La relación que hay entre la historia de un país y el desarrollo de su arte es estrecha. Una de las materias primas de los creadores artísticos es también –y principalmente– su circunstancia, lo que les tocó vivir en un tiempo determinado. Y en ese sentido ellos, los artistas, también dejan testimonio sobre su contexto y las vicisitudes de un país que está en permanente proceso de conformación. Por eso, los hombres de espíritu creador son contemporáneos siempre y voceros de una comunidad.
En el caso de Colombia, eso es más evidente, en primer lugar, porque los pintores y escultores se han ocupado de la representación de nuestros grandes acontecimientos: desde la Colonia y la independencia, con nombres como el de Andrés de Santamaría, que dejó en el lienzo constancia sobre nuestros héroes y sus hazañas, hasta varios de los más representativos creadores del parnaso pictórico, actual como Fernando Botero, Alejandro Obregón o Débora Arango, que han dedicado su talento a retratar, por ejemplo, la violencia.
Obviamente, el aspecto central del arte no se reduce a la reproducción más o menos fiel de los episodios claves de la historia. Los artistas también tocan las fibras más profundas del espíritu de un pueblo, y de ahí su importancia en la conformación del carácter de una nación: son espejo del alma de todos, y esto les confiere universalidad.
Pero, como todo lo humano, el trabajo artístico es frágil y necesita de cuidado y apoyo para su conservación y su divulgación. Esa es una tarea compleja que requiere mucho expertise, paciencia y compromiso.
Los artistas nos representan, el Grupo Bolívar y Bancolombia nos ayudan a conservar nuestro patrimonio. ¡Salud por ellos!
Por eso hay que destacar el papel de personas e instituciones que se la han jugado para que nuestro país mantenga su memoria estética y se haga divulgación de ella.
Estamos hablando de lo que ha logrado Bancolombia con su invaluable colección de arte. Se trata de un grupo importante de obras que ahora están felizmente dispuestas en su nueva sede de Bogotá y que muy pronto su sala estará abierta al público para que se deleite con lo mejor de su creación pictórica.
De otra parte, también tenemos que referirnos a la tarea de divulgación que de manera incansable vienen desarrollando José Alejandro Cortés y el Grupo Bolívar, que año tras año nos fascinan con las publicaciones de artistas clásicos y contemporáneos. Esa tarea empezó ni más ni menos que con los grabados de Juan Antonio Roda, por allá en los años 70, y ha pasado por los trabajos excelsos de Freda Sargent, Manolo Vellojin, Mónica Meira y Santiago Cárdenas, entre muchos otros. También se han puesto al alcance del público talentos contemporáneos a los que hemos conocido de mejor forma por la colección de libros que publica periódicamente.
En su más reciente lanzamiento, el Grupo Bolívar celebra la vida artística del maestro Alejandro Obregón, con un libro que contiene piezas inéditas, en un proyecto que estuvo guiado por la mano amorosa de la familia del artista.
Estas personas e instituciones han dedicado parte de su vida y recursos a este mecenazgo: o bien han construido hermosas colecciones con los mejores exponentes del arte nacional, como en el caso de Bancolombia, o bien se han dedicado a impulsar y divulgar el talento de nuestros artistas y de preservar el legado de los grandes maestros del arte, como ocurre con el Grupo Bolívar.
El Bancolombia está de inauguración con su sala de arte en la torre de la 26 con Caracas, en Bogotá, y José Alejandro Cortés recibió esta semana un homenaje por su papel central en el apoyo a la cultura.
Que sea esto un motivo para resaltar su compromiso: estos ejemplos son muy importantes para nuestro país. Los artistas nos representan, el Grupo Bolívar y Bancolombia nos ayudan a conservar nuestro patrimonio. ¡Salud por ellos!
CLAUDIA HAKIM
* Directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá