Durante la última década, a medida que la nieve sin lácteos ganaba terreno en el mercado, sus sabores eran limitados, su textura a menudo era acuosa y su sabor podía ser cuestionable.
Hoy, muchas de estas nieves son suaves y cremosas. Pueden servirse como un helado suave o mantener su forma en bolas para conos. Tanto la versión blanda como la dura han mejorado enormemente de la mano de mejoras en la leche y las cremas con base en plantas utilizadas para hacerlas.
En Morgenstern’s Bananas, una tienda de helados sin lácteos que abrió este año en Nueva York, Hanna Darnell se filmó recientemente probando un helado de cacahuate salado sin lácteos cubierto con Chex de ajonjolí para un video de TikTok. “Era tan cremoso como un helado suave regular”, dijo Darnell, de 26 años. “Me quedé impactada”.
Muchos estadounidenses han recurrido a comer helados sin lácteos, que representaron 437 millones de dólares en ventas el año pasado. Las tiendas dedicadas únicamente a helados sin lácteos han proliferado en Estados Unidos.
Linette Kwon, de la Asociación de Alimentos con Base en Plantas, un grupo comercial, dijo que las mejoras en las leches con base en plantas —particularmente la leche de avena, que es más cremosa y tiene una dulzura natural— han ayudado a crear helados sin lácteos con mejor sabor. Las nuevas tiendas utilizan una variedad de leches —como de almendra, coco, soya o nuez de la India— para sus bases de helado.
Para las personas con alergias alimenticias, tiendas como Vaca’s Creamery, en Chicago, se enfocan en los ingredientes y en reducir la contaminación cruzada. “Es un espacio libre de peligro”, dijo Dylan Sutcliff, propietario del negocio junto con su socia, Mariana Marinho.
La pareja abrió una sucursal a fines del año pasado. Entre ambas tiendas, elaboran alrededor de 570 litros a la semana —la mayoría con leche de avena— en sabores como vainilla, chocolate, tahini, limón, fresa con aceite de oliva y mora con lavanda.
En Bakersfield, California, hogar de muchas granjas lecheras, Alejandro Ocampo abrió su heladería vegana, Double O Creamery, en abril después de darse cuenta de que no había un lugar para que él y sus gemelas obtuvieran postres congelados que se adaptaran a su dieta basada en plantas.
Él usa cremas veganas hechas con lecha de avena y coco para hacer sabores como vainilla, chocolate, fresa y menta. Esta base ayuda a eliminar el sabor que suelen dejar en la boca los helados de origen vegetal. También rinde homenaje a su herencia con opciones como vainilla mexicana, maracuyá y horchata.
En Creamy Spot, que abrió en marzo en Atlanta, Georgia, Wendy Golding crea sabores cremosos y nostálgicos como brownies con cajeta, usando una base hecha con nuez de la India y leche de avena.
“Realmente extrañaba comer helado”, dijo Golding, que come una dieta con base en plantas. Su nuevo negocio, agregó, “fue obvio”.
CHRISTINA MORALES
The New York Times
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