En las últimas semanas, la prensa internacional destacó la diferencia entre Estados Unidos y Europa en la forma como enfrentaron la pandemia. El fracaso de los norteamericanos y el relativo éxito de los europeos ante la más dura prueba para el planeta en el último siglo se explica básicamente por la fortaleza del sistema de salud pública en la mayoría de naciones de la Unión Europea, y en la amplia y sólida red de protección social, que les permitió decretar unas estrictas cuarentenas y, al tiempo, garantizar su salario a trabajadores y un ingreso mínimo a desempleados.
En Estados Unidos se hizo un descomunal esfuerzo fiscal para pagar un seguro de desempleo, mientras que Alemania, Francia, Dinamarca o España financiaron en forma oportuna y eficaz la preservación del empleo. Por ello, hoy, en los 19 países europeos que pertenecen a la Ocde, solo ha subido el desempleo, en promedio, el 1 %, mientras que en Estados Unidos se multiplicó por cuatro.
En Colombia no se protegió el empleo, no se activó un auxilio al desempleo y tampoco se ha logrado, hasta ahora, un consenso político para establecer de manera extraordinaria y temporal una renta básica a 9 millones de hogares pobres y vulnerables. No invertimos los recursos en forma suficiente y oportuna. Fuimos tacaños y demorados para enfrentar una crisis social sin antecedentes.
Desde el Laboratorio para la Igualdad y el Desarrollo Sostenible (Lides) enviamos varias comunicaciones constructivas al Gobierno Nacional, con ideas para afrontar la crisis, sin respuesta alguna. El observatorio fiscal de la Javeriana también hizo observaciones a la calidad del gasto público, y escuchamos al Contralor General con válidas preocupaciones. Cuánto convendría al Gobierno escuchar más.
El Fondo creado para atender la emergencia económica y social, Fome, tiene presupuestados 25,5 billones de pesos, menos del 3 % del PIB para la atención de la pandemia. Muy por debajo de las principales economías latinoamericanas. Pero hasta el momento ha sido imposible tener claridad de la forma como se gastan esos recursos. Las propias cifras oficiales difieren, y no se han unificado en un solo portal el gasto y su desagregado, que garantizarían información transparente. Lo único claro es que del total de estos recursos, hasta el día de hoy solo se han comprometido 7 billones, de los cuales se han girado 5 y faltan por comprometer más de 18 billones, tras más de cuatro meses de emergencia. Al Minsalud, para atender las necesidades del sector, solo corresponden 1,7 billones de los más de 8 anunciados.
En financiación de nóminas se preveía invertir 6 billones en tres meses para 6 millones de empleados, y hasta el momento, en los meses de junio y julio, solo se han girado un poco más de 860.000 millones mensuales, para el 40 % de los empleados previstos. Es fácil concluir que la medida llegó tarde, fue insuficiente al cubrir solo el 40 % de un salario mínimo, y por eso la tasa de desempleo se dobló. En el caso del giro del denominado ingreso solidario a tres millones de hogares por 160.000 pesos mensuales, se llegó al 85 % de la meta, 2’616.000, con un esfuerzo importante. Sin embargo, sería ideal que el Gobierno, más allá de diferencias políticas, hiciera un esfuerzo fiscal adicional para llegar a un consenso con la oposición, que plantea con razón la necesidad de avanzar en estos meses de crisis en un ingreso básico más alto, que llegue además a un mayor número de hogares.
La crisis actual es una gran oportunidad para replantear el modelo de desarrollo colombiano, que hasta el momento ha generado crecimiento económico con altas tasas de desempleo, exclusión y desigualdad. Un modelo más incluyente y sostenible ambientalmente. Acercarnos a lo que hace Europa en esta crisis, que demostró ser más eficiente en términos sociales que EE. UU. Sería extraordinario para el país y las próximas generaciones que, al pasar esta dolorosa coyuntura, nos quedaran al menos un sistema de salud pública eficiente y una red de protección social robusta, a partir del ingreso básico a pobres y vulnerables. Pongámonos de acuerdo al menos en esas dos tareas.
Juan Fernando Cristo