el hombro capaces de destruir camiones blindados.
A pesar de su aterradora reputación, los monster trucks tienen inconvenientes.
“Son demasiado lentos, demasiado pesados”, dijo Alexei Chévez, analista de seguridad con sede en Cuernavaca, México. “Los vemos constantemente descomponiéndose y siendo abandonados”.
Aún así, los camiones suelen aparecer en las redes sociales, acompañados de narcocanciones de rap o baladas que ensalzan las hazañas de los cárteles.
“Es un símbolo de estatus”, dijo Septién.
SIMON ROMERO
y EMILIANO RODRÍGUEZ MEGA
The New York Times
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