A lo largo de ocho largometrajes —incluyendo el más reciente, “Priscilla”, sobre la tumultuosa relación de la joven Priscilla Presley con Elvis— Sofia Coppola ha profundizado en la etapa de transición que es la llegada de una joven a la adultez. Por eso sorprende que hayan pasado 25 años desde el rodaje de su primer largometraje, “Las Vírgenes Suicidas”.
“Es extraño reflexionar sobre tener un cuerpo de trabajo”, dijo Coppola. “Como, ‘Ah, ahora eres una adulta y realmente establecida’”.
Era una soleada tarde de octubre en Los Ángeles, y la directora de 52 años había acudido al Museo de la Academia para promocionar “Priscilla” y autografiar copias de “El Archivo de Sofía Coppola”, un nuevo libro de arte reunido a partir de cartas, fotografías e imágenes que había recopilado a lo largo de su trayectoria. Tras la firma, participó en una conversación moderada por del consejo de adolescentes de la academia.
Coppola es tan serena —y sus películas, las mejores, tan sublimes— que la gente puede suponer que todo le resulta fácil. (El hecho de que provenga de una familia cinematográfica encabezada por un titán de padre, Francis Ford Coppola, sólo puede reforzar esa noción). Pero hacer películas de la manera que ella quiere sigue siendo difícil.
Las mujeres jóvenes siguen diciéndole a Coppola que ellas también planean ser cineastas. Su ambición le da esperanza, aunque es templada por la experiencia. “Si para mí es tan difícil conseguir financiamiento como persona establecida, me preocupan las mujeres más jóvenes que comienzan”, dijo.
Coppola leyó por primera vez “Elvis y Yo”, las memorias de Priscilla Presley de 1985, hace años. Se sintió fascinada por la situación de Priscilla: al igual que el personaje principal de “María Antonieta” de Coppola, ella era una adolescente que se casó con un miembro de la realeza y luego encontró que le ofrecían todo y nada. Para Coppola, que tenía 18 años cuando realizó una actuación duramente criticada en “El Padrino III” de su padre, la sensación de Priscilla de ser escudriñada por un país entero en una edad de formación era muy identificable.
Mientras estuvo en cama durante una semana con Covid, Coppola volvió a mirar “Elvis y Yo” y de repente vio cómo podría funcionar como película. Aunque Baz Luhrmann acababa de empezar a producir la deslumbrante película biográfica “Elvis”, pensó que si la versión de él era un éxito —y así fue— entonces sólo aumentaría el interés en la historia de Priscilla.
Coppola llamó a Presley y, después de convencerla, la mujer de 78 años se incorporó al proyecto como productora ejecutiva. Coppola contrató a Cailee Spaeny, mejor conocida por “Mare of Easttown” y “Pacific Rim: Uprising”, para interpretar a Priscilla entre los 14 y los 28 años. Coppola quería que su película mostrara el lado doméstico más oscuro de Elvis y, para interpretarlo, seleccionó al actor australiano Jacob Elordi de la serie de HBO “Euphoria”.
Aunque la película terminada parece refinada, el rodaje no lo fue. El primer día, Spaeny interpretó a Priscilla graduándose de la preparatoria; el segundo, filmó la escena final como una madre soltera veintiañera.
En su estreno en el Festival de Cine de Venecia a principios de septiembre, la película recibió buenas reseñas y le aseguró a Spaeny la Copa Volpi a la Mejor Actriz, mientras una emotiva Priscilla Presley le dijo a Coppola: “Hiciste tu tarea”.
Coppola recordó que mientras estaba en el set, se encontraba en su elemento como nunca antes.
“Al principio, como que simplemente estaba averiguando qué onda”, itió, hablando de su trayectoria. “Y ahora, al hacer esta película ‘Priscilla’, sentí: ‘Ah, sé cómo hacer esto’. Todos los años de experiencia comienzan a consolidarse”.
“Si para mí es tan difícil conseguir financiamiento como persona establecida, me preocupan las mujeres más jóvenes que comienzan”.
Por: KYLE BUCHANAN
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