Hay palabras tan sonoras como esta última que he dicho: sonora. Palabras llenas de significado y de historia como ella misma, palabra, que comparte su origen con parábola, que viene del latín y antes del griego, y que alude a "comparación y alegoría". Lo leo en el gran diccionario de Ricardo Soca, El origen de las palabras, y pienso que si solo pudiera conservar un libro para el resto de mis días probablemente elegiría un buen diccionario, porque allí están casi todas las palabras, y las palabras le dan forma a la herramienta más poderosa de la que hemos sido dotados para comunicarnos con el mundo.
Pienso en las palabras porque mañana se celebra el Día del Idioma, y la fecha me trae buenos recuerdos: obras de teatro infantiles inspiradas en capítulos del Quijote, discursos juveniles que nos ampliaban los horizontes y parecían entregarnos la ciudadanía del mundo, debates con acento nostálgico en las ferias del libro...
Alguna vez me preguntaron, a propósito de este día, cuál era mi palabra favorita. Dije entonces que era la palabra "quizás", convencido, eso sí, de que al día siguiente podría ser otra... azahar, tal vez, o incluso azar.
Busqué esta mañana la palabra quizás en el diccionario etimológico de Soca, y leí que ya figuraba en el Mío Cid como "quiçah" y que es una alteración de la expresión latina qui sapit, que significa "quién sabe".
Es fascinante ver de qué manera se han construido y se siguen alimentado las lenguas. Es apasionante asomarse a la vida privada de las palabras. Saber, por ejemplo, que ábaco viene de "polvo" en hebreo (abaq), pues en la antigüedad se buscaban tablas cubiertas de polvo para escribir sobre ellas y llevar las cuentas. Que esa invención definitiva que es la brújula se llama así por su similitud con una pequeña caja de madera que en latín vulgar se conocía como buxida. Que la palabra"mamotreto", con la que hoy se designa un objeto grande, se usó primero para referirse a un niño que mamaba durante mucho tiempo.
¿Han pensado alguna vez en esas palabras que tal vez solo se entienden en Colombia? Chichazo o guarapazo, por ejemplo, que se emplean para referirse a un golpe o una caída, y que parecen tener su origen en la chicha y el guarapo. Y, como estas, centenares de palabras sonoras y divertidas como buchipluma, que nos invitan a navegar en el fascinante mar del idioma.