Después del desastre en la planta de energía nuclear en Chernobyl, Ucrania, en 1986, los residentes se vieron obligados a evacuar permanentemente el lugar, dejando atrás sus hogares y algunas de sus mascotas. Preocupados de que estos animales pudieran propagar enfermedades o contaminar a los humanos, los funcionarios intentaron exterminarlos. Sin embargo, una población de perros resistió. Encontraron compañerismo con el personal de limpieza de Chernobyl y los trabajadores de la planta de energía que permanecieron en el área les dieron de comer.
Hoy, cientos de perros callejeros viven en el área alrededor del lugar del desastre, conocida como la zona de exclusión. Deambulan por la ciudad abandonada de Pripyat y duermen en la altamente contaminada estación de trenes Semikhody.
Ahora, los científicos están estudiando el ADN de los animales. Los perros de Chernobyl son genéticamente distintos, diferentes de los caninos de raza pura y de otros grupos de perros callejeros, reportaron los científicos.
Es demasiado pronto para decir si el entorno radiactivo ha contribuido a los perfiles genéticos de los perros de Chernobyl, dijeron los científicos. Pero el estudio es el primer paso en un esfuerzo por comprender no sólo cómo ha afectado a los perros la exposición a largo plazo a la radiación, sino también qué se necesita para sobrevivir a una catástrofe medioambiental.
“¿Tienen mutaciones que hayan adquirido que les permiten vivir y reproducirse con éxito en esta región?”, dijo Elaine Ostrander, experta en genómica canina del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano en Maryland y una autora del estudio. “¿Qué retos enfrentan y cómo los han afrontado genéticamente?”.
El proyecto es una colaboración entre científicos de Estados Unidos, Ucrania y Polonia, así como Clean Futures Fund, una organización sin fines de lucro con sede en Estados Unidos que trabaja en Chernobyl. La organización sin fines de lucro comenzó como un esfuerzo para brindar atención médica y apoyo a los empleados de la planta de energía, que aún trabajan en la zona de exclusión.
En el 2017, Clean Futures Fund comenzó a organizar clínicas veterinarias para perros, brindando atención. Los investigadores aprovecharon estas clínicas para recolectar muestras de sangre de 302 perros que vivían en diferentes lugares de la zona de exclusión.
Casi la mitad de los perros vivía en las inmediaciones de la planta de energía, mientras que la otra mitad vivía en la ciudad de Chernobyl, una zona residencial poco ocupada a unos 15 kilómetros de distancia. (Un pequeño número de muestras provino de perros de Slavutych, a casi 50 kilómetros).
Aunque hubo cierto traslape entre las poblaciones caninas, en general los perros de la planta de energía eran genéticamente distintos de los de Chernobyl. Perros de ciudad, hallaron los investigadores. Parecía haber poco flujo de genes entre los dos grupos, lo que sugiere que rara vez se cruzaron. (Barreras físicas de seguridad alrededor de la planta de energía pueden haber ayudado a mantener a los perros separados).
La comparación de las secuencias de ADN de los perros de la planta de energía, de los perros de la ciudad de Chernobyl y de perros en áreas no radiactivas podría ayudar a identificar cambios en el genoma relacionados con la radiación.
“Esta es una oportunidad única”, dijo Timothy Mousseau, biólogo en la Universidad de Carolina del Sur y uno de los autores del estudio. “Es una población única de animales”.
Por: EMILY ANTHES
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