Era un día glorioso para el trabajo de campo en las costas de la Bahía de Delaware. El Sol proyectaba un resplandor sobre la playa. La hierba de las dunas susurraba. Y el excremento de pájaros era reciente y abundante.
“Aquí hay uno”, dijo Pamela McKenzie, investigadora en el St. Jude Children’s Research Hospital, en Memphis, Tennessee, señalando a una mancha blanca y luego otra. “Allí, allí y allí”.
Durante las siguientes dos horas, los investigadores recogieron excremento de ave. Su objetivo: mantenerse un paso adelante de la gripe aviar, un grupo de virus adaptados a las aves que a los expertos les ha preocupado durante mucho tiempo que podría evolucionar para propagarse fácilmente entre los humanos y potencialmente desencadenar la próxima pandemia.
Cada primavera, esta parte del sur de Nueva Jersey se convierte en un foco de gripe aviar. Las aves playeras que se dirigen al norte se posan en las playas locales para descansar, excretando virus en el camino. Y cada año durante las últimas cuatro décadas, científicos de St. Jude han volado a la ciudad para recoger los depósitos.
La labor requiere ojos avispados y rodillas que puedan soportar horas de estar en cuclillas en la costa a veces escarpada. “No son bonitas playas de arena”, dijo Lisa Kercher, miembro del equipo de St. Jude. “Son playas espesas, lodosas y repugnantes que están llenas de excremento de pájaros”.
Pero estas costas cubiertas de excremento están ayudando a los científicos a aprender más sobre cómo evoluciona la influenza aviar, cómo se comporta en la naturaleza y qué se necesitaría para que estos virus de aves se convirtieran en una amenaza a la salud pública mundial. Estas preguntas se han vuelto aún más urgentes a medida que Estados Unidos enfrenta el brote de gripe aviar más grande de la historia, causado por una nueva versión altamente patógena de un virus conocido como H5N1.
Las aves acuáticas silvestres —incluyendo los patos y las aves playeras— son las reservas naturales de los virus de influenza A, que existen en subtipos. Las aves silvestres portan versiones relativamente benignas de estos virus. Pero los virus de la gripe pueden cambiar rápidamente, acumulando nuevas mutaciones e intercambiando material genético. Estos cambios pueden convertir un virus rutinario en uno letal, y en ocasiones lo hace, como la versión del H5N1 que circula actualmente.
La nueva cepa H5N1 apareció por primera vez en Norteamérica a finales del 2021 y se propagó rápidamente por el continente. Condujo a la muerte de casi 60 millones de aves de granja, mató a veintenas de aves silvestres e incluso sucumbieron algunos mamíferos desafortunados, desde zorros rojos hasta focas grises.
El equipo de St. Jude no encontró rastros de H5N1 en la playa la primavera pasada. Pero en ese entonces el virus aún no había llegado a las áreas donde invernan las aves playeras en Sudamérica. Para esta primavera, lo había hecho, lo que significa que los pájaros podrían traerlo de vuelta con ellos. “Estamos absolutamente preocupados de que aparezca”, dijo Kercher.
Si el equipo encuentra H5N1 este año, dijo Richard Webby, un experto en influenza en el equipo de St. Jude, los buscarán cualquier cambio en el virus. El virus ya ha evolucionado notablemente desde su llegada a América del Norte, informó el equipo en un artículo reciente, basado en el análisis de muestras virales aisladas de aves fuera de la región de la Bahía de Delaware. Las nuevas variantes que encontraron no han adquirido la capacidad de propagarse fácilmente entre los mamíferos, pero algunas son capaces de causar síntomas neurológicos graves en los mamíferos.
Si el virus aparece en las muestras de la Bahía de Delaware de este año, será otra señal de que el H5N1 se está afianzando en América del Norte.
Todo lo que pueden decir los investigadores que acudieron a la playa es que aún no habían encontrado el nuevo virus H5N1.
EMILY ANTHES
THE NEW YORK TIMES
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