Después de la seguridad, el transporte de pasajeros y la movilidad urbana son los temas más importantes de estas elecciones. La ciudadanía víctima de la deficiente oferta y el mal servicio de transporte tendrá que considerar, a la hora de elegir, las propuestas que propongan soluciones para evitar las 8.000 muertes anuales que dejan la imprudencia y la temeridad en las calles, toda una tragedia. Candidatos comprometidos con resolver las costosas congestiones viales, la creciente contaminación, la crisis de los sistemas masivos, la carencia de cultura ciudadana, las caprichosas restricciones al vehículo particular y la precaria infraestructura urbana.
Está claro que el reto excede las competencias de las ciudades. Más allá de las orillas políticas de donde provengan los nuevos gobernantes tendrán que trabajar de la mano con el orden central. Seguramente encontrarán en sus localidades las arcas vacías. Definir estrategias de cooperación mutua, sin desconocer la autonomía territorial que la Constitución ampara, será clave en el éxito de su cuatrienio.
Por su parte, el Gobierno nacional podría anticiparse y reglamentar los instrumentos que incorporó el Plan Nacional de Desarrollo para facilitar la gestión territorial. La nación no puede limitarse a ser un financiador de la infraestructura y menos un observador de la operación; este camino, sumado a los efectos negativos de la pandemia, dejó un déficit cercano a los ocho billones de pesos y todos los sistemas, sin excepción, en crisis. Con un marco regulatorio más flexible y la asignación de partidas presupuestales se alcanzarán los acuerdos para atender las necesidades de las comunidades. Hay tiempo para ello.
Ahora bien, el debate de la gratuidad que planteó el presidente Petro para el transporte masivo dejó al margen de la discusión la capacidad técnica, legal y financiera del Ministerio de Transporte para apoyar el proceso. ¿Le llegó el momento de actualizar su estructura, rol y funciones?
La cartera tendrá una nutrida agenda con los nuevos alcaldes y gobernadores. Se destacan temas como estimular la transición energética, acompañar la implementación de los objetivos de desarrollo sostenible, definir el monto de inversión en infraestructura, promover la articulación de los sistemas (transmilenios, trenes de cercanías y metros), supervisar la operación y definir la política de integración tarifaria.
También, promover la reposición del parque automotor y sus fuentes de financiación, fortalecer la Unidad de Planeación de Infraestructura de Transporte, mejorar la seguridad vial, enfrentar la ilegalidad en el transporte de pasajeros, definir las áreas metropolitanas que faltan y contribuir con la construcción de una nueva cultura ciudadana.
El ministro Camargo es un hombre serio. Tiene experiencia en el sector. No hay duda de que podrá liderar los cambios y enfrentar los retos. No obstante, las propuestas que surjan del Gobierno nacional deberían comunicarse a la opinión pública después de los estudios y, ojalá, al margen de los procesos electorales. Hasta ahora nadie puede asegurar que la gratuidad sea el camino ideal para resolver la crisis financiera o los problemas de servicio, aunque tampoco se puede desconocer que tal planteamiento seduce a muchos expertos.
El transporte no puede seguir a la sombra de la infraestructura. Es urgente fortalecer la capacidad técnica de la entidad, crear la dirección de Movilidad Urbana Sostenible y dotar al Viceministerio de Transporte de los recursos necesarios para la investigación y el fortalecimiento tecnológico. Para la Colombia del siglo XXI el Runt es insuficiente. Hoy, la toma de decisiones se basa en el análisis de datos y en las proyecciones de oferta y demanda; sin estas herramientas, el ministerio estará rezagado.
El ministro ha manifestado que la movilidad urbana será una prioridad de su istración, es un acierto. La solución de los problemas del transporte y movilidad de las ciudades será una ecuación en donde todos ponen. La ciudadanía tendrá que elegir bien, los candidatos tendrán que comprometerse con propuestas concretas y el Gobierno nacional tendrá que adecuarse a los nuevos desafíos. La gratuidad es solo una pieza en el complejo rompecabezas del transporte.
ANDRÉS CHÁVEZ