El presidente Trump decidió la semana pasada imponer un arancel del 25 % a las importaciones de Canadá y México y agregar otro 10 % al monto similar que ya había decretado contra China. Por ahora las acciones con los dos vecinos se aplazaron de nuevo un mes, pero el tema resurgirá el 2 de abril. Canadá respondió al anuncio inicial con medidas equivalentes, que se aplazarán también. Y China ha adoptado en ambas ocasiones acciones contra Estados Unidos.
El proteccionismo contra China se había iniciado durante la primera istración Trump y se mantuvo con Biden. Puede entenderse como conflicto entre dos potencias económicas. En contraste, las medidas contra Canadá y México son un contrasentido, ya que afectan a sus dos principales vecinos, con los cuales hay un tratado de libre comercio firmado originalmente en 1993 y de nuevo, con algunas modificaciones, durante la primera istración Trump.
La lógica de esta decisión es que hay que frenar la migración irregular proveniente de México y el tráfico de fentanilo proveniente de ambos países. La segunda razón es curiosa en el caso de Canadá, y en relación con México fue insólita la acusación, hace un mes, de que su gobierno tenía una alianza con los carteles de la droga, que la presidenta Sheinbaum caracterizó como una calumnia. Por lo demás, como demostración de su apoyo a la lucha contra el narcotráfico, el Gobierno mexicano extraditó a 29 narcos a Estados Unidos.
A esas medidas se suman los gravámenes para las importaciones de acero y aluminio que se decretaron a mediados de marzo y las amenazas de aplicarle también un arancel del 25 % a la Unión Europea. De adoptarse, esta última decisión sería también ilógica, tratándose del principal aliado geopolítico de Estados Unidos y un gran socio económico. No se puede descartar, además, que estas acciones se aplicarían a todo el mundo, incluyendo al resto de América Latina.
Las medidas contra Canadá y México son un contrasentido, ya que afectan a sus dos principales vecinos, con los cuales hay un tratado de libre comercio firmado originalmente en 1993
De hacerse efectivas, serían el inicio de una guerra comercial mundial. El riesgo adicional es la crisis de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ya que los aranceles aplicados por Estados Unidos incumplen sus compromisos adquiridos con la OMC. Canadá anunció que demandaría al país vecino por este motivo, pero dicha demanda no daría lugar a ninguna condena, ya que el sistema de solución de controversias de la OMC no funciona desde 2019, porque Estados Unidos ha bloqueado el nombramiento de nuevos de su de arbitramento.
Todas estas medidas hacen parte, por lo demás, del debilitamiento del multilateralismo. En este sentido, hay que recordar que Estados Unidos fue el gran impulsor del multilateralismo después de la Segunda Guerra Mundial, que incluyó el Acuerdo General de Aranceles y Comercio de 1947 (Gatt, por sus siglas en inglés). A su vez, fue uno de los promotores de la creación de la OMC, que finalmente se concretó en 1995.
La pregunta concreta es cuáles serán los efectos de esta guerra comercial. Si se profundiza con acciones recíprocas de todo tipo, podría generase un colapso del comercio internacional de las dimensiones del de comienzos de la década de 1930, que agudizó la fuerte crisis internacional de entonces. Además, fracturaría a la OMC.
¿Se beneficiará Estados Unidos? La industria automotriz sería una de las más afectadas, y por eso se le otorgó también una excepción de un mes. Los consumidores de Estados Unidos, así como las múltiples industrias que importan insumos para sus procesos productivos, también experimentarían sus efectos negativos.
Curiosamente, uno de los beneficiarios puede ser China, obviamente no por su comercio con Estados Unidos, sino porque ya es el principal socio comercial del grueso de Asia, África y Suramérica y la crisis podría obligar a los europeos a fortalecer sus relaciones con el gigante asiático. Si se da este resultado, sería para Estados Unidos otro contrasentido de la guerra comercial mundial que habría generado.
JOSÉ ANTONIO OCAMPO