En 1937, una farmacéutica estadounidense introdujo un elixir para tratar la faringitis —e involuntariamente desató un desastre de salud pública. El producto, que no había sido puesto a prueba en humanos o animales, contenía un solvente que resultó ser tóxico. Más de 100 personas murieron.
El año siguiente, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley Federal de Seguridad de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos, que requería que las compañías farmacéuticas entregaran datos sobre seguridad a la Dirección de Alimentos y Medicamentos de EU (FDA, por sus siglas en inglés) antes de ofrecer medicinas nuevas, ayudando a marcar el inicio de una era de pruebas de toxicidad en animales.
Ahora, podría estar comenzando un nuevo capítulo en el desarrollo de medicamentos. La Ley 2.0 de Modernización de la FDA, promulgada a finales del año pasado, permite que los fabricantes de medicamentos reúnan datos iniciales de seguridad y eficacia echando mano de nuevas herramientas de alta tecnología en lugar de animales. Otros países están haciendo cambios similares. En el 2021, el Parlamento Europeo hizo un llamado a un plan para eliminar gradualmente las pruebas de laboratorio en animales.
Estas medidas han sido impulsadas por una confluencia de factores, como puntos de vista cambiantes sobre los animales y el deseo de hacer que el desarrollo de los fármacos sea más barato y más rápido, señalaron expertos. Pero lo que al fin los está haciendo factibles es el desarrollo de alternativas sofisticadas a las pruebas en animales.
Muchas de estas tecnologías necesitan ser perfeccionadas, estandarizadas y validadas antes de que puedan ser utilizadas habitualmente. Pero está creciendo el ímpetu por enfoques no animales, que a la larga podrían acelerar el desarrollo de medicinas, mejorar los resultados en pacientes y reducir las cargas sobre los animales de laboratorio.
“Los animales son simplemente un sustituto para predecir qué va a suceder en un humano”, dijo Nicole Kleinstreuer, directora del Centro Interagencias del Programa Nacional de Toxicología para la Evaluación de Métodos Toxicológicos Alternativos. “Si podemos llegar a un punto en el que realmente tengamos un modelo totalmente relevante para los humanos, entonces ya no necesitaremos la etapa preliminar de los animales”.
Grupos de derechos animales tienen décadas de presionar por una reducción en pruebas con animales.
En años recientes, los científicos han logrado que células madre humanas se unan por sí solas para formar una pequeña masa tridimensional, conocida como organoide, que muestra algunos de los mismos rasgos básicos que un órgano humano específico, como un cerebro, un pulmón o un riñón. Los científicos pueden usar estos órganos miniatura para probar tratamientos.
Otro enfoque depende de “órganos en un chip”. Estos dispositivos contienen canales diminutos que pueden ser forrados con diferentes clases de células humanas. Los investigadores pueden inyectar medicamentos a través de los canales para simular cómo podrían desplazarse por una parte del cuerpo.
También hay modelos computacionales que pueden predecir si un compuesto tiene probabilidades de ser tóxico y qué tan rápido será metabolizado.
Por ahora, estos métodos alternativos son mejores para predecir resultados relativamente sencillos a corto plazo, como la toxicidad aguda, consecuencias complicadas a largo plazo, por ejemplo, si una sustancia química podría aumentar el riesgo de cáncer cuando es istrada durante meses o años, dijeron los científicos.
Nicole zur Nieden, una toxicóloga del desarrollo en la Universidad de California, en Riverside, dijo que las nuevas estrategias podrían ayudar a eliminar compuestos ineficaces e inseguros antes de llegar a pruebas en animales.
“Podremos reducir enormemente el sufrimiento de los animales de prueba”, añadió.
Por: Emily Anthes
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