SEÑOR DIRECTOR:
Hago referencia a su editorial del pasado 25 de mayo titulado ‘Movilidad en Bogotá’. A su análisis agrego aspectos que considero importantes e influyen negativamente en el tránsito de la ciudad:
a) Estado de las vías. Hace unos días recorrí en auto desde la avenida Boyacá con calle 138 hasta La Esperanza y de ahí hasta la Clínica Colombia: el estado de las vías es deplorable, hasta se tiene que parar en varios sitios para no caer en dichas troneras. La autopista Norte en ambos sentidos, donde no hay sino tres carriles, es otro completo desastre, como muchísimas otras calles de la ciudad.
b) Falta de autoridad con los (y las) ciclistas y motociclistas. ¿Cómo es que en la ‘Capital mundial de la cicla’ se permite andar sin luces adelante (blanca) y atrás (roja), se deja a los ciclistas pasar los semáforos en rojo, o en contravía y en medio de los carros?
La reglamentación del tránsito es muy clara en indicar que las motocicletas deben andar en los mismos carriles que los autos y no entre los carros, causando tantos problemas e, infortunadamente, tantos incidentes. La autoridad de la ciudad es responsable de estos problemas que causan las situaciones arriba descritas y son contribución enorme al caos de la movilidad.
Romeo Alterio Basso
El narcotráfico no paga
SEÑOR DIRECTOR:
En días pasados cayó uno de los jefes de las disidencias de las Farc, ‘Gentil Duarte’, en Venezuela. Ya habían caído ‘Jesús Santrich’, el ‘Paisa’ y ‘Romaña’. También fue abatido en Colombia ‘Matamba’, quien se había escapado de La Picota. El destino de los narcotraficantes, porque no son guerrilleros, es el cementerio o la prisión. ¿Por qué lo hacen? Por ambición, por poder, por querer tener lujos, grandes propiedades, que a la larga de nada les sirven. ¿Todos estos desenlaces no harán reflexionar a quienes hoy siguen sus tristes pasos? Como se dice, el crimen no paga. El narcotráfico es un negocio perverso para todos. Que siga la lucha, sin descanso.
Lucila González de M.
Una campaña seria
SEÑOR DIRECTOR:
Fui uno de los 22 millones de votantes aproximados que cumplimos con el deber constitucional de acercarnos a las urnas para elegir presidente de la república.
Con sorpresa y superando pronósticos y encuestas, los colombianos dijeron no a los partidos tradicionales. Esto demuestra que el país quiere un cambio y ese cambio debe comenzar por cada uno de nosotros y en estos 20 días que quedan para que los dos candidatos que obtuvieron la mayoría de los votos presenten propuestas serias, alejadas del populismo, ofensas, agresiones, rencores, amenazas y se centren en unirnos para que por fin tengamos una verdadera paz. Los mensajes que se divulguen en las redes sociales deben ser un llamado a la concordia y deben ser recibidos con responsabilidad, comprometiéndonos a reenviar solo los que presenten los programas de los candidatos, y desechar aquellos que inciten al revanchismo, descalificación o censura. Colombia clama por un país diferente, democrático, con una sociedad civil participativa y vigorosa.
Álvaro Sandoval Gómez