Después de firmar el contrato para su departamento nuevo, Guo Miaomiao, de 32 años, contempló lo que podría disfrutar como propietaria de una vivienda. Un sofá de cuero. Una lámpara colgante de calabaza.
Y, lo más importante, una manera de desafiar las expectativas en China sobre el papel que debe desempeñar una mujer en un matrimonio.
“He visto demasiados casos, incluyendo entre mis familiares y amigos, en los que el marido compra la casa y, en el momento en que la pareja discute, el marido le dice a ella que se vaya”, dijo Guo, que trabaja en una empresa de tecnología en Guangzhou. “Esto me da confianza de que si me caso, no temeré nada. Incluso si lo dejo, puedo vivir independientemente”.
Guo es una entre un creciente número de chinas solteras que compran propiedades —una tendencia que ataca una de las normas de género más profundamente arraigadas en China. Durante siglos, se ha esperado que los hombres sean propietarios de una casa para poder contraer matrimonio. Para las mujeres casadas, el hogar de su marido se convierte efectivamente en su único hogar, puesto que ya no son consideradas parte de sus familias biológicas.
Una encuesta reciente realizada por China Youth Daily, un periódico estatal, encontró que casi el 94 por ciento de los encuestados aprobaba que las mujeres solteras compraran propiedades. Aunque las estadísticas oficiales son limitadas, una encuesta gubernamental realizada en el 2020 encontró que el porcentaje de mujeres solteras que poseían propiedades había aumentado del 6.9 por ciento una década antes al 10.3 por ciento. Y el aumento numérico fue aún mayor, ya que el número de mujeres solteras de 25 años o más había aumentado en casi 10 millones durante el mismo periodo.
“Es un despertar hacia los derechos de las mujeres”, afirmó Wang Mengqi, profesora asistente de antropología en la Universidad Duke Kunshan, en Suzhou.
Hasta el 2011, los tribunales de divorcio trataban las viviendas familiares como propiedad conjunta. Pero a medida que los precios de las propiedades y las tasas de divorcios se dispararon, la Suprema Corte de China dictaminó que los bienes adquiridos antes del matrimonio pertenecían sólo a la persona que había hecho el pago inicial o comprado la propiedad directamente —dejando a muchas mujeres divorciadas esencialmente sin hogar, aún si habían contribuido a los pagos de la hipoteca.
Zhang Ye, una contadora de 27 años de la ciudad de Xi’an, convenció a sus padres de ayudarla a comprar un departamento. Comoquiera tendría que ayudar a su futuro marido a hacer los pagos de la hipoteca, argumentó, por lo que su propia propiedad sería una inversión más inteligente.
“De lo contrario, después de casarme pago la hipoteca con mi marido, pero todavía no soy propietaria del lugar”, dijo.
En Changsha, una ciudad en el sur de China, las mujeres constituían más de la mitad de las personas que compraron casas a través de Beike Zhaofang, una de las agencias inmobiliarias en línea más grandes del País, dijo la compañía.
La reciente tendencia aún está lejos de revertir un desequilibrio de género de muchos años en la propiedad inmobiliaria. En 2018, la tasa de propiedad entre las residentes urbanas era sólo la mitad que la de los hombres, arrojó un estudio de la Universidad de Beijing.
La brecha es aún más marcada en las zonas rurales.
El novio de Zhang se opuso a que ella comprara una propiedad. Le preocupaba que eso le quitara la capacidad de ayudar a pagar su hipoteca después de casarse, dijo. Pero Zhang no le hizo caso.
“No me molesté en tratar de convencerlo”, dijo. “Desde que era niña, cualquier decisión que tomo, me aferro a ella”.
Por: JOY DONG
The New York Times
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