SEÑOR DIRECTOR:
Interesante el debate sobre la movilidad en Bogotá. Es un problema que compete a todos y que, como dijo un editorial de este diario, tiene que ver incluso con la salud de la gente, especialmente la salud mental. Y es que estar en un largo trancón, con inseguridad de por medio: el que pide, el que limpia los vidrios, el que ofrece por la ventana, produce sensaciones de estrés, de cierto temor, de angustia y hasta de desesperanza. Pero son muchas horas perdidas, que es la vida y la productividad de cada uno.
Por eso, se necesitan soluciones de alivio, que se aligeren las obras, que se tapen los huecos, que se aplique orden ante los mal parqueados, que haya grúas prontas para recoger varados y que se incentive el teletrabajo. Estas, entre muchas más, pero que se apliquen; además de que haya un transporte público eficiente y claro, porque muchos buses del SITP van medio vacíos. Algo pasa.
José Francisco Piñeres
Que los delincuentes paguen
SEÑOR DIRECTOR:
Uno, que es de los de a pie -como se dice- no entiende el pensamiento de nuestro ministro de Justicia sobre que un delincuente y su víctima dialoguen sobre el robo cometido:
1.Como afectado no iría. 2. A qué puede temer el delincuente, si sabe que va a quedar libre después de cometer su robo. Si antes no había temor al ser capturados, qué podemos imaginar si esta norma es aplicada en nuestras leyes.
2.Podría ser efectiva en los colegios, pero en las calles falta es mano dura para los delincuentes y, como se dice, que el que la haga que la pague. 4. Robo-hurto o cualquier delito debe ser castigado y aplicar normas para que se acaben los que salen por pequeña cuantía, casa por cárcel, etc. Por favor, no nos lancen al ruedo con trapo rojo y un toro esperándonos.
Alfonso Ramírez Melo
Temor a los pinchallantas
SEÑOR DIRECTOR:
Las entradas y salidas de Bogotá se convierten cada vez más en focos de inseguridad y atracos. Los ciudadanos las usamos con miedo debido a los constantes episodios de pinchazos de llantas, ruptura de vidrios y grupos de maleantes que acechan en semáforos o motos para atracar a los conductores. Saliendo hacia Melgar por la carrera 30, el pasado fin de semana, nos rodeó un grupo de supuestos limpiavidrios a la altura de la avenida Primero de Mayo y nos dijeron que íbamos pinchados, pero era para asaltarnos. Aceleramos el vehículo y logramos escapar. Ya teníamos el antecedente de una ruptura de llantas y asalto real, meses antes, en la misma vía; seguimos nuestro viacrucis para salir de Bogotá con miedo en el permanente trancón y sin sentir protección alguna de las autoridades.
Es insólito escuchar a amigos y familia relatar, cada vez con más frecuencia, cómo los asaltaron en su vehículo luego de pincharles las llantas en diferentes puntos de la ciudad. No es posible que debamos acostumbrarnos al atraco diario sin que nadie actúe para evitarlo.
Por favor, necesitamos con urgencia presencia y acompañamiento de las autoridades a través de dispositivos de policías motorizados que recorran las principales vías de y circulación de la ciudad.
Martha Jeannette Oyuela Guerra