COTTON, Inglaterra — Charlotte Banks vive en Hempnalls Hall, una estructura rosa que data del siglo 16. Se eleva sobre un foso aún más antiguo, excavado para mantener alejados a los bandidos en la antigüedad.
Ahora se avecina una amenaza diferente. National Grid, el operador del sistema eléctrico británico, propone construir una línea de transmisión de 180 kilómetros a través del campo del este de Inglaterra, donde vive Banks.
Cables aéreos llevarían electricidad limpia generada por parques eólicos marinos cercanos y una nueva planta nuclear a Londres y otras áreas del sureste del País.
Eso significa que una torre de alta tensión de 50 metros de altura se ubicaría en un campo agrícola a aproximadamente 200 metros de la casa de Banks. Dijo que apoyaba los esfuerzos para abordar el cambio climático, pero cuestionó si una hilera de torres de acero en una zona conocida por su belleza rural es la solución adecuada.
“¿Cuánto destruyen del medio ambiente para salvar el planeta?”, preguntó.
En East Anglia, una región de playas de guijarros, granjas e iglesias antiguas, algunas personas se hacen preguntas similares. Les preocupa que las líneas eléctricas, subestaciones y otras estructuras necesarias para un futuro que demanda más electricidad reduzcan los valores inmobiliarios, ahuyenten a los turistas y, sobre todo, desfiguren la zona.
“Una de las partes más bellas de Inglaterra será un sitio industrial”, dijo Andy Wood, director ejecutivo de Adnams, una empresa de 150 años que opera una cervecería, hoteles y tabernas en la ciudad costera de Southwold. Teme una disminución del turismo.
National Grid dice que para hacer frente al aumento en la demanda de energía y llegar a nuevas fuentes de generación, como los parques eólicos marinos, será necesaria una mejora que costará decenas de miles de millones de libras durante la próxima década.
Los residentes de East Anglia dicen que no se oponen al proyecto sólo porque es en su área, y no se oponen a una energía más limpia. Pero sus preocupaciones podrían obstaculizar los esfuerzos de Gran Bretaña por cumplir sus objetivos climáticos.
Se instalarán turbinas eólicas marinas en el Mar del Norte, frente a la costa este de Gran Bretaña. La electricidad generada deberá conectarse a centros de energía en tierra —trabajo que a menudo implica cortar zanjas en terrenos privados para cables— antes de ser enviada hacia el sur vía torres.
El hecho de que estas cicatrices en su paisaje beneficien a los consumidores londinenses agrega a la tensión en East Anglia. Los detractores dicen que se pueden encontrar alternativas menos dolorosas e intentan presionar al Gobierno y a las empresas de energía para que tomen decisiones más inteligentes.
National Grid ha realizado consultas iniciales con los residentes y se planean más conversaciones para el próximo año. La aprobación final por parte del Gobierno podría ocurrir en el 2025, y la construcción comenzaría en el 2027.
Los residentes dijeron que las reuniones fueron insatisfactorias porque la compañía presentó las torres como un hecho consumado. “No se dieron opciones, entonces, ¿qué había que consultar?”, preguntó Ann Stevens, que vive en el pequeño pueblo de Forncett Saint Mary.
Rosie Pearson, fundadora de Pylons East Anglia, una organización que aboga por el área, dijo que National Grid no consideró alternativas, como tender los cables en alta mar.
Esa idea, respaldada por otros detractores, pide tender los cables en el fondo del Mar del Norte, a través de una cadena de centros de energía en islas artificiales que terminarían alrededor de la desembocadura del río Támesis, cerca de Londres. National Grid está revisando una mayor coordinación de los enlaces frente a la costa, pero dice que trasladar gran parte de la red frente a la costa aumentaría los costos que luego se pasarían a los consumidores.
Si una versión de la propuesta de las torres avanza, Pearson planea presionar para que los pagos a las personas sean mucho más altos que los disponibles actualmente. Hoy National Grid paga a los agricultores hasta 8 mil libras, o 9 mil 700 dólares, por cada torre, junto con posibles pagos adicionales.
No todo el mundo está desanimado. Michael Savory, propietario de un museo militar en la costa de Norfolk, dijo que no le importaba el pesado trabajo de construcción en su terreno para preparar el camino para los cables de un parque eólico marino; los cables de otros dos cruzan su propiedad.
“Cuando el terreno ha vuelto a la normalidad, ni sabrás que están allí”, dijo.
“¿Cuánto destruyen del medio ambiente para salvar el planeta?”
CHARLOTTE BANKS,
cuya casa data del siglo 16
Por: Stanley Reed
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