John Jaso sabía que quería retirarse, por lo que comenzó a buscar un velero.
Una mañana de junio del 2017, antes de un partido de beisbol contra los Orioles en Baltimore, Jaso, primera base de los Piratas de Pittsburgh, encontró el bote que había estado buscando: un Jeanneau 44 DS del 2014. Lo compró y lo envió a su casa fuera de temporada en St. Petersburg, Florida. Regresó al estadio a tiempo para conectar dos hits esa noche.
Cuatro meses después, cuando terminó la temporada de los Piratas, los reporteros le preguntaron cuáles eran sus planes. Jaso había llegado al final de su contrato de dos años y 8 millones de dólares y estaba listo para convertirse en agente libre. Les dijo que su próximo destino sería algún lugar del Caribe. Se estaba jubilando.
“Tengo un velero, así que sólo quiero levar ancla”,dijo.
Cinco años después, Jaso no se arrepiente. “A veces simplemente estoy en el bote meciéndome en el agua, sin navegar ni pescar, y pienso para mis adentros: ‘No hay otro lugar en el planeta en el que preferiría estar que aquí’”, dijo. “Encaja perfecto con quien soy”.
Su camino beisbolístico nunca encajó así de bien. En sus nueve años de trayectoria, fue canjeado tres veces y cambiado de receptor a primera base después de múltiples conmociones cerebrales. Pero también tuvo muchos momentos destacados: atrapó el juego perfecto de Félix Hernández en el 2012 para los Marineros de Seattle y ganó más de 17 millones de dólares en su trayectoria.
Pero halló insatsfactoria la vida de las Grandes Ligas de Beisbol. “El beisbol me dio para vivir toda la vida”, dijo. “Me encanta y lo respeto. Pero era parte de una cultura de consumo excesivo que empezó a pesarme mucho. Incluso cuando me jubilé, la gente decía: ‘¡Podrías estar alejándote de millones de dólares!’ Pero ya había ganado millones de dólares. ¿Por qué siempre tenemos que tener más, más, más?”.
Navegar llenó el vacío en su vida. Jaso comenzó a realizar viajes de un día al Golfo de México a principios del 2018. Su primer gran viaje fue a Cayo Hueso, Florida, donde permaneció en el barco durante tres semanas antes de partir a las Islas Ábaco en las Bahamas, anclando en una bahía protegida durante la mayor parte de un mes. Partió cuando escuchó que se abría paso una gran tormenta a través del Océano Atlántico. En la última noche de su travesía de cinco días a casa, se encontró con vientos violentos y relámpagos.
En cubierta, mantuvo una mano en el timón y la otra en su bolsa de viaje. Llevaba el salvavidas bien sujeto al cuerpo. Sintió oleadas de relámpagos sacudir el barco. Alertó a la Guardia Costera de EU sobre su posición y llamó a su hermano como respaldo. Después de unas horas, estaba en tierra firme.
“Hay una euforia que te invade cuando las nubes de tormenta se separan”, dijo Jaso. “Es como contener la respiración bajo el agua y luego volver a la superficie y tomar esa primera bocanada de aire”.
Durante los dos primeros años después de jubilarse, Jaso pasó unos seis meses al año en su bote.
“Quiero que mi vida sea sencilla y no hay nada más sencillo que estar en un velero”, dijo. Su novia, Jayden Dávila, lo ha acompañado en travesías. Jaso todavía vive principalmente en St. Petersburg. Pero rara vez está en un lugar mucho tiempo.
“Cuando estás navegando, estás volviendo a algo primitivo”, dijo. “A veces es fácil olvidar que todos venimos del mismo lugar. Cuando estás en el agua, lo recuerdas”.
“Quiero que mi vida sea sencilla y no hay nada más sencillo que estar en un velero”.
Por: DAVID GARDNER
BBC-NEWS-SRC: http://www.nytsyn.com/subscribed/stories/6716115, IMPORTING DATE: 2023-05-16 20:10:06