Reciclar está de moda. No solo plástico, vidrio o cartón, está de moda reciclar ropa. Soy la cuarta de una familia de seis hijos. Crecí acostumbrada a heredar juguetes, bicicletas y ropa. Los uniformes del colegio los heredaba de mi hermana; los vestidos de fiesta, de mi prima. En mi cumpleaños recibí una vez de regalo el triciclo rojo que había sido de mis hermanos grandes, pero que ahora, oh sorpresa, era azul. Mi mamá acudía a las costureras para transformar vestidos en faldas, pantalones en pantalonetas.
Aplaudo las iniciativas que surgen para darles una nueva vida a los objetos, y sobre todo a la ropa. Son varios los factores por los cuales el negocio de la ropa de segunda mano se ha convertido en tendencia: conciencia ambiental (la industria de la moda rápida es la segunda más contaminante del mundo, después del sector energético); ingresos limitados, o simplemente el deseo de buscar prendas únicas.
Esto ha impulsado el surgimiento de tiendas tanto físicas como digitales de ropa usada en perfectas condiciones que la gente de todas las clases sociales está frecuentando. El término vintage ha contribuido a que lo viejo suba de categoría. Usar ropa de segunda hoy en día tiene una connotación positiva, porque dice mucho de la persona que lleva la prenda, seguramente alguien preocupado por sus finanzas y el futuro del planeta. Algunas marcas dispuestas a mostrarse sostenibles frente a los consumidores también están adoptando estas prácticas, aunque muchas veces no sea más que una estrategia de mercadeo con mínimo impacto.
Sin embargo, es importante regular la circulación de ropa usada. Ustedes habrán visto las imágenes recientes de enormes vertederos en Kenia o en el desierto de Atacama, en Chile. Montañas de chiros y trapos sucios, rotos, inservibles. La mercancía proviene de Estados Unidos y Europa. La gente limpia sus clósets y se siente muy bien donando lo que ya no usa, sin saber las consecuencias que tiene para las comunidades a donde llegan miles de pacas de ropa. Gran parte se vende en almacenes de segunda en países del sur, pero la mayoría termina botada en un gran basurero.
Más allá de lo que la industria textil haga para invertir en tecnologías limpias y garantizar condiciones laborales óptimas, alargar la vida de la ropa es una buena idea. Comprar de segunda, intercambiar prendas con otras personas son medidas que nos llevan hacia un modelo circular que el planeta sin duda agradecerá.
DIANA PARDO