Fue suficiente un oscuro oportunista a la cabeza, como el congresista Manuel Merino, y la retorcida maniobra de un Congreso pauperizado éticamente, que declararon la vacancia del entonces presidente Martín Vizcarra, para arriesgar la estabilidad de Perú y los avances logrados en los últimos 30 años
Si Colombia se descuida, muy pronto le puede ocurrir igual, pues cuenta con el hartazgo a los partidos y los congresistas cuestionados que creen que todo es desenfreno y gamberrismo. Basta ver a un Eduardo Pulgar o un Jonatan ‘Manguito’ Tamayo, cuyos procesos por presunta corrupción huelen hediondo y que por mero decoro no deberían estar en el Congreso. ¿Dónde están los universitarios y esa sociedad erguida exigiendo su salida?
Pero también estamos atiborrados de logreros y tramoyeros. La expulsión o autoexpulsión de Roy Barreras y Armando Benedetti es apenas la punta del iceberg de la burla a las normas y los ciudadanos. Para empezar, ¿de cuándo acá resulta que los parlamentarios pueden renunciar a los partidos y quedarse con la curul? Como Roy y Benedetti saben que no es posible, que las curules son de los partidos, entonces hacen el show, anuncian renuncias, pero nunca las presentan. Exhiben meros manifiestos dirigidos a la opinión y mensajes de Twitter.
El mecanismo tal vez más efectivo para acabar con la comedia de los referidos senadores es la acción de tutela, para que prevalezca el derecho fundamental de elegir y ser elegido de los candidatos del partido no electos que siguen en votación; pero enhorabuena un ciudadano preocupado, como Pedro Alexánder Rodríguez, presentó una demanda de pérdida de investidura por conflicto de intereses.
De por sí ha sido muy extraño que las directivas del partido no reclamen las curules, que es como una iglesia que deja de profesar. Pero lo insólito es que apareciera, de repente, una expulsión, que más parece una jugarreta o un salvavidas frente al proceso de pérdida de investidura. Sin embargo, la Fiscalía de oficio debiera estar muy interesada por el sinnúmero de irregularidades o falsedades que pudieran transgredir el código penal. Varias candidaturas presidenciales se pueden allí enredar.
Y es que hay que preguntar: ¿por qué no se anunció antes y no se evitó el desgaste si la carta de supuesta expulsión está fechada el 15 de octubre? En segundo lugar, ¿por qué se expide una expulsión con violación de los artículos 66 de los estatutos del partido, que rezan que la bancada conocerá del proceso disciplinario en primera instancia, y del 132, 133 y hasta del 158, entre varios otros, que convierte dicha ‘expulsión’ en inválida?
En tercer lugar, ¿estamos frente a una auténtica expulsión o una concertada autoexpulsión a la que se han prestado directivos y funcionarios del partido? Adicionalmente, ¿por qué si su secretario, Álvaro Echeverri, comunicó a este columnista el 23 de octubre que cualquier pronunciamiento respecto de la renuncia de los senadores se daría después de la realización de la Asamblea Nacional del partido, el 7 de noviembre, el proceso disciplinario no se ventiló allí?
En cuarto lugar, ¿por qué ese mismo 23 de octubre dio por hecho la renuncia y me refirió la respuesta baladí según la cual los senadores estaban en la libertad de afiliarse o retirarse sin condición alguna de los partidos políticos, y no mencionó ningún proceso disciplinario?
Como quinto interrogante, y si expulsan a Barreras por no someter su iniciativa de control político al ministro Holmes Trujillo a consideración de la bancada y apartarse del apoyo del partido a la nueva procuradora, ¿por qué entonces la aplican a Benedetti si ambas causales no lo vinculan? Pero como no caben las preguntas, solo agrego, entonces, ¿cómo es posible surtir un proceso disciplinario sin que los implicados ni se enteren y sin que le informen a la presidenta del partido, Dilian Francisca Toro?
Algo luce muy mal en la llamada expulsión del partido de ‘la U’ y no es precisamente porque sean vagos, sino porque pareciera que se quieren pasar de listos. Es hora de que las autoridades aclaren y pongan tatequieto a aquellos que creen que todo vale y que están por encima de todos y de todo.
Adenda. Caen parados. Con el escándalo de Odebrecht a cuestas, el excontralor Juan Carlos Granados se quiere convertir en el faro ético de los abogados y la rama judicial, aspirando a la Comisión de Disciplina Judicial.
John Mario González