Entre 2022 y 2024 se celebraron en España las Asambleas Ciudadanas por el Clima. Una iniciativa que bien podríamos replicar en Colombia teniendo en cuenta nuestra urgencia de consolidar paz y desarrollo territoriales resilientes al clima. Estas asambleas responden a una lógica simple: los políticos han demostrado su incapacidad de actuar frente a la crisis; deben hacerlo los ciudadanos. En España un 72 % de la población desconfía de ellos. ¿Cuánto aquí? También en Francia y Gran Bretaña se han realizado asambleas exitosas. Más democracia participativa y mejores soluciones frente a la emergencia climática, todas basadas en la ciencia porque las asambleas cuentan con un Consejo climático de expertos compuesto de 25 representantes de asociaciones ambientales, actores sociales, económicos y expertos académicos.
Las asambleas son un espacio de 100 seleccionados por sorteo representativo y dotados de un mandato de un año. Ya dieron el primer paso: 172 recomendaciones, divididas en 5 capítulos. Aún no se trata de mandatos, pero se busca la conformación de un Parlamento ciudadano climático para lograr una suerte de cogobierno que garantice que los cambios respondan a la gravedad de la problemática y a las urgencias que ha señalado la ciencia.
¿Cómo no pensar en nuestras regiones e imaginarse a sus ciudadanos deliberando y trabajando de la mano con sus gobernantes para mejorar entre todos no solo la resiliencia climática, sino aquellos factores del desarrollo que están en la base de sus vulnerabilidades?
Las transiciones energéticas y socioecológicas tienen plazos perentorios, y los ciudadanos saben que no se pueden postergar indefinidamente. ¿Cuál es el balance hasta ahora? La organización Knoca está evaluando los resultados y ya se pueden ver, en las legislaciones climáticas de Dinamarca, España, Austria, Francia, el Reino Unido e Irlanda, muchas de las recomendaciones que hicieron los ciudadanos de esos países durante el ejercicio de las asambleas.
¿Cómo no pensar en nuestras regiones e imaginarse a sus ciudadanos deliberando y trabajando de la mano con sus gobernantes para mejorar entre todos no solo la resiliencia climática, sino aquellos factores del desarrollo que están en la base de sus vulnerabilidades? Cómo no pensar en Tumaco, Nariño, costa Caribe, Chocó, para mencionar tan solo algunas de las regiones o ciudades que se beneficiarían de asambleas ciudadanas por el clima. Cómo no recordar que fue Donella Meadows, en los años noventa, cuando apenas esta crisis se insinuaba, quien propuso el concepto de ciudadanías activas. Podemos hacerlo.