Dudo de las afirmaciones sin argumentos lógicos, pruebas matemáticas o experimentos reproducibles y, por consiguiente, cuestiono las experiencias extrasensoriales, las elucubraciones metafísicas y las hipótesis que carecen de rigor académico, no creo en la astrología, ni en la adivinación, ni en la numerología, no creo en nada que tenga ver con las pseudociencias.
Por el contrario, sí ‘creo’ en la física, en las matemáticas, en la estadística y en la lógica, respeto el método científico como guía y marco de referencia del progreso en los siglos recientes. ¿Y en la telepatía, la comunicación de una mente con otra por ‘medios’ extrasensoriales? Aquí soy escéptico.
La telepatía, la transmisión de pensamientos o ideas por medios distintos a los sentidos, es un conjunto de suposiciones no adecuadamente demostradas y de métodos erradamente considerados como científicos. El vocablo “telepatía” (telepathy en inglés) fue acuñado por Frederic W. H. Myers, fundador de la Sociedad Psíquica. La telepatía no es una ciencia; sin embargo, se han efectuado numerosos estudios sobre el tema, muchos de ellos sin la precisión requerida.
Expandiendo la descripción, telepatía es “la coincidencia de pensamientos o sensaciones entre personas, generalmente distantes entre sí, sin el concurso de los sentidos tradicionales, sugiriendo una comunicación de índole desconocida”. La Enciclopedia Británica, por su parte, enfatiza en su definición que la telepatía es una forma de percepción extrasensorial no comprobada.
En alguna ocasión, hace ya varias décadas, visité a un psicólogo quien, supuestamente, podía leer en la mente de sus pacientes tanto sus problemas reconocidos, como otros que ellos mismos ignoraban, ofreciendo recomendaciones correctivas para las conductas ‘anómalas’, las conocidas y las que él descubriera.
Aunque hay innumerables creyentes en la realidad de la telepatía, la ‘popularidad’ de esta facultad en Internet va en descenso.
¡Qué maravilla! pensé: ¡un asesor a quien, por su habilidad telepática, no habría necesidad de confesarle mis fallas!
Me fui a ‘consultarlo’, más con curiosidad especulativa que con preocupación por mis ‘desarreglos emocionales’.
– Escriba aquí su nombre –. No saludó y me pasó un papelito mientras exclamaba: “¡dóblelo y me lo devuelve!”. Lo enrolló aún más hasta llevarlo a un tamaño minúsculo. Luego lo quemó delante de mí, cerró sus ojos y me pidió que hiciera lo mismo. A continuación, permaneció en silencio por varios segundos.
– ¿A qué ha venido, Gustavo? – preguntó, ‘adivinando telepáticamente’ mi nombre.
Lo único que saqué de este encuentro fue lo ‘divertido’ que me pareció el turbante del ‘maestro’ y las veladoras que alumbraban, asegurando media luz en el ‘consultorio’. Todas sus recomendaciones fueron similares a las estándar de muchos consejeros: “no persiga objetivos porque perderá el camino; deje que su sabiduría interna lo guíe; fluya con la vida y lo que desea le llegará de manera espontáneamente, etc.”
¡Esta persona no era ni ‘telepatista’ ni psicólogo!, sí, en cambio, prestidigitador y charlatán. ¡No me di cuenta en qué momento cambió mi papelito por el que sí incineró! Mi nombre debió leerlo cuando tenía los ojos cerrados.
¿Qué explicaciones podría haber a los relatos de transmisión telepática que escuchamos con frecuencia y que convencen? Muchos son puras coincidencias. Quizás le ha sucedido que está pensando en algún Gabriel, suena el teléfono y, cuando usted responde, escucha una voz que le dice, “Te habla Gabriel”, y sorprendido usted comenta: “¡La telepatía existe! Te estaba pensando justo en este momento.”
La palabra ‘telepatista’ aparece en los diccionarios de inglés, pero no figura en el de la Real Academia Española, como si la rectora de nuestro idioma concordara con mi aprensión con relación a las lecturas de la mente por terceros.
Aunque hay innumerables creyentes en la realidad de la telepatía, la ‘popularidad’ de esta facultad en Internet va en descenso. Al buscar en Google y Yahoo ‘investigación académica telepatía entre 2011 y 2021’, en idioma inglés, los millares de enlaces encontrados (estudios, escritos, grupos, etc.) descendieron casi a la mitad en esa década. ¿Se van a acabar los creyentes, las asociaciones, los cursos sobre este tópico? ¡No!, pero sí tienden a disminuir.
Es más probable, eso sí, que la telepatía abandone el territorio de la parapsicología para ingresar al de ciencia formal, con objetivos, informes de progreso, resultados, índices de medición. Para entonces la telepatía se considerará una cualidad real y cuantificable de alguna forma, y este servidor, si aún vive y razona, abandonará su escepticismo sobre el tema.
GUSTAVO ESTRADA