EL CAIRO — Parece no haber límites a las oscuras revelaciones que dejó al descubierto la caída del régimen de 54 años de Assad en Siria. Las cárceles se han vaciado, exponiendo los instrumentos de tortura utilizados contra manifestantes y otros considerados opositores al Gobierno. Montones de documentos hacen registro de miles de detenidos. Las fosas comunes contienen a las víctimas con cuerpos destrozados, o al menos a algunos de ellos. Muchos otros aún no son encontrados.
Por estas y otras atrocidades, los sirios quieren justicia. La alianza rebelde que depuso al Presidente Bashar al-Assad el mes pasado ha prometido perseguir y procesar a altas figuras del régimen por crímenes que incluyen asesinar, torturar y gasear a su propio pueblo.
“La mayoría de los sirios diría que sólo podrán lograr un cierre para poner punto final a esta era oscura de 54 años cuando estos tipos sean llevados ante la justicia”, dijo Ayman Asfari, presidente de Madaniya, una red de organizaciones sirias de derechos humanos.
Pero será difícil lograr una rendición de cuentas en un País tan vulnerable, dividido y golpeado como Siria. Las experiencias de otros países árabes cuyos regímenes despóticos colapsaron dan testimonio de los retos: ninguno de esos países —ni Egipto, ni Irak, ni Túnez— logró una justicia integral y duradera para los crímenes de épocas anteriores.
La mayoría de los sirios diría que sólo podrán lograr un cierre para poner punto final a esta era oscura de 54 años cuando estos tipos sean llevados ante la justicia
Ayman AsfariPresidente de Madaniya, una red de organizaciones sirias de derechos humanos.
Los nuevos líderes de facto de Siria provienen de su mayoría musulmana sunita, mientras que los altos cargos del régimen depuesto estaban dominados por los alauitas, una minoría religiosa. Eso significa que procesar los abusos cometidos durante la era de Assad correría el riesgo de alimentar las tensiones sectarias en Siria.
El sistema de justicia era poco más que una herramienta para Al-Assad, volviéndolo mal equipado para manejar violaciones complejas de derechos humanos. Y después de años de guerra, sanciones, corrupción y mala gestión, es una tarea enorme simplemente poner orden a los daños mientras se transiciona a un nuevo Gobierno.
Los sirios necesitarán tiempo para diseñar un proceso sólido, dijo Nerma Jelacic, de la Comisión para la Justicia y la Rendición de Cuentas Internacional, que tiene años de estar reuniendo pruebas contra figuras del régimen sirio. “Estas son cosas que toman tiempo y nunca suceden de la noche a la mañana”, afirmó.
Pero hay una enorme presión sobre los nuevos líderes de Siria.
“No cejaremos en hacer rendir cuentas a los criminales, asesinos y oficiales militares y de seguridad involucrados en la tortura del pueblo sirio”, dijo Ahmed al-Shara, líder de facto de Siria, en una publicación en Telegram en diciembre.
Pero Al-Assad ha encontrado refugio en Rusia. Muchos de sus asociados han desaparecido, algunos, según se informa, en Líbano o los Emiratos Árabes Unidos.
Fernando Travesí, director ejecutivo del Centro Internacional para la Justicia Transicional, advirtió que antes de iniciar procesamientos, las autoridades primero deben ganarse la confianza de los ciudadanos construyendo un Estado que satisfaga sus necesidades.
“Cualquier proceso de verdad, justicia y rendición de cuentas debe provenir de instituciones que tengan cierta legitimidad y credibilidad ante la población”, dijo Travesí. Proporcionar servicios cruciales, añadió, alentaría a los sirios a ver al Gobierno “no como una herramienta de represión”.