IVANO-FRANKIVSK, Ucrania — En apenas el quinto día de la guerra, Mykhailo Yavorsky decidió visitar una oficina de reclutamiento militar local, no para pelear en la batalla contra las fuerzas invasoras rusas, sino para explicar por qué no podría. “No puedo pelear, no dispararé”, dijo Yavorsky, de 40 años, a los oficiales. “Puedo ayudarles con otra cosa”.
Dijo que quería apoyar a Ucrania de acuerdo con los “principios bíblicos”. Fue sentenciado a un año de prisión y es uno de una docena de ucranianos que buscan una alternativa al servicio militar como objetores de conciencia y que han sido procesados por negarse a pelear.
Aunque estos casos son pocos, plantean interrogantes sobre los derechos humanos en un país que hasta la invasión a gran escala permitía el “servicio alterno” por motivos religiosos. También arrojan luz sobre la delicada línea entre el deber y los principios a 18 meses de iniciada una guerra sangrienta.
Yavorsky está apelando su sentencia y, hasta la fecha, sólo un objetor de conciencia ha cumplido condena en la cárcel. Algunos han recibido sentencias suspendidas y algunos casos aún no se han resuelto.
Miles de hombres han huido del país para evitar participar en la guerra. (En junio, la Guardia Fronteriza del Estado dijo que hasta 20 hombres son arrestados diariamente por intentar salir ilegalmente del país.) Otros han sobornado a oficiales de reclutamiento para que los declaren no aptos para el servicio.
Los objetores insisten en que sus posturas no son traiciones a su patria sino que se derivan de principios profundamente arraigados. La objeción de conciencia al servicio militar es un derecho reconocido internacionalmente, consagrado en la Constitución de Ucrania. Pero cuando Rusia invadió Ucrania, el Presidente Volodymyr Zelensky instituyó la ley marcial y el derecho a un servicio alterno efectivamente se evaporó.
Eli S. McCarthy, profesor de estudios de justicia y paz en la Universidad de Georgetown, en Washington, dijo que la objeción es “crítica para los compromisos que Ucrania ha asumido” con los organismos internacionales y las aspiraciones de unirse a la Unión Europea.
Yavorsky, que trabaja en el sector inmobiliario, calificó sus luchas de “triviales” a la luz del sufrimiento en Ucrania. Los sacrificios de los soldados son visibles por todas partes en Ivano-Frankivsk, su ciudad natal. Panorámicos con sus fotografías salpican la carretera. El cementerio tiene una sección completa para ellos —siete filas, cada una con 15 tumbas. Una tarde reciente se excavaba una fila nueva.
Yavorsky dijo que comprende por qué tantos de sus compatriotas están luchando, pero que también deberían comprender su posición: “No estoy dispuesto a matar a otra persona por un pedazo de Ucrania”.
¿Y si su elección pudiera ser vista como una traición? “No me importa lo que nadie piense de mí”, dijo. “Lo que me importa es lo que piensa Dios”.
Los objetores de conciencia representan un pequeño segmento de un fenómeno más amplio que se está gestando. Aunque rara vez se habla de ello, hay fatiga en torno a la conscripción. Cuando Rusia invadió, la declaración de ley marcial de Zelensky prohibió a los hombres de entre 18 y 60 años salir del país, y los ucranianos acudieron en masa a los centros de reclutamiento militar. Dieciocho meses después, la reserva de reclutas ansiosos se ha reducido.
Vitaly Alekseenko, de 46 años, el primer objetor conocido encarcelado, dijo, “Amo a Ucrania, amo a la gente. Soy un creyente”.
Dijo que su caso tiene que ver con derechos fundamentales. “Si es gloria para Ucrania, entonces gloria para Ucrania libre, para que mis derechos sean respetados, como está escrito en la Constitución”, dijo.
Afirmó haber solicitado servir de modo alternativo. En lugar de ello, fue declarado culpable de evitar el llamado a las filas y enviado a prisión. Liberado después de tres meses para un nuevo juicio, ahora vive en una pequeña habitación compartida en el séptimo piso de un edificio antiguo sin elevador. Describió a una vecina que lo enfrentó y le dijo: “muchachos están peleando, te están protegiendo”. Dijo, “Le dije que no necesito que me protejan”. Cita animadamente las Escrituras. En lugar de responder “al mal con mal” cuando se trata de la invasión de Rusia, dijo, “es mejor sacrificarnos”.
Andrii Vyshnevetsky, un soldado en servicio, citó los mismos pasajes bíblicos para explicar sus solicitudes de baja militar para el servicio alterno.
“Quienes se niegan a tomar armas y no quieren pelear deben ser exentos del servicio militar”, dijo. “Una persona que cree en Dios y que está en contra de la guerra no irá a matar, sino que será carne de cañón”.
CASSANDRA VINOGRAD. THE NEW YORK TIMES
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