‘Foodporn’

El derecho de autor no cubre las recetas culinarias porque no se consideran expresiones originales de creatividad, sino métodos o procesos funcionales para la preparación de alimentos. Esta exclusión se basa en el principio según el cual esta rama del derecho cubre la forma como se expresan las ideas, pero no las ideas en sí mismas ni los procedimientos comunes y necesarios para la creación. No obstante lo anterior, la descripción creativa de una receta, así como las fotografías e ilustraciones relacionadas, sí puede estar protegida por tales derechos, si es suficientemente original.

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Un debate interesante alrededor de este tema es el que se genera cuando se discute si la presentación visual de una preparación puede estar cubierta por el derecho de autor.

Si bien es cierto que esto valoraría la innovación de su creador, le permitiría controlar la explotación de su obra y le facilitaría evitar la reproducción no autorizada, también lo es que podría tratarse de un exceso, si tenemos en cuenta que las preparaciones alimenticias son una creación efímera, tienen una función práctica y puede resultar extremadamente difícil y subjetivo determinar qué aspectos de la presentación son lo suficientemente originales y creativos como para merecer este tipo de protección.

El caso es que hoy en día algunos restaurantes prohíben el foodporn, es decir, la práctica de tomar fotografías de alimentos para difundirlas en redes sociales. Estas fotografías suelen destacar la presentación artística de los platos con el fin de despertar el deseo de consumir en quienes ven las imágenes. Algunos chefs no se sienten muy a gusto con esta situación porque la toma de la fotografía puede incomodar a otros comensales, es posible que su difusión facilite la copia de las creaciones y en últimas, si la fotografía es de mala calidad, se puede afectar la reputación del restaurante.

Surge así la pregunta sobre si el derecho de propiedad intelectual respalda estas medidas de protección. ¿Tiene un plato de comida derecho a la imagen? ¿Puede un restaurante imponer sus reglas y limitar el libre desarrollo de la personalidad de los comensales? ¿Estamos exagerando en el interés de proteger cualquier creación? ¿Nos estamos inventando nuevas razones para disputas legales y creando cargas adicionales de trabajo para los chefs y el sistema judicial?