Recientemente se realizó la feria Art Dubai en el Emirato Árabe, evento internacional considerado uno de los más importantes de Oriente Medio. Fue una experiencia incomparable, en la que, además de arte y cultura, nos encontramos con una grata sorpresa:muchos compatriotas están haciendo historia en esas remotas tierras.
En diálogo extenso con uno de ellos, Daniel Rey, curador y académico que trabaja en el Jameel Art Centre –joven notable que lleva varios años viviendo en esa nación, habla seis idiomas, incluido el árabe, el que además lee y escribe, desenvolviéndose en un mundo tan diferente–, me contó que al talento colombiano le va muy bien en aquellas tierras. Ejemplo de ello es lo ocurrido en Sharjah, otro de los siete Emiratos, en donde inauguraron a comienzos de febrero su tradicional bienal.
La artista colombiana Doris Salcedo recibió uno de los tres premios otorgados a los participantes, por su obra Uprooted, junto con otros dos ganadores de la bienal: Bouchra Khalili (Marruecos) y Hajra Waheed (Canadá). Lo increíble de esto es que las obras de estos dos creadores fueron gestionadas por una galería con sede en Bogotá y París y coliderada por el colombiano Álex Mor. En este evento hicieron presencia, con destacado éxito, Laura Huertas Millán y Carolina Caicedo. Sin lugar a dudas, las colombianas se tomaron la bienal.
Estas ejemplares historias, que muestran la pujanza, las ganas y la decisión de salir adelante, se repiten con varios de nuestros compatriotas. Hay profesionales de todas las ramas: ingenieros, artistas, publicistas, médicos, diseñadores, pilotos, entre muchos otros destacados oficios. Para resaltar, la directora del British Council de los Emiratos Árabes, Aída Salamanca, es talento nacional.
Si bien es claro que muchos colombianos están logrando una buena vida en la península arábiga, debo hacer otra reflexión sobre el tema: me duelen esos cerebros fugados.
En el ámbito de la cultura, conocí de muchas historias positivas, como las de Ana Escobar Saavedra, artista de joyería y objetos, nacida en Cali; Sofía Basto Riousse, pintora de Pitalito, Huila, que aborda como tema central la biodiversidad; Leonardo Rojas, conocido como ‘DJ PHO’, quien tiene un experimento interesante de música conductiva, y Luz Salem Villamil, gestora cultural colombopalestina que ha desarrollado proyectos de alta envergadura en materia audiovisual, sobre todo en el circuito del cine independiente.
Daniel recordó que esta ola de migración empezó con bailarines y cantantes por allá en el año 2000, llevando con ellos la cumbia, el vallenato y los boleros a las tierras árabes. De hecho, el tango no lo llevaron los argentinos a los Emiratos, sino los bailarines criollos.
Si bien es claro que muchos colombianos están logrando una buena vida en la península arábiga, debo hacer otra reflexión sobre el tema: me duelen esos cerebros fugados. Si bien todos ellos han tenido éxito, la historia no es color de rosa; debieron trabajar duro para superar tantos obstáculos que se presentaban, incluyendo el idioma y las diferentes costumbres. Triste es, además, que hayan salido de nuestro país por razones de seguridad o por no haber encontrado oportunidades laborales.
Considero pertinente el deber pensar en las razones que producen la migración, el vacío que dejan los seres queridos cuando se van y la falta que le hace a Colombia tener sus talentos. Según lo relatado por Rey, quien emigra, él cree que la delincuencia se tomó las calles de esta querida patria y que no hay salida laboral. Se quejan por la falta de coherencia en las instituciones.
La ola migratoria colombiana hacia los Emiratos es otro ejemplo más de nuestra tenacidad y nuestro ingenio. Debemos reflexionar y meditar por qué tanto connacional se va a otras naciones para cumplir sus sueños y lograr una vida digna. Hay que encontrar respuestas para la diáspora. Termino con una frase del padre de Daniel: regresar a Colombia no es fracasar. Hay que recuperar estos talentos para nuestro país.
CLAUDIA HAKIM
* Directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá