CIUDAD DE MÉXICO — El mensaje de texto que Cynthia Menchaca recibió este verano fue uno que veía cada vez más: una mujer en Texas dijo que había abandonado una relación violenta solo para descubrir que estaba embarazada, y quería abortar. La mujer se enteró de que Menchaca podría enviarle pastillas abortivas de México, donde el procedimiento ha sido despenalizado en varios Estados.
Sin embargo, la creciente demanda estadounidense de cuidados para el aborto no se limita al envío de medicamentos, señalaron defensoras como Menchaca, quien vive en el Estado de Coahuila, en el noreste de México. Clínicas en Tijuana y Ciudad de México, así como activistas en la ciudad de Hermosillo, en el noreste, dicen que han visto mujeres cruzar la frontera provenientes de Texas, Louisiana y Arizona en busca de abortos.
Más de un año después de que la Suprema Corte de Estados Unidos anuló Roe v. Wade, el fallo de 1973 que reconoció un derecho constitucional al aborto, las activistas de derechos al aborto han visto un auge de mujeres estadounidenses que cruzan la frontera en busca de abortar —cristalizando las políticas cambiantes de dos naciones.
Durante décadas, el aborto fue penalizado en México y gran parte de Latinoamérica con pocas excepciones. Hoy la Suprema Corte de México ha despenalizado el aborto a nivel nacional, eliminando las sanciones federales por el procedimiento. Doce de los 32 Estados del País también lo han despenalizado.
En comparación, más de 20 Estados de EE. UU. actualmente vetan o restringen el procedimiento tras 18 semanas de embarazo o antes, con 14 prohibiéndolo bajo casi toda circunstancia.
Las activistas mexicanas han establecido un sistema clandestino, al enviar miles de pastillas al norte y ayudar a las mujeres a trasladarse al sur para cruzar la frontera.
“Se volvió evidente que necesitábamos desarrollar solidaridad internacional”, dijo Verónica Cruz, quien hace 20 años ayudó a fundar la organización de derechos reproductivos Las Libres.
Cruz se ha enfocado en enviar mifepristona y misoprostol al otro lado de la frontera. En estudios del país norteamericano, la combinación de estas pastillas provoca un aborto total en más del 99 por ciento de las pacientes, y es tan segura como el procedimiento de aborto tradicional realizado por un médico. Desde que se anuló Roe, Cruz dijo que ha ayudado a unas 20 mil mujeres en 23 Estados.
“Creo que es muy triste que se les diga a mujeres que la pastilla abortiva es una forma fácil y segura de salir de una situación difícil”, dijo Carol Tobias, presidenta del National Right to Life Committee, uno de los grupos antiaborto más grandes de Estados Unidos.
No obstante, Nicole Huberfeld, profesora de ciencias de la salud en la Universidad de Boston, expresó, “cuando vemos más personas cruzando la frontera en busca de cuidados, muestra que algo está mal en EE. UU.”.
ZOLAN KANNO-YOUNGS Y EDYRA ESPRIELLA. THE NEW YORK TIMES
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