En gran parte del planeta, un misterio acuático deja a los científicos en ignorancia.
“En el caso de la mayor parte del océano, no sabemos cómo es el fondo”, dijo Nathan Angelakis, estudiante de doctorado en el Instituto de Investigación y Desarrollo (Ciencias Acuáticas) del Sur de Australia y la Universidad de Adelaide.
Por ello Angelakis y sus colegas sujetaron cámaras de video a leones marinos, que rutinariamente se sumergen 90 metros bajo la superficie mientras cazan, para estudiar partes del fondo del océano alrededor de la isla Canguro y la isla Oliva frente a la costa sur de Australia que los científicos nunca habían visto antes. Sus imágenes muestran praderas de frondosas algas y rocas escarpadas cubiertas de corales.
Los investigadores esperan que esas inmersiones ayuden a los científicos a comprender mejor cómo utilizan los leones marinos estos hábitats y cómo los humanos pueden manejar los ecosistemas visitados por los leones marinos australianos, que están en peligro de extinción.
Los científicos suelen mapear el lecho marino con vehículos operados remotamente y cámaras remolcadas por embarcaciones submarinas, que puede resultar retador y costoso.
Con la aprobación de las autoridades de conservación, los investigadores se acercaron a ocho leones marinos en tierra y les istraron un sedante. Mientras los otarios estaban aturdidos, pegaron parches de material de traje de neopreno en la espalda y la cabeza de los animales, y luego sujetaron pequeñas cámaras y dispositivos para rastrear la velocidad y la ubicación.
Cuando los leones marinos despertaron, se dirigieron al agua. Después de unos días, regresaron con sus cachorros en la orilla y los investigadores retiraron los dispositivos y revisaron las imágenes.
Angelakis dijo que quizás la escena más emocionante fue capturada por un león marino llamado Daphne. “Llevaba a su cachorro al mar, y esa es la primera evidencia directa que hemos recopilado de madres de leones marinos australianos enseñando o transmitiendo sus habilidades de búsqueda de alimento a sus cachorros”, dijo.
Los científicos entrenaron un modelo de aprendizaje automático con 89 horas de video, junto con datos de GPS e información ambiental, incluyendo la temperatura de la superficie y la cantidad de materia vegetal en el agua. El modelo puede predecir los hábitats probables de partes inexploradas del océano circundante.
“Mientras más aprendamos sobre ellos, más posibilidades tendremos de protegerlos”, afirmó Dan Costa, profesor de ecología y biología en la Universidad de California, en Santa Cruz, que no participó en el estudio. “Es un animal realmente interesante, por lo que merece un lugar en el mundo”.