Hija ilegítima de un presbítero y madre humilde costurera, la intrigante y ambiciosa Jeanne Vaubernier (1743-1793) ejercía como habilidosa prostituta de lujo que escaló todos los peldaños posibles de la rancia sociedad sa prerrevolucionaria, hasta convertirse en amante oficial del rey viudo Luis XV –abuelo a su vez del futuro monarca destronado y guillotinado–. Culta y estudiosa de los placeres corporales, algo más que una mercancía tasada, tuvo la complicidad del marido proxeneta (conde Du Barry) cuyo título noble recién adquirido por matrimonio le abrió las puertas del Palacio de Versalles y el a la alcoba imperial no lejos de la Galería de los Espejos.
Decadente drama histórico e incomprensible romance que desafió normas de la época, se ganó el repudio de los aristócratas y alteró protocolos atribuidos a la realeza. “Quiero estar a su lado cuando salga el sol y se ponga, es todo”, contundente respuesta del soberano enamorado cuando su ministro de Estado (duque de Choiseul) le reclamó. Relacionada con poderosos e influyentes gobernantes, como el seductor mariscal de Richelieu, la sucesora de Madame Pompadour sufrió la malquerencia de las hijas del Bien Amado y el recelo del Delfín al pretender opacar a su cónyuge Marie-Antoinette de Austria.
‘La favorita del rey’ (Jeanne du Barry, Maiwenn Le Besco, Francia–Bélgica-Reino Unido- Rusia-Arabia Saudita-Estados Unidos, 2023). Sexto largometraje de la directora y protagonista de origen argelino y multirracial, nacida en la periferia norte de París (Saint-Denis, 1976). Además de reivindicar el empoderamiento femenino y libertario de Madame du Barry, Maiwenn logró varias proezas: abrir fuera de competencia el Festival de Cannes, formalizar una superproducción multimillonaria con cinco países delegados y contratar al astro americano Johnny Depp ya cuestionado por sus escándalos –aunque desde sus comienzos se rumoraba la figuración estelar de Cassel o Depardieu–.
Porque esta guapa realizadora y actriz se propuso rescatar el esplendor museográfico de locaciones prestadas versallescas, sumado al suntuoso vestuario y mobiliario de época Louis XV, para transportarnos a eventos de gala e iluminaciones con lámparas de cristal y espejos al estilo ‘Barry Lyndon’ de Kubrick; además, el evocar recientes precedentes engominados, como ‘María Antonieta’, de Coppola, o ‘La muerte de Luis XVI’ por el franco-catalán Serra.
Distribuida en Colombia por Cinema Paraíso, desde el jueves 18 de julio, lo primero que nos motiva como espectadores es un narrador literario en off, quien resume los trazos biográficos y nos explica las conductas mundanas de una de las cortesanas europeas más célebres de la historia. Al revisar cintas y lecturas sobre esta derrochadora heroína de futuro aciago, encontraremos puntos positivos y otros negativos: énfasis en su naturaleza libidinosa y plebeya, intrigas originadas por rumores o maledicencias, reiteración de la condición innata de coqueta o seductora, ruptura de protocolos y chistosas etiquetas como aquella de jamás darle la espalda a Su Majestad.
De hace más de cien años, el film silente ‘Madame Du Barry’ (1919). Dirige el maestro berlinés del llamado ‘toque’ Lubitsch, experto en carruseles amorosos, quien despliega el gracioso protagonismo de su musa Pola Negri –hija de un antizarista polaco–. Primerísima diva del cine mudo, desde Berlín y París, la juguetona y advenediza alteza real obnubiló al disfrazado y hasta pellizcado Ludwig XV; en tono cómico y confianzudo, primitivismo neto, desfilan escenas palaciegas (de cartón) y apariciones del emergente actorazo expresionista Emil Jannings.
En su presentación ante la Corte, con rumores desbordados de una entronización de faldas, el pueblo dejó de ovacionar a la nueva favorita y se desbordó una protesta pagada por los conspiradores palaciegos. Agravios, panfletos en francés y alemán, hasta adoptar un clima de agitación para buscar el pan diario y ser libres; revueltas callejeras y asaltos del vulgo a las panaderías entre filtros coloridos y convenciones: azul (exterior noche), verde (día soleado) y magenta (noche iluminada). En conclusión, algo que no se ve ahora: “Yo no puedo seguir sirviendo a un rey que me ha quitado lo que más quiero”, palabras del novio rebelde despechado vuelto líder revolucionario.
¡Abajo la Dubarry! Al disolverse la protesta de la chusma, los oficiales de seguridad disparan hasta dejar un reguero de cadáveres chistosamente dispuestos a la intemperie. Puede contarse la vieja joya disponible en redes a partir de la siguiente exclamación, leída en cartones bilingües por un guardia: “¡Y todos estos desmanes a causa de una amante!”. También, liberación de presos políticos en La Bastilla y mensajes aleccionadores –aunque nada de esto se da en la vistosa e incluso frívola versión feminista actual–.
Un antecedente fílmico no superado para tener en cuenta: ‘María Antonieta’ (Sofía Coppola, 2006). Del Palacio de Viena al no menos espléndido Versalles, la recreación original y sin empalagar del agonizante imperio de luises y borbones a partir de 1772. Lo banal o frívolo de las inocentes negaciones de alcoba, pusieron en ascuas a dos monarquías frente al afán de austríacos y ses por darle un heredero varón al nieto de Luis XV. La Coppola se permitía algunos caprichos extemporáneos en su banda sonora, hasta alternar Couperin y Rameau con baladas pop y algo de rocanrol.