En 1984, la novela de George Orwell, hay un ministerio de la mentira dedicado a cambiar la historia de forma permanente y transformar la realidad. Lo mismo pareciera estar ocurriendo con la narrativa del Gobierno en su intento de transformar el pasado, de cambiar las cosas, de ajustar la realidad que no queremos aceptar y justificar la entrega de importantísimos puestos técnicos a fieles mosqueteros como Alexánder López en Planeación Nacional.
“Yo no soy economista ni aspiré a serlo, porque las matemáticas me dieron muy duro”, dijo López al día siguiente de posesionarse como director del Departamento Nacional de Planeación. Salida en falso para quien llega como gran tahúr de los 500 billones de pesos del Presupuesto General de la Nación, como priorizador de los 100 billones de recursos de inversión y como repartidor de los 70 billones de transferencias en salud, educación y agua potable.
¿No entiende de matemáticas el hombre a cargo de una de las instituciones más técnicas del país, encargada de la preparación, ejecución y evaluación financiera de los planes y programas dentro del Plan Nacional de Desarrollo? ¿No es bueno para los números quien llega a auditar el plan de inversiones, los presupuestos plurianuales, el marco de gasto de mediano plazo, la caja del Sistema General de Regalías y otros instrumentos de planeación financiera y presupuestal de la Nación?
¿Le dan muy duro las matemáticas al encargado de apoyar a las entidades nacionales y regionales en las gestiones de financiamiento externo e interno relacionadas con programas y proyectos de desarrollo económico, social y ambiental?
¿Se confunde con las sumas y restas el responsable de preparar los documentos que se someten para consideración del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes), a cargo de la programación macroeconómica anual y el cronograma de desembolsos de crédito externo del sector público?
Nombramiento desmoralizador para generaciones enteras de economistas e ingenieros que se quemaron las pestañas estudiando, para legiones de técnicos que llevan toda una vida haciendo carrera en el interior del DNP, para batallones de funcionarios de las más altas calidades que llevan décadas diseñando programas de nutrición, madres comunitarias, subsidios de bienestar social, encuestas de focalización y proyectos que han sido vitales para el progreso social del país.
Cacheteada para Jorge Iván González, el sabio exdirector de Planeación Nacional, quien reaccionó con vehemencia al decir que se pasó de un consejo de ministros a un consejo de activistas. Bofetada también para hombres y mujeres de la talla de Miguel Urrutia, Eduardo Wiesner, María Mercedes Cuéllar, Armando Montenegro, José Antonio Ocampo, Cecilia López, Jaime Ruiz, Mauricio Cárdenas, Juan Carlos Echeverry, Santiago Montenegro, Esteban Piedrahíta, Luis Fernando Mejía y otros tantos que llevaron con seriedad y profesionalismo las riendas del Departamento Nacional de Planeación.
Golpe irreversible para las próximas generaciones de colombianos a las que se les llega con el mensaje de que estudiar no paga; jóvenes y niños que hoy quedan notificados de que para triunfar en la vida lo único que se necesita es ser parte de la rosca y hacerse amigos de los que mandan.
¿Y toda la defensa del presidente Gustavo Petro es salir a de decir que “un antónimo de tecnocracia es democracia”? ¿A eso se refería George Orwell cuando imaginó un ministerio de la mentira?
PAOLA OCHOA
En X: @PaolaOchoaAmaya