Indignación nacional

Perder para Colombia la sede de los Juegos Panamericanos es una desgracia. Toda esa plata invertida – aproximadamente dos millones de dólares– y prácticamente perdida. Al presidente Petro parece no interesarle el país, escogiendo una funcionaria negligente, como la actual ministra del Deporte, por lo que la responsabilidad de la omisión recae sobre el Presidente, pues se delega la función pero nunca la responsabilidad. ¿Será que Petro se hubiese dejado quitar, suponiendo, la sede para realizar un congreso internacional de legalización?

Eduardo Escobar Borrero

El pasado 31 de diciembre señaló un centenario importante en la música raizal, costumbrista, de voces y tamboras en la voz de la cantautora y cantadora bolivarense Irene Martínez, nacida en 1923 en Gamero, corregimiento de Mahates.

Irene Martínez significó un renacer de los bailes cantados como el bullerengue, el chandé, etc..., que eran desconocidos en el ámbito nacional. Ella los modernizó en la ciudad, especialmente en los carnavales de los 80, cuando se presentó en pleno Paseo de Bolívar de Barrranquilla, y con su canto, su rosa en la cabeza y su lindo traje multicolor, hizo bailar a los miles de asistentes que se congregaron en el lugar para verla actuar.

Y fue allí donde cantó el Coron coro, El lobo y A pilar el arroz, para más tarde ganar varios Congos de oro en consecutivas temporadas de la fiestas del Rey Momo.

Irene Martínez, con 64 años, se lanzó al estrellato, logrando grabar más de una veintena de álbumes, divulgando y haciendo gustar el hermoso folclor de su región caribeña.

Es justo, en el centenario de esta singular cantadora, reconocerle sus méritos al haber podido rehabilitar en un sitio preferencial el lugar que merecidamente debe ocupar el folclor tradicional de su tierra. Su origen humilde no impidió alcanzar la meta que se había propuesto. Gracias a su voz y al conjunto Soneros de Gamero se escribió con letras de oro un capítulo de los aspectos más interesantes de Colombia como es su música étnica.

El año 2024 será un año crucial en la historia de Colombia y como en el juego de la pirinola todos los ciudadanos debemos poner para que el país de la belleza empiece su proceso de reconciliación, que tomará un buen tiempo. Simultáneamente, se espera que nuestra salud mental también tome un recreo de toda la carga negativa que recibe en el día a día.

Un nuevo liderazgo político y empresarial se impone, cuyo fin único es hacer que las cosas pasen y los procesos de negociación prosperen, evitando el desgaste producto de la polarización existente. Esta termina siendo un cuello de botella para combatir la aberrante desigualdad existente.

Tenemos un nuevo país y el liderazgo requerido supone un cambio extremo que no da espera. Actuemos. El talento humano existente es una garantía para el logro de metas y la aprobación de las reformas requeridas.