Este espacio promueve la reflexión, en conjunto, sobre las complejas experiencias humanas en el tiempo, la comprensión crítica de nuestro presente y el fomento decidido de la imaginación histórica.
En tiempos de coronavirus, el historiador puede ‘salir’ en busca de respuestas a sus preguntas gracias a internet. Por fortuna, los catálogos de muchos archivos y bibliotecas están disponibles en línea. Desde su casa, el investigador puede hacerse una idea muy precisa de lo que tiene y de lo que no tiene un repositorio específico. Además, puede descargar en su computador, tableta o celular documentos escaneados con solo hacer clic en un hipervínculo y crear así un archivo virtual de manuscritos, hojas sueltas, carteles, folletos, periódicos, libros enteros, etc. Este es el caso de la Biblioteca Nacional de Colombia.
La Biblioteca cuenta con fondos que son verdaderos tesoros, no solo para los investigadores, sino para cualquier persona interesada en el pasado de este país. Por desgracia, la impresión que me dejan mis consultas es que solo un porcentaje mínimo de ellos ha sido digitalizado. Si la tendencia al teletrabajo sobrevive a la coyuntura en la que estamos, lo que es probable, y si hay dinero y voluntad suficientes, lo que no es seguro, algún día todas las joyas que guarda la biblioteca estarán disponibles en la red. Desde cualquier lugar del mundo, el investigador podrá acceder a ellas, sin necesidad de desplazarse. Una verdadera revolución cultural que ya está en marcha, pues la oferta virtual de la biblioteca no se reduce a documentos antiguos escaneados. Cito solo un ejemplo:
la Biblioteca Básica de Cultura Colombiana (BBCC).
Este inmenso emprendimiento sigue la tradición de las selecciones de obras que deberían estar en todas las bibliotecas públicas del país: la biblioteca aldeana en los años treinta del siglo pasado, iniciativa también de la Biblioteca Nacional; la Biblioteca Popular de Cultura Colombiana en los cuarenta, proyecto del Ministerio de Educación, y la Colección Popular del Instituto Colombiano de Cultura en los setenta. Pero esta vez se trata de libros disponibles en los formatos PDF, HTML o ePub, que cualquier persona puede descargar sin costo.
La BBCC es el resultado del trabajo conjunto de muchas personas, tanto de la biblioteca como de fuera de ella: editores, diseñadores, ilustradores, correctores, gestores culturales, entre otros. La diagramación es elegante y la selección es variada: incluye los clásicos esperados y también obras recientes como El río de Wade Davis. Los libros van precedidos por nuevos prólogos que explican su actualidad y la pertinencia de reeditarlos.
Los historiadores encontrarán, junto con pioneros como Luis Eduardo Nieto Arteta, Luis Ospina Vásquez y Salomón Kalmanovitz, la más reciente Historia contemporánea de Colombia de Ricardo Arias Trujillo. En cuanto a fuentes hay memorias, libros de viaje, el epistolario de los hermanos Cuervo con Rafael Pombo y descubrimientos como el diario íntimo de una jovencísima Soledad Acosta justo cuando empezaba a ser ‘de Samper’.
No todo es perfecto, claro que no. La
presentación general promete 120 títulos, pero solo están disponibles en línea 103. Entre estos fue imposible descargar el Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta de Elisée Reclus. No todos los volúmenes tienen prólogo nuevo y, como historiador, me pregunto si la historia económica no quedó sobrerrepresentada. Pero estos son detalles menores que no opacan el brillo del conjunto de la BBCC, una iniciativa muy útil, no solo para buscar respuestas a preguntas históricas, sino también para conocer mejor este país sin salir de casa.
Continuará.
Carlos Camacho Arango
Centro de Estudios en Historia
Universidad Externado de Colombia