El 29 de este mes habrá elecciones españolas. La guerra civil, la dictadura franquista representaron largos años sin democracia. La Constitución española acaba de cumplir 40 años. En esos términos, es una democracia joven.
El bipartidismo, constituido por el Partido Socialdemócrata (PSOE) y el partido de centroderecha (PP), dominó gran parte de la democracia. Los acompañaban pequeños partidos, básicamente de las autonomías del Estado español y el viejo Partido Comunista, después Izquierda Unida (IU). Solo hace pocos años, el bipartidismo se ha roto con la irrupción del partido de izquierda (Podemos) y del partido centrista (Ciudadanos). Hace muy poco ha surgido el partido Vox, de extrema derecha, que quiere acabar con las autonomías, la memoria histórica y revive el espíritu franquista.
El presidente Sánchez, del PSOE, ha gobernado algo más de nueve meses, gracias a una moción de censura apoyada por todos los partidos, excepto el PP, en contra del presidente Rajoy. Sánchez, bien por ley o por decreto real, ha sacado medidas sociales que buscan compensar en algo las medidas de ajuste de Rajoy, que afectaron a gran parte de la población. Igualmente, la imagen de su gobierno se ha caracterizado por la participación de la mujer, la protección de la tercera edad, la defensa de los derechos humanos y la búsqueda de medidas en favor de la equidad.
En esa joven democracia de ese viejo país, la campaña electoral se desarrolla como lucha descarnada, casi sin freno, con medias verdades y mentiras.
El PSOE, que ha subido en las encuestas al punto de doblar en votos al PP, puede llegar a gobernar con pactos poselectorales con Podemos o Ciudadanos, aunque ambos se muestran reacios a hacerlo. Según las encuestas, los tres partidos de derecha no lograrían conformar una mayoría de gobierno, no obstante el sorprendente 13 por ciento de intención de voto que tiene Vox.
En esa joven democracia de ese viejo país, la campaña electoral se desarrolla como lucha descarnada, casi sin freno, con medias verdades y mentiras. Casado, el joven líder del PP, cada vez más a la derecha, falsamente acusa a Sánchez de tener el apoyo de los restos de Eta o de transar con los catalanes su independencia. Rivera, el líder de Ciudadanos, comparte los mismos ataques contra Sánchez. Pero, tanto el PP como Ciudadanos y Vox están embebidos en la pelea por lograr el liderazgo de la derecha. Se desviven para estar más a la derecha. Sin embargo, todo está por definir. Cerca del 40 por ciento de los españoles no han decidido por quién votar. Una parte importante lo hará a última hora. A los socialistas les preocupa que una gran abstención los pueda afectar. Muchos analistas se preocupan porque en el debate están más involucrados los odios, las acusaciones y las amenazas que la discusión de los verdaderos problemas: desocupación, corrupción, desempleo, pensiones y cómo llegar a resolver la amenaza de la separación de Cataluña.
En este marco, los españoles residentes en el extranjero tienen todas las dificultades para ejercer su derecho de voto. Para evitar posibles fraudes, se implantaron medidas intrincadas que hacen casi imposible votar. Se trata del voto rogado, es decir, hay que manifestar el deseo de hacerlo. Primero hay que estar registrado en el censo electoral, lo que para muchos significa realizar largos y costosos viajes hasta los consulados, que están en pocas ciudades. Como segundo paso, se debe enviar por correo, que casi nunca llega o, lo que es peor, por ¡fax!, la manifestación del deseo de votar. Finalmente, una vez recibidas por correo las papeletas de votación, se debe votar por correo o volver a los consulados para depositar el voto. No es de extrañar que muy pocos de los dos y medio millones de españoles que viven fuera de su país puedan llegar a votar.