Mientras el cielo se teñía de amarillo limón una tarde de verano, unos 50 parisinos caminaron a la Rue de l’Aude y se reunieron en un loft lleno de sillas. Algunos de los asistentes ya eran amigos cercanos o conocidos; algunos se habían divisado en la calle en varias ocasiones. Para otros, era la primera vez que se veían. Sin embargo, todos habían cumplido con el requisito de entrada: traer queso.
“Llevé una rueda de Époisses porque mi esposa es de esa región”, dijo Benjamin Dard, un asistente, en referencia a una variedad fuerte y untuosa de Borgoña. “Todos compraron algo relacionado con ellos, en cierto modo rindiendo homenaje a la diversidad de Francia”.
La reunión —que combina una mezcla heterogénea de productos lácteos con charlas de residentes locales sobre sus áreas de experiencia— es una de una galaxia de actividades organizadas por la República de Súper Vecinos, una iniciativa comunitaria cuyo territorio se extiende unas 50 calles en el 14avo. distrito (arrondissement), en el margen izquierdo del Río Sena.
Más de mil 200 de los llamados Súper Vecinos se comunican vía 40 grupos de WhatsApp dedicados a consultas como encontrar un cuidador de gatos o pedir ayuda para arreglar electrodomésticos descompuestos. Realizan almuerzos semanales, bebidas después del trabajo y reuniones comunitarias en las que los residentes mayores comparten recuerdos con las generaciones más jóvenes.
Iniciado en el 2017, el experimento hiperlocal fue ideado por Patrick Bernard, un residente local y ex periodista, quien dice que el funcionamiento de las ciudades puede mejorar radicalmente si la política urbana llega a “la entidad más local de una ciudad”.
“La estrategia urbana debe centrarse en estos microbarrios, o aldeas de tres minutos, como me gusta llamarlas”, dijo Bernard, quien estima que París podría albergar 150 de estas aldeas urbanas con base en su población y geografía. “La convivencia es una riqueza que está dormida. Cuando despertamos el sentido de lugar y comunidad, los ciudadanos y el tejido urbano se transforman”.
Nuestros vecindarios inmediatos, sostienen los partidarios, son las plataformas más efectivas mediante las cuales las personas pueden crear resiliencia y potencialmente mitigar el creciente número de crisis que enfrentan las poblaciones urbanas, incluyendo la soledad, la inseguridad alimentaria, el calor y la zozobra social vinculada a la desigualdad. Dicen que las ciudades del futuro deben ser ciudades de aldeas.
En París, Bernard dijo que su intención es no dejar a nadie fuera. Hay negros, musulmanes y de Asia oriental en los Súper Vecinos. La participación es gratuita.
Muchas ciudades del mundo están adoptando este tema de hiperlocalidad. Barcelona está creando 503 Súpermanzanas —microbarrios de 400 por 400 metros centrados en proyectos comunitarios y áreas verdes— en toda la Ciudad. En toda Suecia, un plan para ciudades de un minuto tiene como objetivo hacer que todas las calles sean “saludables, sostenibles y vibrantes” para el 2030.
Otras ciudades, como Vancouver, que se construyó alrededor de una red de tranvías de 1886, ya tienen un lienzo ideal para promover la vecindad.
“Lo hiperlocal es la solución para la resiliencia social”, dijo Scot Hein, profesor de la Universidad de Columbia Británica.
Por: PETER YEUNG
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