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Opinión

¿Está bien que exjefes paramilitares sean gestores de paz?

Esto es una afrenta a las víctimas. ¿Qué puede sentir una madre que vio asesinar a su hijo de manera brutal?

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A la indignante escena que a los colombianos nos tocó ver el pasado 3 de octubre, en vivo y en directo, cuando Gustavo Petro intercambiaba sombreros con el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, se le suma ahora la afrenta del primer mandatario a las víctimas de la violencia desatada por las Autodefensas Unidas de Colombia al nombrar a dieciocho de sus líderes como Gestores de Paz. Si no fue de buen recibo ese abrazo fraternal que se dio ese día en la población de Buenavista, Córdoba, con quien fuera el segundo al mando de esa máquina de muerte que fue el paramilitarismo, mucho menos lo ha sido la noticia de que la gran mayoría de estos delincuentes abandonarán las cárceles donde pagan sus condenas para convertirse en facilitadores de diálogos para alcanzar la paz.
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El presidente Gustavo Petro no midió el alcance que podía tener esta determinación. Las críticas que desde distintos sectores de la opinión pública (prensa y ciudadanía) han recibido son prueba de que la gran mayoría de los colombianos no están de acuerdo con que a estos criminales se les premie de esta manera, después de haber causado tanto dolor en miles de hogares, de haber originado un derramamiento de sangre tan grande y de haber convertido a Colombia en un escenario de muerte. Lo que está haciendo Gustavo Petro es perdonándoles los vejámenes a los que el grupo armado sometió a miles de colombianos. Ellos sembraron dolor en todos los rincones de Colombia al dejar a su paso muerte y desolación. Miles de familias lloran todavía la suerte corrida por padres, esposos, hermanos e hijos.
La Resolución 453 de 2024, firmada el 8 de noviembre, favorece a Hernán Giraldo Serna, el ‘señor de la Sierra’; Diego Fernando Murillo, ‘don Berna’; Rodrigo Tovar Pupo, ‘Jorge 40’; Carlos Mario Jiménez, ‘Macaco’; Heberth Veloza García, ‘HH’; Rodrigo Pérez Alzate, ‘Julián Bolívar’; Luis Eduardo Cifuentes Galindo, el ‘Águila’; Manuel de Jesús Pirabán, ‘Pirata’; Juan Francisco Prada Márquez, ‘Juancho Prada’; José Baldomero Linares, ‘Guillermo Torres’; Freddy Rendón Herrera, el ‘Alemán’; Edward Cobos Téllez, ‘Diego Vecino’; Héctor Germán Buitrago, ‘Martín Llanos’; Ramón Isaza, el ‘Viejo’; Arnubio Triana Mahecha, ‘Botalón’; Ramiro Vanoy, ‘Cuco Vanoy’ y Héctor Buitrago Rodríguez, el ‘Patrón’. Salvatore Mancuso ya había sido designado, en julio de 2023, como gestor de paz.
El argumento del Gobierno, en el sentido de que pueden liderar 'estrategias de acercamientos con actores armados', solo se lo cree Gustavo Petro.
¿Está bien que dieciocho de los más sanguinarios exjefes paramilitares hayan sido nombrados por Gustavo Petro como gestores de paz? Para el presidente de la República, sí. Pero para los colombianos que respetan la vida humana, para los ciudadanos que exigen justicia, para quienes piden respeto a los derechos humanos, para la gente de bien de este país, que somos la mayoría, esto es una afrenta a las víctimas. ¿Qué puede sentir una madre que vio asesinar a su hijo de manera brutal, una esposa que vio cómo a su marido lo despedazaban con una motosierra, un hijo que fue testigo de cómo pateaban la cabeza de su padre en la plaza del pueblo, al ver que esos asesinos disfrutan de libertad protegidos por el mismo Estado? La respuesta a esta pregunta es: rabia e indignación.
Como gestores de paz, los exjefes paramilitares pueden facilitar la participación de otros grupos armados en diálogos que contribuyan a la pacificación del país, dice Petro. Suena bonito. Pero puede ser, también, la oportunidad para huir de la justicia. Eso hizo ‘Gafas’, el guerrillero que custodió a Ingrid Betancur cuando estuvo en poder de las Farc, hoy militante de las disidencias de Iván Mordisco. El argumento del Gobierno, en el sentido de que pueden liderar “estrategias de acercamientos con actores armados”, solo se lo cree Gustavo Petro. Sin embargo, bastaba con nombrar dos gestores. Las autodefensas creadas por los hermanos Castaño ya no existen. Las nuevas estructuras del paramilitarismo, como el ‘clan del Golfo’, tienen jefes difíciles de convencer. No tienen, por lo tanto, estos señores, con quien cumplir esa tarea.
La Comisión de la Verdad reveló que las AUC asesinaron a 205.028 personas. Súmesele a esta cifra las desapariciones, el desplazamiento forzado, la violación de niñas, el reclutamiento de menores de edad y la apropiación por la fuerza de fincas y ganado, delitos cometidos por hombres al mando de estos delincuentes. Sacarlos de las cárceles, nombrándolos gestores de paz, es premiarlos. ¿Qué busca Gustavo Petro con esto? Sumar adeptos con miras a las elecciones del 2026. En libertad, estos señores le pondrán miles de votos. Lo mismo harán los movimientos guerrilleros. La coacción armada sobre los electores en sus zonas de influencia es el pago que recibirá por haber mantenido maniatadas a las Fuerzas Armadas, permitiéndoles su fortalecimiento. Hoy hacen presencia en 456 municipios.

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